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Ambulantes pero no tanto

El nuevo equipo de gobierno municipal quiere erradicar la venta callejera

Cada mañana. Elena lleva a su hijo al colegio. Después se traslada desde Cuatro Caminos, donde vive, hasta la confluencia de las calles de Goya, Alcalá y Conde de Peñalver, y allí monta su puesto de bisutería. Como ella, varias decenas de vendedores ambulantes se instalan en diferentes zonas comerciales. Llegan con sus cajas de cartón y sus plataformas de madera, sobre las que extienden todo un sinfín de artículos destinados a una clientela que ya cuenta con verlos allí. Pero este panorama puede cambiar. La nueva corporación municipal de centro-derecha quiere erradicar la venta ambulante.

El colectivo de 26 vendedores legalizados que trabajan en la zona de Goya no se consideran a sí mismos como ambulantes. "En realidad, con vistas a la ley, es como si no existiéramos", sentencía Gerardo, uno de sus representantes. "Somos vendedores en la vía pública; nos atenemos al horario comercial, incluso hemos preparado unas bolsas de clientes por si quieren hacer algún cambio". Según la ley, la venta ambulante se ejerce en un mismo lugar como máximo dos días por semana. Ellos, así como los que están frente a las instalaciones del Multicentro de la calle de Orense o los de la plaza. de Castilla, ofertan sus mercancías todos los días laborables y no trabajan en ningún otro lugar."Si nos trasladan de aquí dice Amparo, una mujer gitana que lleva con su marido un puestecillo de ropa interior y medias en la plaza de Castilla, "no sé dónde vamos a meternos. Es muy difícil conseguir licencia para poder vender en otros mercadillos. Ahora estamos legalmente, pero si no hay más remedio tendremos que vender las cosas en cualquier lado, aunque sea sin licencia. Mis dos hijos no se van a quedar sin comer". Este mercadillo está amenazado por la próxima construcción de las polémicas torres del grupo KIO.

Para Mohammed, un marroqui de 53 años que lleva seis en esta plaza, la solución sería que les encontrasen otra ubicación. Por el momento, su futuro no está nada claro. "Nos están dando licencia de mes en mes, en vez de: una para todo el año", dice encogiéndose de hombros, "porque er. cualquier momento pueden comenzar las obras".En estos momentos, uno de los focos conflictivos es el distrito de Salamanca. Pedro Ortiz, concejal presidente de la junta municipal, opina que el lugar donde se encuentran ahora no es adecuado, pues dificultan el paso y se crean aglomeraciones, e insiste en trasladarles a la zona sur de la glorieta de Felipe II.Diálogo de sordos

Las reuniones entre los representantes de los vendedores y el concejal están bloqueadas. Mientras que todos están de acuerdo en la futura creación de un mercadillo de artículos tipifícados, con puestos de diseño homologado que se situaría en dicha glorieta, el proyecto podría no llevarse nunca a cabo porque los vendedores se niegan a trasladarse antes de final de año, para no perder la campaña de Navidad, y la junta de distrito no quiere negociar si previamente no se produce el cambio.

Las medidas de presión no se han hecho esperar. Desde el 31 de octubre, la junta ha iniciado un proceso sancionador que podría significar una cantidad de 25.000 pesetas por día y puesto. Existe además la posibilidad de que se saque a concurso público la adjudicación para 1990. "Los que estén sancionados", explica Miguel González, representante de los vendedores, "tienen más difícil conseguir un puesto".

Por su parte, Pedro Ortiz ha declarado que en el momento en que se trasladen se interrumpirán las sanciones, y que "no está decidido" que salgan los puestos a concurso. "Claro que si bloquean las negociaciones habrá que tener en cuenta que muchos de ellos no viven en este distrito, y que aquí hay muchos parados y gente que a lo mejor está más necesitada que ellos".

En opinión del concejal del PP, "estos puestos se adjudicaron en principio para solucionar situaciones coyunturales de necesidad económica, no como forma de vida". Tampoco olvida el precio que el suelo está alcanzando en esta zona de la capital: "El pueblo de Madrid les ha estado ayudando con unos metros cuyo valor comercial en alquiler sería de unas 80.000 pesetas al mes".

El concejal se ve respaldado por un total de 136 firmas de comerciantes de la zona. Sin embargo, en esto tampoco hay unanimidad. "Nos protegen de los atracos, al estar ahí enfrente ven todo lo que pasa dentro", dice Milagros García, encargada de una tienda de modas en la calle de Conde de Peñalver. "¿Competencia?, cuanta más competencia, más clientes", concluye.Derechos adquiridosLa mayoría de estos vendedores espera que se tenga en cuenta todo el tiempo que llevan realizando esta actividad. "Son derechos adquiridos", sostiene Jesús Monjas, delegado de la calle de Orense. "Por supuesto que no los reconoce ninguna ley, pero es algo que tienen que considerar las autoridades". Su puesto de tabaco, pipas y caramelos está a la salida de una boca de metro. Continuamente se acerca la gente para preguntarle por una u otra calle. "La primera a la derecha", "Por aquí detrás", ","¿Una fotocopiadora? Sí, en el número 10, va diciendo, mientras explica que en esa zona tuvieron problemas hace unos cuatro años. Hubo que negociar agriamente la nueva colocación, el tamaño de los puestos y la categoría de las licencias. "Al final conseguimos tener categoría de mercadillo, como el Rastro, y estamos algo más seguros que los que tienen permisos individuales".

Desde esta posición de cierto privilegio se solidarizan con sus comparieros de la calle de Goya. "Tal vez tenían que haberse movido antes de que les llegara el agua al cuello", sostiene uno de los vendedores. "Lo tenían bastante bien con los que estaban antes en el Ayuntamiento. Ahora han venido éstos y les están apretando las tuercas, apoyándose en la ley, pero con unas maneras que no nos gustan a ninguno".

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