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Alcance y límites de las reformas en Hungría y Polonia

A los ojos de la gran mayoría del pueblo, los partidos estalinistas en Hungría y Polonia conquistaron el poder por medios ilegítimos. Fueron instalados allí por el Ejército y la Policía soviéticos. Se les vio como a sátrapas del Kremlin. Primero consolidaron su poder a través de elecciones fraudulentas que después se convirtieron en ficticias, contando, para gobernar, con el amplio apoyo del aparato represivo.El régimen de terror, la legalización del sistema de partido único y la falta de libertades democráticas fundamentales están justificados, tanto para estalinistas corno para posestalinistas, por el hecho de que cualquier democratización real haría perder poder al partido. Como Deng Xiaoping en China, identifican la pérdida de poder del partido con el restablecimiento del capitalismo. De manera significalliva, este axioma es utilizado tanto por los liberales del Este como de Occidente, e incluso por un gran número de socialdemócratas, aunque aquí con una connotación positiva y no negativa.

Sin embargo, no existe ninguna prueba ni empírica ni teórica que demuestre la validez del razonamiento.

Si se examinan con atención las opciones de la opinión pública -sobre tedo, obrera, pero no sólo obrera- durante el período de relativa libertad política (en Hungría más que en Polonia) en 1945-1946, podrá comprobarse que la mayoría de los ciudadanos de ambos países se manifestó a favor de transformaciones estructurales profundas, tanto económicas como sociales, que implicaron de hecho la abolición del capitalismo. En el transcurso de la revolución húngara de 1956 y durante la ascensión de Solidaridad en Polonia en 1980-1981, cuando millones de asalariados pudieron pronunciarse con absoluta libertad, sus opciones fueron fundamentalmente confirmadas. Pueden resumirse en la fórmula: democracia política pluripartidista + mantenimiento de la propiedad social de la granindustria y de los bancos + autogestión obrera (consejos obreros).

A pesar del creciente e indíscutible desencanto ante el "proyecto socialista" representado por el partido comunista, de la inexistencia (momentánea) de cualquier "proyecto socialista"de recambio reconocido masivamente, y del atractivo, no menos indiscutible, de un "modelo consumista" occidental, ¿serán confirmadas por tercera vez, en el correr de los meses y años futuros, estas opciones?La respuesta a esta pregunta será dada, ante todo, por la lucha de fuerzas sociales opuestas cuyo antagonismo está determinado por intereses materiales. No dependerá tanto de la influencia relativa de ideologías y de dogmas: el liberalismo económ'co es tan dogmático como el estalinismo. Ya es un mito concebir a la sociedad civil como una simple suma de individuos. La sociedad civil, tanto en el Este como en Occidente, está estructurada en fuerzas y clases sociales que actúan en función de sus intereses materiales reales, sea cual sea la conciencia -o falta de conciencia- de esos intereses que las animan por todas partes.

El restablecimiento del capitalismo y la total integración en el mercado mundial implicarían para Hungría, así como para Polonia, dos regresiones históricas sumamente dolorosas para la mayoría del pueblo. Estaría sustituyendo una dependencia de la URSS por otra del Fondo Monetario Internacional (FMI), es decir, de los grandesbancos norteamericanos, alemanes occidentales, franceses, etcétera, de las grandes compañías inulti nacionales y de la burguesía internacional.

Tal dependencia llevaría a estos países -comprendido su "perfil industrial"- a la situación de países periféricos e inuluso semicoloniales, es decir, lo que eran antes de 1940. Ocasionaría un sensible descenso del nivel de vida de,la mayoría de asalariados. Acentuaría mucho más las desigualdades sociales y la pobreza, especialmente por la reaparición del paro masivo y por el desmantelamiento de los servicios sociales que garantizan las necesidades básicas de todos, incluso las más modestas.

Creer que las víctimas de estas regresiones las aceptarían pasivamente cuando están con la euforia de una libertad reconquistada es equivocarse por completo en lo que respecta a los complejos motivos que a lo largo de' la historia han inducido a actuar a hombres y a mujeres.

La Revolución Francesa y muchos otros acontecimientosde los dos últimos siglos lo atestiguan: resulta imposible eliminar "el problema social" y los antagonismos sociales de la lucha por la libertad política. Para los pobres, para la masa del pueblo, la lucha por la libertad es también la lucha para poder combatir libremente contra la miseria y la desigualdad. Ningún dogma sobre la senaración de poderes o sobre las ventajas de una democracia representativa que permita reformas graduales impedirá que las masas reclamen lo que se les debe en el plano político y social, cuando sus intereses rriteriales sean pisoteados.

