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Entrevista:Tadeusz Mazowiecki | Primer ministro polaco | EL ESTE CAMBIA

"La caja de Polonia está vacía"

El primer jefe de un Gobierno no comunista en el Este cree en una Europa capaz de resolver creativamente sus contradicciones

Las situaciones excepcionales exigen líderes excepcionales. Quizá sea pronto para certificar que Tadeusz Mazowiecki lo es, pero sin duda lo parece. Hoy se cumple un mes de su elección como el primer jefe de Gobierno no comunista que disfruta Polonia desde la II Guerra Mundial. Conversando con él bajo los altos techos del antiguo cuartel de las tropas del zar en Varsovia, la simbiosis entre el personaje y el escenario es perfecta: parece como si llevara años en la presidencia del Gobierno. Mazowiceki es, con su prudencia y sus 62 años, la envidia de los líderes occidentales, aunque ninguno quisiera estar en su lugar.

El primer ministro polaco aúna en su firme personalidad aquello que más anhelan los políticos, la popularidad, y aquello que más temen, el gobierno de un país económicamente destrozado. ¡Qué más quisiera la mayoría de los primeros ministros europeos que contar con el beneplácito de más del 80% de sus conciudadanos! Pero, sin duda, ninguno quisiera tener ante sí un panorama económico tan sombrío como el polaco. A Mazowiecki le cuesta hablar de sí mismo. La ley marcial decretada en diciembre de 1981 por el general Wojeciech Jaruzelski, actual presidente de Polonia, le paseó por los campos de internamiento. Cuando, un año más tarde, Mazowiezki recuperó la libertad, la barba y el bigote ocultaban una dulce amargura. Ahora mientras desgrana para EL PAÍS sus esperanzas y sus temores, la sonrisa invade frecuentemente su surcado rostro. Ni siquiera denota el cansancio heredado de este frenético mes de negociaciones, conversaciones con líderes extranjeros e incluso desmayos, como el que sufrió en el Parlamento el 12 de septiembre al presentar su Gobierno.

Pregunta. ¿Cómo está distribuido el poder en Polonia? ¿Qué cuota le corresponde al presidente Wojciech Jaruzelski, a la Iglesia y al cardenal Jozef Glemp, a Lech Walesa y Solidaridad, al Gobierno y al Parlamento?

Respuesta. La formulación no es exacta, porque en cuanto a la Iglesia, por ejemplo, no se puede hablar de poder, sino de influencia. Si nos referimos al Parlamento y al Gobierno, entonces sí que hablamos de la distribución del poder. Nos encaminamos hacia un sistema clásico, con un poder legislativo, un poder ejecutivo y un poder judicial. Pero según las enmiendas constitucionales [de la pasada primavera], la posición del jefe del Estado es fuerte. En este primer período de colaboración entre el presidente y el primer ministro debo decir que existe una voluntad mutua de respetar las respectivas prerrogativas.

P. ¿Y fuera de esta división formal de poderes?

R. Si hablamos de fenómenos al margen de esta división constitucional, si hablamos de influencias y de quién las ejerce, hay que mencionar sin duda el enorme peso de la Iglesia, que no se debe sólo a la tradición, sino al hecho de que la Iglesia fuera, en el período de posguerra, el portavoz de los derechos del hombre en Polonia, a veces el único, y expresara lo que el pueblo mismo no podía expresar. Y al mismo tiempo demostraba siempre una enorme madurez a la hora de solucionar los problemas, y esto le dio en Polonia una gran autoridad moral, social y hasta política. Y respecto a Solidaridad y Walesa, con toda seguridad debemos decir que Walesa es una personalidad nacional; es un líder sindical, pero al mismo tiempo es algo más, es una autoridad nacional para toda la sociedad.

Manos libres

P. ¿Hasta qué punto tiene usted, como jefe del Gobierno, las manos libres?

R. No tengo las manos atadas más que por la sumamente difícil situación económica y también por el reto que supone la transición política, que debe realizarse mediante el consenso de las diferentes fuerzas políticas. Creo haber demostrado que no tenía las manos atadas a la hora de formar Gobierno. Incluso cuando se intentó atármelas, no me dejé.

