Don Quijote Rostropovich
La segunda actuación de la Orquesta Sinfónica de Bamberg para el Festival de Otoño llenó el sábado el Auditorio Nacional, probablemente por la presencia de un mito como es el violonchelista Rostroprovich como protagonista de Don Quijote, de Strauss. En las Variaciones fantásticas sobre un tema caballeresco, Strauss nos da su versión ideal del héroe español con una ambientación que recuerda a Doré, una movilidad digna de Daumier y una concisa nobleza propia de Bertold Mahn.Cada personaje fundamental tiene su tema -Don Quijote, Sancho y Dulcinea-, lo que evidencia la intención dramática, más aún que descriptiva, de una composición fuertemente original y en alto grado renovadora del tratamiento orquestal. La increíble riqueza de su textura parece obedecer a la idea de Menéndez y Pelayo cuando escribe sobre la "nueva categoría estética" del Quoote cervantino. La voz del protagonista, en el violonchelo de Rostropovich, cobró una tensión emocional extraordinaria por su intensidad y sus coloraciones sonoras. música vivida en plenitud la que hace Rostropovich, excelentemente asistido por el solista de viola, Michael Scheitzbach, por el sonido denso y flexible de la gran orquesta y la orientación certera, de contenido acento romántico, del director Hors Stein.En la segunda parte, Stein expuso su versión soberana de la Cuarta sinfonía 'romántica', de Bruckner, una de las más interpretadas y que tanto admiraba Mahler. La capacidad sinfónica del músico de Ansfelden logra ampliar al máximo la forma sin que ni por un momento se debilite la estructura interna. Esa suma de potencia, claridad y prolongado discurso convencen al más remiso, sobre todo si encuentra, como esta vez, intérpretes que saben convertir la naturalidad en principio. Quizá el secreto de las concepciones interpretativas de Hors Stein y los músicos de Bamberg para Bruckner resida en plantearlo sin olvidar a los antecesores fundamentales: Haydn y Schubert, más que Beethoven o Wagner.
Orquesta Sinfónica de Bamberg
Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Solistas: M. Rostropovich (violonchelo) y M. Scheitzbach (viola). Obras de Strauss y Bruckner. Auditorio Nacional. Madrid, 14 de octubre.
La espléndida y cohesionada sonoridad de los metales, la expresividad de unos arcos herederos de la vieja escuela bohemia, la nobleza densa de líneas y contrastes resultante de un deseo de veracidad, conmovieron al público, que envolvió en largas ovaciones a los ilustres visitantes. No merecía menor reacción la experiencia viva de dos estéticas distintas aplicadas al idealismo en música: la de Strauss y la de Bruckner.
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