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La Guardia Civil busca a tres marroquíes por la muerte de una familia en Ibiza

Àngels Piñol

La Guardia Civil investiga el paradero de tres marroquíes en relación con la muerte de un matrimonio alemán, afincado en Ibiza desde hacía 10 años,y sus dos hijas, de 6 y 4 años, cuyos cadáveres fueron hallados, con señales de haber sido estrangulados con un alambre, sepultados bajo una capa de hormigón en el jardín de su chalé.

El titular del juzgado de Instrucción de Ibiza, Juan Carlos Torres, indicó ayer que los súbditos marroquíes eran, de momento, los únicos sospechosos porque su desaparición coincidía con la de la familia asesinada y porque conocían a la perfección la finca, en cuyo jardín habían construido un edificio ilegal sobre el que pesa una orden de demolición."Cuando menos, es sorprendente que huyeran de la isla sin dejar rastro", explicó el juez, quien calificó el crimen de "dantesco" y aseguró que era el más brutal ocurrido en la isla. Torres no quiso pronunciarse sobre el móvil, aunque no descartó totalmente la hipótesis de un posible ajuste de cuentas. Otras fuentes apuntan que el alemán adeudaba todavía dinero a los marroquíes. Fuentes judiciales, sin embargo, expresaron sus reservas sobre la fijación policial por los tres africanos, sugiriendo que las investigaciones se centraban en ellos ante la ausencia de cualquier otra pista.

El alemán asesinado, Richard Carl Schmitz, de 55 años, no había sido detenido ni aparecía involucrado en ninguna operación urbanística ilegal, según el juez. El nuevo edificio figuraba a nombre de la mujer asesinada, Beate Josephine Maria Werner, aunque amigos de la familia aseguran que ya había sido vendido.

Niñas vestidas

La forma en que fueron hallados los cadáveres indica que los asesinos conocían la finca. La fosa en que fueron enterrados los cadáveres se encuentra justo en una esquina entre el edificio ilegal y la residencia de la familia. Se trata de un trozo de parterre, que fue cavado y cubierto con vigas para evitar que se descubrieran los cuerpos. Los homicidas cambiaron el candado de la verja de hierro. Los perros -la familia tenía más de una docena- no mostraron síntomas de alarma que alertaran al vecindario.La última vez que se tuvo noticia de la familia asesinada fue el pasado miércoles por la noche. Francisca del Campo, empleada del hogar, acudió a su trabajo sin observar nada extraño. "Sobre las seis y media de la tarde, el marido se marchó con los tres marroquíes en el coche. Bea y las niñas estaban fuera. Cuando acabé mi trabajo, cerré el. candado de la verja con mi llave que ya no volvió a encajar en la cerradura" explicó. Francisca oyó que regresaban los dos vehículos de la familia, pero no escuchó, a diferencia de otros testigos que han declarado ante el juez, los gritos de una de las niñas. Del Campo fue requerida por la Guardia Civil para que inspeccionara la vivienda. Sólo echó en falta las sábanas, de las camas de las niñas, que sirvieron para amortajar los cadáveres.

En la casa había una caja fuerte que fue abierta sin ser forzada y de la que faltaban algunos efectos. El juez ha ordenado enviar a Barcelona una muestra de los cadáveres de la madre y las niñas para comprobar si fueron violadas. Sólo Schmitz de complexión corpulenta presentaba heridas sintomáticas de haber opuesto resistencia.

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