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Los misterios de Madrid

Madrid es una ciudad habitada de misterios, y para descubrir los barrios donde se esconden suele acompañarme mi paciente amigo Rafael Carbonel. Los misterios de Madrid no son los mismos de París, que, cuenta Eugenio Sue, sólo se asemejan porque son historias de amores secretos, pasio nes ocultas venganzas clandestinas. Ambos misterios tienen un origen común: las reuniones en los bosques, que concentraban a los desposeídos en la Grecia clásica para celebrar sus fiestas embriagadoras, entregándose a vivir orgías de plenitud. Así fue hasta que se oyó un grito: "¡El gran Dios Pan ha muerto"!. Se estremecieron los bosques, llegaron los ecos hasta el mar, donde pescadores y marineros temblaron despavoridos porque significaba el fin de los misterios báquicos, paganos, el advenimiento del cristianismo. Sin embargo, jos misterios renacieron en la época medieval con las sectas bogomolitas, albigenses, husitas, igualitarias que exaltaban la libertad de todos los hombres y la comunidad de los bienes. Y así progresivamente fueron dando paso a los misterios modernos que descubrimos en algunas calles de Madrid, como Caballero de Gracia, situada, entre Peligros y la Gran Vía y va de la calle de la Montera a la de Alcalá.La bella Leonor

En el siglo XVI vivía en esta calle una hermosa mujer, Leonor Garcés, que estaba casada con un noble de Aragón. De ella se enamoró locamente Jacobo de Gratis un caballero italiano nacido en Módena, quien había venido a España con el nuncio apostólico de su santidad Gregorio XIII. Era un hombre muy rico, poderoso, y compró la mayor parte de los solares de esta zona, donde hizo edificar casas de estilo italiano con hermosos jardines. El noble caballero cortejaba a la bella Leonor, pero no pudo conquistarla pese a su verbo gracioso y seductor. Era un perfecto libertino que buscaba los placeres de la vida, es de sentirse pleno, lleno de energía. La tradición habla de la vida licenciosia del Caballero de Gracia, como llamaban en Madrid a Jacobo de Grattis. En su casa celebraba orgías nocturnas que iluminaban la noche y espantaban a los vecinos del barrio. No podía soportar el dolor que amengua el espíritu. y necesitaba estas fiestas que exaltaban su ánimo cuando corría peligro de caer en el triste abatimiento de los sinsabores. Tampoco aceptaba que la hermosa Leonor le rechazase, y preparó una trampa peligrosa: compró la fidelidad de una de sus sirvientes para que le diese a beber un narcótico que le entregaría su cuerpo indefenso. Pero una noche, al entrar en casa de su amada, tropezó y rodó por la escalera rompiéndóse la ampolla donde llevaba el bebedizo. Este hecho le pareció un mal augurio, renunció a conquistar esa mujer y abandonó su féliz morada, que desde entonces se llamó la Casa del Espanto. Cuenta la leyenda que, arrepentido de su brillante y pecaminosa vida, se recluyó en la meditación religiosa.

En esta misma calle tuvieron morada las religiosas de La Concepción Recoleta, vulgarmente conocidas por las monjas del Caballero de Gracia. En el siglo

pasado volvió a tener celebridad este convento porque allí se celebrá el famoso juicio de sor Patrocinio, la monja de las llagas. Se llamaba Dolores Quiroga, y su madre, obedeciendo a diversas presiones, la hizo entrar en este convento, donde se le despertó una gran exaltación mística, hasta el extremo de abrírsele cinco llagas, que sostenía eran de origen sobrenatural. Todo ello, motivó que el Ministerio de Justicia encomendase a un juez la instrucción de un proceso. Sor Patrocinio fue examinada por varios médicos quienes comprobaron que las úlceras de la religiosa podían fácilmente cerrarse. Efectivamente, un año más tarde, los facultativos diagnosticaron que la monja estaba curada. Pese a esta superchería, sor Patrocinio llegó a gozar de una gran influencia política, asesorando a la libertina reina Isabel II.

No terminan aquí las historias secretas que crean los múltiples misterios de la vida madrileña. El oratorio dela casa del Caballero de Gracia servía de vivienda al embajador de Gran Bretaña enviado por Cronwell. Este diplomático, un ex-diputado del Parlamento británico, había decidido con su voto la ejecución en el cadalso del rey Carlos I. En plena primavera madileña, era la noche del 6 de mayo de 1650, al salir de su casa el embajador fue asesinado al puñaladas por cinco ingleses católicos y jacobitas que habían venido a Madrid para vengar la muerte de su rey.

Caballero de Gracia

Muchas pasiones humanas, que vencieron siempre y se liberaron de la coactiva moral religiosa, se desarrollaron durante siglos en estas casas de la calle Caballero de Gracia. En ellas se vivieron amores insatisfechos o frustrados que torturan el entendimiento y queman el alma; supercherías religiosas que esconden un desmedido afán de poder; venganzas silenciosas ejecutadas al amparo de la fresca noche primaveral, para satisfacer reconcentrados odios. Esta calle madrileña, centro de dramáticos conflictos, podría servir de base a un nuevo Tratado de las pasiones del alma, como el que ya escribió Descartes.

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