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Buenos augurios

Hace un día soleado y Hassan II está de buen humor. En el cielo despejado de SjIrat, en la calma del acerado Atlántico, el rey de Marruecos ve buenos augurios para su Inminente visita a España. El monarca viste traje y su corbata negra, recuerda el luto de la familia real alauí por el reeliente fállecimiento de uno de sus primos. Sus dos hijos varones, sin embargo, llevan prendas deportivas.Pese a que hoy Hassan II está particularmente tranquilo, entretiene sus manos con un abrecartas de plata cuando no tiene un cigarrillo. El rey contesta con calma y en un francés impecable todas las preguntas.

Al final, propone a sus invitados españoles un refresco en la terraza y allí les presenta a sus hijos. Éstos, al igual que los grandes del reino, han asistido a la entrevista desde un lado del salón de audiencias, en sillones dipuestos como en una platea.

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"Pueden hablar con mis híjos en español", dice con orgullo Hassan II. Y en efecto, en esa lengua el príncipe Sidi Mohamed cuenta que acaba de volver de Mallorca, "de la boda de unos amigos", y su hermano menor, Mulay Rachid, se declara un entusiasta del flamenco. El rey les escucha y añade: "Lo que lamento es que mis nietos no tengan una escuela prematernal en Marruecos donde aprender español.

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