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Tribuna:LAS CONSECUENCIAS DEL 'MINI CRASH' BURSÁTIL
Tribuna
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Agua de borrajas

El mini crash puede estar originado, afirma el autor, en la rápida toma de beneficios propiciada por unos índices situados en máximos históricos, así como por la utilización masiva de los ordenadores para tomar decisiones. Pero estos factores no deben hacer olvidar que el contexto internacional de la economía es positivo y que este tipo de caídas bursátiles no pueden causar ningún daño.

El viernes 13 de octubre de 1989 será recordado tanto por los supersticiosos como por la comunidad inversora internacional como un día traumático que sorprendió una vez más a los operadores bursátiles más avispados.Los agentes del mercado han temblado de nuevo ante la posibilidad de que se reprodujera el famoso crash del 19 de octubre de 1987, y para los más pesimistas ha vuelto a planear el fantasma de la catástrofe del 28 de octubre de 1929. Wall Street ha sido, como en ocasiones anteriores, el detonante de una baja generalizada de las bolsas internacionales.

Para opinar con la mayor racionalidad posible sobre lo sucedido conviene conocer los mecanismos que provocan unas fluctuaciones tan brutales en los índices. Pero, además, es también importante analizar la situación macroeconómica global para poder concluir si son movimientos coyunturales de raíz técnica o si se trata de señales precursoras de males mayores. Tanto en octubre de 1987 como en el viernes pasado existen similitudes que explican el comportamiento violento de los mercados. En ambos casos el índice Dow Jones se había situado, tras una importante escalada alcista, en cotas de máximos históricos. Ello provoca en los agentes una difusa sensación de vértigo que predispone a la toma rápida de beneficios. Nos encontramos, pues, en una situación en la que la gran mayoría de los gestores ha disfrutado de ganancias sustanciosas, al menos sobre el papel. Como consecuencia, muchos han cursado órdenes de venta por debajo de los precios de mercado, que son automáticamente ejecutadas en caso de que se produzca un descenso significativo.

Por otro lado, vivimos cada vez más en un entorno informatizado, que delega en las computadoras la decisión de vender cuando los precios traspasen un cierto nivel. Ese mecanismo ejerce un efecto multiplicador que tiende a autoalimentarse, ya que los mencionados programas actúan con una rapidez que a menudo escapa al control humano.

Excusas estructurales

Pero lo que desencadena el movimiento vendedor es normalmente una excusa de matiz estructural, como puede ser el anuncio de un incremento concreto de la tasa de inflación o el desaliento ante la falta de medios para financiar una oferta pública de adquisición (OPA) frustrada.En octubre de 1987 la excusa fue la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal norteamericana. Pero, en nuestra opinión, todo ello no es más que una suma de explicaciones a posteriori de unos movimientos difícilmente comprensibles, con los cuales habrá que aprender a convivir en el futuro. En los mercados de divisas también se producen fluctuaciones importantes, y la conocida coordinación de los G-7 no es más que una forma de enfrentarse a mecanismos que son fruto del desarrollo de la libre competencia y la economía de mercado, todo ello acompañado y aderezado por la influencia creciente de los mass media y de la industria de la comunicación. La evolución vertiginosa a la que está sometido el mundo occidental requiere un esfuerzo de adaptación permanente por el que hay que pagar un alto precio que se cristaliza en el aparente descontrol del sistema financiero. Sin embargo, nunca desde la gran guerra hemos disfrutado de perspectivas tan halagüeñas como las que se dan en la actualidad.

El contexto internacional

Existen en el contexto internacional hechos novedosos de suma importancia que pueden resumir el juicio optimista que acabamos de emitir.1. El primero es el reforzamiento de la economía de mercado. Tras el aparente fracaso del marxismo como teoría económica, constatamos que los partidos socialistas europeos se han liberado de una influencia excesiva de sus respectivos movimientos sindicales. Esta situación, que se dio con anterioridad en Alemania y en el Reino Unido, se ha generalizado en casi todos los países europeos. Los mercados bursátiles sólo pueden acoger de forma positiva esa nueva realidad política.

2. Paralelamente a esa evolución, los países del Este se encuentran sumidos en un proceso de cambio estructural que puede beneficiar a sus vecinos occidentales, ya que los países del telón de acero suponen un mercado potencial gigantesco que funcionará como pulmón de un sistema económico quizá demasiado maduro.

3. Finalmente, sólo la coordinación internacional puede ser la respuesta adecuada a la interrelación de los mercados y a su funcionamiento por ósmosis. En ese sentido, los G-7 han conseguido lo que durante décadas parecía imposible: armonizar estrategias. No cabe, pues, duda que éste es un hecho positivo de extraordinaria importancia en el contexto internacional.

Para concluir, opinamos que movimientos como el que acabamos de padecer son de naturaleza conyuntural y de efectos limitados al ámbito de los mercados bursátiles. Corresponden a correcciones dentro de movimientos alcistas y, aunque dañan la credibilidad de cara al inversor individual, sus efectos no producen por ahora daños importantes, a nivel global.

Más aún, en un momento en el que la liquidez es importante, proporciona una oportunidad para comprar a precios más razonables.

Carlo Ali Snurmacher es licenciado en Ciencias Económicas por la universidad de Lausana y senior vice president international de Shearson Lehman Hutton Incorporated.

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