Bush enmienda en San Francisco el entuerto de Quayle
El presidente norteamericano, George Bush, llegó ayer a la ciudad de San Francisco para comprobar personalmente los estragos causados por el terremoto que sacudió la zona el pasado martes. A su llegada a California, Bush tuvo que enfrentarse a otro temblor, el provocado por el alcalde de la ciudad, el demócrata Art Agnos, que ha acusado a la Administración republicana de no reaccionar adecuadamente ante la catástrofe y ha acusado al vicepresidente, Dan Quayle, de haber visitado San Francisco con la única intención de promocionarse políticamente.
La Casa Blanca, que ha contestado a estas acusaciones, ha alegado que el alcalde Agnos no quiso colaborar con los organismos federales en la coordinación y en los esfuerzos para reestablecer el ritmo normal de la ciudad y de la zona afectada por el seísmo.A su llegada a San Francisco, Bush prometió otorgar toda la ayuda necesaria para reponer los daños causados por los temblores. El presidente se reunió con Agnos y con el Gobierno del Estado californiano. A pesar de haber indicado que no visitaría algunas de las zonas afectadas por el seísmo para no interrumpir las tareas de rescate, el presidente recorrió en helicóptero el barrio portuario de la Marina y la autopista I-880, dos de las áreas más dañinas.
En Washington, Thomas Foley, portavoz del Congreso, anunció que la Cámara de Representantes considerará una ayuda de 2.500 millones de dólares a la zona afectada por el terremoto (300.000 millones de pesetas). Sólo en la ciudad de San Francisco, los daños superan un valor material de 2.000 millones de dólares, según fuentes municipales. Las compañías aseguradoras, sin embargo, fijan esa cantidad entre 3.000 y 4.000 millones de dólares.
Temblores políticos, aparte la evaluación de los daños, van aumentando minuto a minuto. Además del perjuicio económico provocaado por esta catástrofe, el terremoto ha causado unos 275 muertos -cifra provisional-, 2.000 heridos, 8.000 personas se han quedado sin hogar y unos 60 edificios de la Marina han comenzado a ser derribados. En esta zona se han producido serios problemas con los vecinos.
Calles acordonadas
La policía ha acordortado las calles donde se encuentran las casas más afectadas, algunas de las cuales aún se sostienen. Los agentes no permiten a sus propietarios entrar en sus domicilios para recuperar algunos de sus bienes antes de que: las casas sean derribadas, lo que ha provocado un hondo malestar. Se han habilitado refugios para estas personas, que, pese a pertenecer a una clase social acomodada, se han convertido en tan sólo 24 horas en homeless, personas sin casa. En algunos condados de la zona, los daños también han sido muy severos. En Santa Cruz, 201 casas han quedado destruidas y 72 edificios comerciales deberán ser derribados.
En San Francisco, las tiendas, los hoteles y los bancos recuperaron ayer, viernes, su actividad, aunque las escuelas permanecieron cerradas. Tampoco han abierto sus puertas los teatros, las universidades y los restaurantes de Chinatown.
El problema a partir de ahora lo van a tener los commuters, las personas que por motivos de trabajo deben cruzar la bahía. Dos de los cuatro puentes, precisamente los más frecuentados, están cerrados. Dar el salto desde Oakland hasta San Francisco, un recorrido de 15 minutos, se ha convertido ahora en un largo viaje en coche de más de dos horas de duración. El único alivio para estas personas es que los transportes públicos funcionan al ciento por ciento; el metro, que aquí se denomina, bart, funciona sin interrupción desde el jueves a pesar de las inundaciones que sufrió y ya lo hacen también los famosos tranvías de San Francisco, los cable cars.
Lento rescate
En la autopista interestatal 880, donde 100 vehículos quedaron atrapados el martes, las obras de rescate de las víctimas sigue a un paso lentísimo. El cemento que cubrió como una losa más de dos kilómetros de la 880 está repleto de barras de acero, lo que dificulta enormemente el intento de las brigadas de rescate de destapar esta caja en la que se hallan sepultadas al menos 100 personas. Hasta el momento sólo han sido rescatados 18 cadáveres.
Los expertos en tráfico confirmaron ayer que en el momento del accidente la 880 no iba demasiado sobrecargada. Muchos commuters que utilizan esa vía para ir y venir de San Francisco ya habían llegado a sus casas para poder ver el partido de las series mundiales de béisbol, que tuvo que suspenderse debido al seísmo. El estadio Candlepike Park no sufrió demasiados daños y podrá ser utilizado en los partidos que restan de esta gran final, que ha sido denominada en California como la batalla de la bahía.
En declaraciones a la agencia Reuter, el arquitecto de la autopista 880, Hampton Roberts, de 72 años, declaró ayer que "nunca hubiera imaginado que esa autopista pudiera hundirse". En opinión de Roberts, cuando se construyó esa vía rápida se utilizaron todos los mejores materiales del momento y los planos fueron autorizados por las autoridades pertinentes. En este sentido, el gobernador de California, Georges Deukmejian, también declaró ayer que no había sido informado jamás sobre las deficiencias de la 880.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.