Oreja por coleta
Sepúlveda / Ortega Cano, Espartaco, RamosToros de Sepúlveda, bien presentados. Ortega Cano: oreja y tres vueltas; aviso y silencio. Espartaco: oreja; saludos. José Luis Ramos: aviso y saludos; oreja. Plaza de la Glorieta, 14 de septiembre. Tercera corrida de feria.
Los extremos no se tocaron. Gran toro el primero, bien armado, bonito, bravo en el caballo y con una extraordinaria fijeza y nobleza en la muleta, y muriendo con la boca cerrada. Bravo, en un tono mucho más bajo, el sexto, pero clamorosamente cojo. Se le protestó con fuerza pero a usía debía parecerle demasiado derroche de sobreros el que se hizo el día antes. Buena corrida en conjunto la de Sepúlveda.
Ortega Cano estuvo por debajo de su primero. Aseado, sin ponerse a la altura de las circunstancias. En el cuarto no se acopló y sacó demasiado el trasero.
Espartaco anduvo desconfiado en su primero hasta mediada la faena, entonándose a partir de entonces, y en el quinto mostró su oficio, aliviándose con frecuencia.
Jose Luis Ramos, desafortunado con la espada hasta la exageración, trazó los más bellos muletazos de la tarde, con ambas manos y en los dos toros, incluido el cojitranco último. El torero, muy sereno, templó con suavidad exquisita, tirando de sus toros, hasta rematar limpiamente cada suerte. Se llegó a olvidar la plaza del renqueante último toro y se olvidó también de que la espada volvió a negársele al torero, pidiendo y consiguiendo para él una oreja que habrá sabido a gloria en Ciudad Rodrigo.
Babelia
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