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¿Recesión o algo peor?

El objetivo a largo plazo de alcanzar un nivel de precios estable en Estados Unidos resulta plausible, según el autor, pero tratar de reducir a una tasa de inflación cero la actual dura tasa del 4% al 5% acarrearía como coste una recesión en 1990-1991 lo suficientemente profunda como para duplicar la tasa de desempleo.

Ya es oficial que en Estados Unidos hay una recesión del, crecimiento. En la primera mitad de 1989, el PNB real ha crecido escasamente un 1,66%. anual, lo que supone un crecimiento más lento que el de nuestra población y el de la productividad.Este freno no es casual. La Reserva Federal de Alan Greenspan se ha propuesto hacer más severo el crédito para así enfriar la economía de pleno empleo. El motivo ha sido el temor a la inflación.

¿Se ha excedido la Reserva Federal? ¿Aumentará progresivamente su recesión del crecimiento hasta convertirse en una recesión total en la que la producción realmente disminuye?

Europa y el litoral del Pacífico no se asustarán si lo peor que ocurre en Estados Unidos en 1989 y 1990 es un freno de la recesión del crecimiento. Muy diferente sería una crisis económica de Estados Unidos fuerte y prolongada, como la de 1981-1982 o la de 1973-1975.

Está teniendo lugar una discusión acalorada sobre la posible gravedad del freno en Estados Unidos. Los partidarios del crédito en la Casa Blanca de Bush y en la Reserva Federal de Washington se resistieron a la política antiinflacionista del. presidente Greenspan de reducción del dinero y el crédito. Ahora están comprensiblemente recelosos de que el ajuste fino de la Reserva Federal se haya pasado de la raya y de que una recesión grave pueda ser el resultado inminente.

Al leer los datos estadísticos e interpretar las lecciones de la historia económica se puede decir que Greenspan y la mayoría de los presidentes de los bancos regionales de la Reserva Federal se merecen una condecoración por sus rápidos y moderados golpes preventivos contra el recalentamiento inflacionario.

Sin embargo, la economía no se puede considerar una ciencia exacta. Las posibilidades de una recesión en Estados Unidos antes de finales de 1990, incluso para un optimista como yo, deben elevarse ahora al 50%.

Empeoramiento

Antes de enumerar los datos económicos críticos que determinarán el destino de la economía global, voy a mencionar la situación política general del mundo. Ciertas nubes tormentosas menores han surgido en el horizonte.

Las manifestaciones de los estudianes chinos por la democracia terminaron con una reacción represiva. Fueron malas noticias. Malas noticias para la reforma económica y el progreso en el continente. Ciertamente, malas noticias para Hong Kong. Y para Taiwan, tanto malas como buenas: por una parte, es probable que aumente la superioridad económica de Taiwan sobre el continente; por otra, puede incrementarse el peligro de una intervención militar en el futuro contra la autonomía de esta isla de empresa capitalista.

La apertura de Gorbachov en la Unión Soviética hacia la libertad (glastnost) y hacia la reforma de los incentivos de mercado (perestroika) ha tenido problemas recientemente. El descontento étnico puede desbordarse. El descontento popular y el resentimiento por los sacrificios y la austeridad necesarios en la transición desde una planificación totalitaria a un sistema de mercado de beneficios y pérdidas, si no derriba a Gorbachov, podría llevarle a dar un paso atrás y a la reacción.

El partido que ha dominado la política de Japón durante décadas tiene problemas de nuevo. El escándalo de corrupción de Recruit, unido a los escándalos sexuales del primer ministro Uno y el amplio resentimiento por los nuevos impuestos al consumo, amenazan con trastornar el armónico modus vivendi que ha hecho posible un milagro económico en la cuenca del Pacífico.

Afortunadamente, la perspectiva de una mayor unificación del Mercado Común Europeo en 1992 es un contrapeso favorable para los deterioros políticos enumerados. Pero incluso allí existe el peligro de que la libertad económica en el interior de Europa pueda implicar un mayor proteccionismo contra Asia y América del Norte.

Lo más necesario ahora son mayores facilidades monetarias por parte de la Reserva Federal. ¿Por qué? Porque su supuesto objetivo para el crecimiento real de Estados Unidos es del 2% al 2,5% anual, y las probabilidades objetivas indican que no se alcanzará.

Una vez que las recesiones abiertas empiezan, tienden a escaparse de las manos. Eso ocurrió en 1974 siendo presidente de la Reserva Federal Arthur Burns. Ocurrió en 1981-1982 con Paul Volcker, al intentar remover del sistema una inflación de dos cifras.

Aplaudo el objetivo a largo plazo de un nivel de precios estable. Pero tratar de reducir a una tasa de inflación cero la actual dura tasa norteamericana del 4% al 5% acarrearía como coste una recesión en 1990-1991 lo suficientemente profunda como para duplicar la tasa de desempleo.

El doctor Greenspan y los jefes nombrados de los consejos regionales de la Reserva no tienen el mandato del electorado para imponer tales sacrificios. La independencia de la Reserva Federal se pondría en peligro imprudentemente si se comprometiera -conscientemente o por inadvertencia- en semejante salto.

Compromiso de Washington

Creo que la opinión pública y oficial de Europa y Asia hará bien esperando que Washington, se comprometerá durante el resto de 1989 en intentos calculados para prevenir cualquier aterrizaje realmente duro.

Si esto lleva a reducciones de los tipos de interés que debiliten al dólar este otoño, así sea. Wall Street puede vivir con ello y también las bolsas extranjeras.

El argumento racional contra el pesimismo para la economía mundial al inicio de una nueva década está, a mi entender, en el hecho afortunado de que las fuerzas que ocasionan un empeoramiento de la inflación aún parecen débiles. Eso significa que la Reserva Federal conserva su poder para contrapesar cualquier amenaza realmente seria de recesión futura.

Todos nos sentiríamos agradecidos.

Traducción: Isabel Cardona

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