Los comunistas yugoslavos debaten la plataforma de la reforma política
MIRJANA TOMIC, A tres meses de la celebración del congreso de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia (LCY), convocado para enero de 1990, el comité central del partido, reunido desde el viernes pasado para discutir la plataforma de la reforma económica y política del país, se ha mostrado incapaz de especificar qué entiende por ésto. Si bien la orientación hacia la economía de mercado no ha sido puesta en duda, al menos como concepto, Stanko Radmilovic expresó en su discurso inaugural el miedo existente ante las consecuencias de la transformación económica: relación entre sector público y privado; papel de la iniciativa privada y de la autogestión, y la relación entre la esfera económica y la política. Los múltiples discursos pronunciados han revelado que los prejuicios ideológicos hacia la economía de mercado no han sido superados. No hubo respuesta a cómo solucionar los problemas concretos del paro (14% oficialmente, y 30% encubierto); la inflación, que supera un 1.000%, y estimular la productividad, la eficiencia y la competitividad de las empresas públicas.
En el terreno político, la discordia se produjo en torno al pluralismo político. Ivica Racan., encargado del documento relacionado con la reforma política, explicó que el sistema político debería basarse en el papel del ciudadano como sujeto político, libre de organizarse para defender sus intereses, pero no precisó, ni tampoco excluyó, la posibilidad de multipartidismo. Esta ambivalencia suscitó la reacción del almirante Stane Brovet, que, hablando en nombre del Ejército, afirmó que no piesan despolitizarse ni "obedecer las órdenes de cualquier partido que esté en el poder" y rechazó rotundamente la idea del multipartidismo. Cómo será posible que la Liga desmonopolice el poder sin una oposición fue la duda de otros miembros del comité central.
La pluralidad de opiniones en el órgano máximo del partido, que cubre un amplio abanico, desde los reformistas hasta los ortodoxos bolcheviques, representaría un paso hacia la democratización de la LCY, si las opiniones opuestas no estuvieran étnicamente determinadas.
