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Condenados los 'etarras' del último caso que siguió Carmen Tagle

La Audiencia Nacional ha condenado a penas que suman 18 años de cárcel a Eleuterio Imaz Izaguirre, y a seis años y un día a Miren Idoia Alkorta Gorostidi, militantes de ETA, que fueron juzgados el pasado 12 de septiembre, en el último juicio en el que intervino como acusación pública la fiscal Carmen Tagle, antes de ser asesinada por activistas de la organización a la puerta de su domicilio.Imaz ha sido encontrado culpable de los delitos de integración en banda armada, depósito de armas y tenencia de explosivos. Alkorta, compañera de Imaz, ha sido considerada miembro de ETA, pero ha sido absuelta de los otros dos delitos de los que también estaba acusada.

Imaz había sido condenado en 1982 como colaborador de ETA, al formar parte de un comando informativo, pero después se integró en el grupo Haritza. Su misión, según la sentencia, consistía en obtener información realizando seguimientos y pesquisas sobre agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

A principios de 1988, Imaz captó a Alkorta para militar en ETA. La joven estaba unida sentimentalmente a Imaz y vivían juntos en casa de los padres del primero. Según la sentencia, Alkorta aceptó trabajar para ETA únicamente "por razones de índole personal afectiva".

Los dos etarras construyeron un buzón en la carretera de Anoeta a Alquiza en el que colocaban las informaciones con la contraseña "Juanitarentzat" para ser recogidas por dirigentes de la organización.

Entre septiembre y octubre de 1984, Imaz realizó un curso sobre manejo de armas en Francia. No ha sido demostrada la presencia de Alkorta.

Imaz construyó dos zulos, en el término municipal de Hernialde, para ocultar las armas que recibió en octubre de otro miembro de ETA, ocultas en una bolsa, en los aseos del frontón Beotibar de Tolosa. El etarra recibió una metralleta, dos pistolas, 10 kilos de goma-2, dos granadas, tres detonadores, tres temporizadores y un manual de instrucciones. Las armas fueron intervenidas por la Guardia Civil en uno de los zulos tras la detención del activista.

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