Kaunda: "El 'apartheid' no puede reformarse"
El presidente de Zambia no cree en la capacidad del surafricano De Klerk para acabar con el racismo
Kenneth Kaunda, presidente de Zambia, ha sido el primer jefe de Estado africano que se ha entrevistado con el presidente provisional de Suráfrica, Frederik de Klerk, cuyo predecesor en el cargo, Pieter Botha, tuvo que renunciar precisamente por oponerse a este encuentro, celebrado el 28 de agosto pasado. En la conversación mantenida con este periódico, el líder africano manifestó su impresión de que De Klerk es un hombre honesto y sincero, pero no ocultó sus dudas respecto a su capacidad para desmantelar el sistema de segregación racial imperante en Suráfrica. "El apartheid no puede reformarse, sólo abolirse", manifestó el presidente de Zambia.
Kaunda tiene 65 años y lleva 25 ocupando la jefatura del Esta do. Dirigió la delegación de su país en la novena cumbre de los países no alineados, celebrada en Belgrado la pasada semana, y concedió dos entrevistas a EL PAÍS. La primera tuvo lugar el miércoles pasado, pero un fallo técnico impidió que la entrevista quedase grabada en el magnetofón. Al día siguiente, sin plantear el menor problema y con una comprensión paternal, el presidente zambio accedió a repetir la entrevista.
Pregunta. Señor presidente, ¿cuál es su opinión sobre los resultados de las recientes elecciones en Suráfrica?
Respuesta. Esas elecciones fueron las elecciones de unos, por unos pocos y para unos pocos. No tienen relevancia para la mayoría que no puede votar. La mayoría negra habló con una voz fuerte al decidir ir a la huelga. Los indios y la gente de color que gozan de derecho a voto según el estilo apartheid, también se abstuvieron. Estas voces son las que cuentan.
Buenas intenciones
P.Usted tuvo un encuentro con De Klerk, ¿obtuvo usted algunas garantías para la abolición del apartheid?
R. De Klerk no me hizo ninguna promesa. Me afirmó que estaba en contra del apartheid y que haría todo lo posible por destruirlo, según el programa de su Partido Nacional, en los próximos cinco años. Yo quise este encuentro para conocer a De Klerk y ver qué tipo de hombre era. Mi impresión es que se trata de una persona honesta y sincera, con buenas intenciones, pero no sé si estas características son suficientes para que yo diga que De Klerk haya analizado el problema del apartheid honesta y seriamente. Aun si lo hubiese hecho, no sé si estaría en disposición de abolir el apartheid y no sólo de reformarlo conforme propone el programa de su partido. El apartheid no puede ser reformado, sólo abolido.
P. Usted mantuvo encuentros con otros presidentes surafricanos.
R. Sí. En 1975 me encontré con Foster y le advertí sobre las consecuencias del apartheid. También me encontré con Botha, el predecesor de De Klerk, en la frontera entre Botsuana y Suráfrica. Le advertí a él también sobre la catástrofe inminente de la política del apartheid. La diferencia entre De Klerk y los otros es que De Klerk habla de la abolición del apartheid.
P. ¿Tiene usted el apoyo de otros presidentes de los países de la línea del frente (que agrupa a Zambia, Zimbabue, Tanzania, Mozambique, Botsuana y Angola) para sus contactos con los presidente surafricanos?
R. Ninguno de ellos se ha opuesto. De hecho, el encuentro con Foster nos ayudó a liberar a los compañeros Robert Mugabe [actual presidente de Zimbabue] y Joshua Nkomo de la cárcel.
P. En las elecciones suráfricanas, celebradas el 7 de septiembre, los conservadores, que proponen la vuelta a las leyes más duras del apartheid, obtuvieron un fuerte avance. ¿Qué significado da a estos resultados?
R. Esto significan que la explosión se está acercando. Cuando se habla directamente a favor del apartheid sólo se despiertan los instintos combativos, es lo que va a lograr la derecha conservadora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.