Solidaridad polaca
POR PRIMERA vez desde hace 45 años, Polonia va a tener un Gobierno no comunista. Solidaridad, un sindicato que se ha convertido en un gran movimiento de masas de carácter político-social y que ha ganado por amplio margen las primeras elecciones libres celebradas en el país, va a encabezar el próximo Gobierno. Aún se discute sobre su composición concreta, pero estamos ante un hecho de alcance histórico: por primera vez en un país del Pacto de Varsovia el partido comunista ha tenido que abandonar la jefatura del Gobierno. Con una rapidez que nadie había previsto, el proceso de reforma iniciado cautamente con la negociación de la mesa redonda ha desembocado en un Gobierno encabezado por un movimiento cuyos dirigentes han pasado, en escaso tiempo, de la cárcel a los ministerios. Y ello como consecuencia del voto ciudadano. La democracia ha triunfado.Los acuerdos de la mesa redonda -con la concesión de Solidaridad aceptando en el Congreso una representación artificialmente reducida a un 35%- estaban enfocados a preparar una transición mucho más lenta, dejando el poder en manos comunistas hasta las elecciones generales de 1993, en las que ya se aplicaría plenamente la regla democrática y los más votados accederían al Gobierno. Tres factores han impuesto un desenlace diferente. Primero, la magnitud de la derrota electoral del POUP, el partido de los comunistas, que quedó por debajo del 15%. Segundo, la evolución de dos pequeños partidos, demócrata y campesino, que han roto su tradicional actitud de satélites obedientes del POUP y han aceptado formarGobierno con Solidaridad. Se ha creado así una situación parlamentaria inédita: el POUP pierde su mayoría, mientras que Solidaridad, el Partido Demócrata y el Partido Campesino Unificado pueden formar una mayoría capaz de gobernar. El tercer factor, decisivo, es el empeoramiento de la situación económica, cuyo enderezamiento no es posible sin un amplio apoyo popular.
Esos factores han determinado una situación en la que el POUP no puede gobernar -sin recurrir a métodos violentos y provocar una guerra civil- y en que Solidaridad se convierte en factor de estabilidad social. El propio general Kiszczak lo reconoció así al proponer un Gobierno de "amplia coalición" con Solidaridad. Pero tal solución era imposible; no sólo hubiese desprestigiado a Solidaridad, sino que hubiese hecho perder a las masas polacas, en una etapa de graves tensiones sociales, su última esperanza. Hubiese sido una solución desestabilizadora. A la vez, Solidaridad no podía limitarse a la negativa, rehuyendo su responsabilidad. Así surgió la propuesta de Walesa de un Gobierno dirigido por Solidaridad, que Jaruzelski y los comunistas han tenido que aceptar.
No ha habido en Solidaridad un afán de asaltar el poder. Dirigir hoy el Gobierno, y en particular las carteras económicas, implica cargar con problemas gravísimos en una coyuntura en la que será muy dificil dar satisfacción a las demandas de amplios sectores sociales. Por otra parte, fiel a su línea de promover una transición gradual y de evitar el choque frontal con el aparato existente, Walesa ha ofrecido a Jaruzelski que los ministerios de Defensa e Interior -"la base de la continuidad fisica del Estado", según sus palabras- sean desempeñados por comunistas. Al mismo tiempo, ha reafirmado su creencia de que Polonia debe conservar sus alianzas exteriores y permanecer en el Pacto de Varsovia.
La reacción positiva de la URSS a esta posición de Walesa tiene enorme importancia porque es una forma de dar el visto bueno al nuevo Gobierno. Se materializa así claramente el abandono de la tesis de la soberanía limitada de Breznev. Además, en relación con Polonia, cuyo valor estratégico es muy superior al de Hungría o Checoslovaquia. Ahora es fundamental que la ayuda económica exterior permita a los polacos asociar la conquista de la democracia con la mejora en sus condiciones de vida. Esa ayuda es hoy urgente.
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