P. ¿Quién intento atárselas?

R. (sonríe). Hubo diferentes puntos de vista sobre la composición del Gobierno, y logré que el primer ministro cuente con el Gobierno que cree más acertado.

P. ¿Cree que la gente va a tener suficiente paciencia?

R. Sé que la gente está impaciente, que reclama cambios rápidos, y estos resultados rápidos no va a haberlos. Esta es una de las mayores dificultades que en cara este Gobierno. Pero existe la comprensión de la situación del Gobierno por parte de la sociedad, un sentimiento, éste de la comprensión, que: debemos cuidar mucho porque vamos a necesitar una gran dosis de paciencia. Creo que si la gente no se siente engañada, si se considera bien informada, podemos contar con su paciencia.

P. ¿Cuál ha sido su mayor sorpresa al llegar a la jefatura del Gobierno polaco?

R. (piensa y sonríe). Identificarme con la persona que aparece en la pantalla de televisión. Bueno, no se trata sólo de aparecer en la pequeña pantalla, lo que realmente me ha sorprendido es el grado de dificultades económicas a las que nos enfrentamos. Sabía que las cosas iban mal, pero cuanto más profundizo en estos temas, más seria veo la situación. La caja está vacía.

P. ¿Qué tal se está portando Occidente?

R. A lo largo de las innumerables conversaciones que he mantenido con diferentes representantes de países occidentales, me consta que el interés es muy grande, hay muchos planes y propuestas de ayuda a Polonia encaminados a solucionar nuestros principales problemas económicos. Y creo que se entiende cada vez más el factor tiempo, que para nosotros desempeña un papel trascendental. Lo más urgente es aflojar la cuerda de la deuda que nos ahoga.

P. ¿La democracia occidental y el capitalismo son sus modelos político y económico?

R. Estos temas no han de encararse de forma ideológica, sino de forma pragmática. Aspiramos a implantar una economía de libre mercado y desarrollar las instituciones democráticas. No perdemos de vista la necesidad de garantizar la protección social. Sabemos que en Polonia existen bolsas de miseria de las que tenemos que preocuparnos, pero sólo en la transformación de la economía polaca hacia una economía de mercado advertimos la posibilidad de cambiar sustancialmente nuestra situación económica. En cuanto al sistema democrático, sabemos que irá cuajando, de forma paulatina pero decidida. Creo que debemos aspirar al máximo grado de consenso político en vez de delegar en un libre juego de fuerzas políticas. Así lo exige la situación política. Los españoles pueden entender muy bien que un período transitorio requiere un consenso entre las fuerzas políticas, que este es el camino apropiado.

P. ¿Cuánto tiempo cree que Polonia tardará en alcanzar lo que usted considera la normalidad?

R. El que sea necesario para que futuros cambios de Gobierno no estremezcan al Estado.

P. ¿El suyo ha estremecido al Estado?

R. Creo que sí, este ha sido el primer cambio sustancial en la gobernación del país.

P. Fuera de Polonia se interpreta como fundamental lo que está ocurriendo en su país para la evolución de los restantes países de Europa del Este.

R. Siempre he estado convencido de que se puede influir en los demás mediante la realización y la persistencia de los cambios propios y no influyendo directamente en lo que hacen los demás, y así me gustaría proceder.

P. ¿Ha hablado alguna vez con Gorbachov?

R. Aún no, pero espero tener pronto la oportunidad de conocerle.

P. ¿Recuerda el momento en que pensó que Gorbachov podría acabar siendo el líder de la URSS?

R. Sí, sin duda, fue durante la famosa visita de parlamentarios soviéticos al Reino Unido [en diciembre de 19841, donde Gorbachov destacó sobre los demás.

P. ¿Un frenazo en la evolución política de la URSS puede ser peligroso para Polonia?

R. Creo que la URSS está inmersa en un proceso irreversible Considero que las recientes medidas demuestran que la orientación representada por Gorbachov se ha consolidado, por lo que creo que no existe por ahora tal peligro. Pero, evidentemente un cambio de rumbo tendría seguramente unos efectos con los que habría que contar.

Pacto de Varsovia

P. ¿Como jefe del Gobierno, le plantea graves problemas la per tenencia de Polonia al Pacto de Varsovia?

R. Sobre este tema me he pronunciado en el Parlamento en el sentido de que es una situación que aceptamos y que respetaremos. Evidentemente, saludaríamos con gusto el que no existíesen los bloques militares, pero ello no es así. Por otro lado, afortunadamente, la situación actual es que estos bloques no se cierran sobre sí mismos, sino que, al contrario, se abren.

P. ¿En qué Europa le gustaría que vivieran sus nietas [tiene dos]?

R. Una Europa con un libre flujo de gentes, cultura, ideas, sin bloques; una Europa en la que quedara igualado el nivel de vida y de civilización, de forma que los jóvenes polacos no tuvieran que emigrar ni quisieran hacerlo una Europa en la que una, comida igual de buena se pudiera degustar en cualquier restaurante de

Mazowiecki: "La caja de Polonia está vacía"

Varsovia o Lublin, de París o Marsella, de Madrid. Pero también quisiera que fuera una Europa en la que el sistema de valores, que cs lo verdaderamente importante para la cultura europea, desempeñara un papel relevante; no una Europa orientada exclusivamente hacia el consumismo, sino también hacia ciertos valores humanos, ya que la cultura europea siempre los tuvo y creo que su futuro descansa en la conservación de ese papel tradicional de su cultura.P. ¿Cómo debería ser la Alemania que hubiera en esa Europa?

R. Una Alemania pacífica, democrática, tal como lo es la joven federación. Si ha de ser un Estado único o un Estado federado es una cuestión abierta con vistas al futuro. Pero como estamos hablando de mis nietas [se ríe abiertamente], esta cuestión tiene un horizonte más lejano.

P. Pero si la RDA se democratizara y se fueran las tropas soviéticas, ¿qué sentido tendría que hubiera dos Alemanias?

R. El papel de primer ministro no consiste en hacer profecías, menos si conciernen a otros países. Creo que todos los procesos están abiertos y que el rumbo emprendido por el mundo es hacia la apertura y la democracia. Pero no se puede echar en saco roto algunos problemas y los traumas históricos. Así que no quiero hacer profecías, pero confío en que: el rumbo del desarrollo de Europa sea hacia la apertura y, subrayo una vez más, hacia los valores constituyentes de la cultura europea. Esta cultura siempre se ha nutrido de la superación creativa de las contradicciones, y esta es su fuerza y su significado. Esto es importante.

Las razones de Jaruzelski

P. Hablando de Polonia, y concretamente del general Jaruzelski. ¿Puede comprender que impusiera la ley marcial? ¿Cree que ello impidió la intervención soviética?

R. Ahora miramos hacia el futuro y no hacia el pasado, cuyos rincones y detalles no conocemos plenamente. Dejemos este problema a los historiadores. Personal mente, siempre confié, también en aquellos momentos difíciles, en que pudiéramos todavía entendernos, en que superáramos las grandes tensiones. Esa era ni¡ esperanza entonces y no he cambiado de opinión. El general Jaruzelski, en tanto que presidente, es un factor muy importante del cambio polaco. Es consciente de la voluntad política y la determinación de realizar el cambio, y nuestra colaboración es buena.

P. ¿Cuál ha sido la clave de la reconciliación polaca?

R. El camino hacia esta reconciliación fue, como usted sabe, largo y complicado. Opino que si bien el conflicto nacional era muy agudo, ninguno de los bandos había rebasado ciertos límites que impidieran la reconciliación. Pero en términos concretos, fue la presión social que se patentizó en 1988, sobre todo a través de las huelgas de mayo y agosto ese año, así como las posibles, consecuencias de que tal presión continuara. Por ambos lados, se sacaron conciusiones que hicieron posible que nos sentáramos a la mesa redonda. Y, finalmente, otro elemento fue el propie procese. negociador. También fue importante el papel de la Iglesia.

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