Por tal razón, la opción fundamental en Hungría y en Polo~ nia no será entre liberalización económica hasta el restablecimiento del capitalismo + libertad política y planificación burocrática (desorden) + d1ctadura. En cambio, la opción básica sería: o bien libertad política (comprendida la libertad de acción para las masas) + reformas económicas que no lleguen al restablecimiento del capitalismo, o bien liberalización económica hasta el restablecimiento del capitalismo + represión política ant;obrera creciente.

En otras palabras: el centro del problema es la necesidad inevitable, para toda política de reformas que sobrepasa ciertos límites, de aplicar severas medidas de austeridad y el grado de resistencia popular frente a ella.

Bush, Kohl, Thatcher y los dirigentes del FMI lo comprenden muy bien y lo dicen abiertamente. Su mensaje a los pueblos húngaro y polaco se resume así: obtendréis créditos para inversiones (con la reapropiación parcial de una parte de vuestras fábricas por el capital internacional) si estáis dispuestos a apretaros el cinturón. Es el precio a pagar por la democracia.

Lech Walesa, más próximo a la clase trabajadora polaca que los otros dirigentes del ala moderada, mayoritaria, de Solida-

también lo comprende perfectamente. Por este motivo duda en compartir la responsa-

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Traducción: C. Scavino.

Alcance y límites de las reformas en Hungría y Polonia

Viene de la página anteriorbilidad del Gobierno con el partido comunista, al tiempo que recorre el país para convencer a los trabajadores de que no hagan huelga para defender sus puestos de trabajo y poder adquisitivo.

Es evidente ya que una parte de la clase obrera polaca no acepta este proyecto. En Hungría, por el momento, las cosas no son tan claras: se concretarán en un futuro no muy lejano. Sin embargo, hay un indicio. Cuando, por orden del FMI, se suprimió la gratuidad de los productos farmacéuticos, hubo un grito de indignación casi total ante el lamentable espectáculo de ver que las familias de , bajos ingresos no podían conseguir sus medicamentos por no tener con qué pagarlos. El Gobierno tuvo que rectificar su decisión.

En este sentido, detrás del proyecto político de los "reformadores comunistas" polacos y húngaros sólo hay un riesgo de fracaso: la imposibilidad de resolver el desorden económico por medios coactivos, sin la participación de las fuerzas vivas del país. También existe una posibilidad con tintes maquiavélicos: asociar las fuerzas de la oposición con la política de austeridad para evitar que la sublevación, casi inevitable contra ella, no se convierta sólo en una rebelión contra el partido comunista.

Paralelamente, el ala conservadora neoestalinista de estospartidos duda en "tomar el poder" a lo Deng porque está convencida, al igual que los reformadores, de la necesidad de una política de austeridad. Prefiere que otros hagan el trabajo sucio: rehúsa luchar por el poder si la resistencia popular ayuda a los reformadores. No obstante, debido al entusiasmo general que las masas trabajadoras sienten por la democracia política y que llega hasta las fuerzas armadas de un modo más profundo que en China, un triunfo de los conservadores resulta poco probable.

A lo largo de todo el siglo XIX, desde la ascensión del movimiento obrero, la burguesía ha estado convencida de que el capitalismo sólo podría sobrevivir si los partidos burgueses ejercieran directamente el poder. Bajo la presión de la revolución rusa y sobre todo de la revolución alemana de 19181919, llegó a la conclusión deque, a partir del momento en que perdió su legitimidad política, más valía dejar gobernar a los partidos socialdemócratas. Esto podía hacerse o bien asociándose con ellos en el ejerciciodel poder, o bien dejándolo enteramente en sus manos, en tanto que las estructuras económicas fundamentales y el aparato represivo permanecieran intactos.

La práctica ha demostrado que dicho cálculo era realista. El régimen capitalista ha sobrevivido a innumerables ministros socialdemócratas.

Hoy, la burocracia en el poder, tanto en Hungría como en Polonia, tiene una análoga opción. Está dispuesta a restablecer el parlamentarismo (que, por otra parte, no se identifica en absoluto, a través de los siglos, con el parlamentarismo burgués), a reintroducir un régimen pluripartidista, a restaurar las libertades democráticas, eincluso a asociarse con partidos socialdemócratas y pequeñoburgueses para el ejercicio del poder, durante el tiempo en que las estructuras económicas básicas y el aparato represivo permanezcan intactos. Espera, además, asegurarse de este modo una ayuda económica occidental modesta pero no despreciable, así como una nueva legitimidad que le ofrece la, burguesía internacional. Por estos motivos, una solución semejante es un mal menor en comparación con los riesgos de "desestabilización generalizada" en Europa. Es decir, de alzamientos obreros que encuentren eco en Europa occidental.

No hay nada que diga que este proyecto no sea realista. Estaría menos amenazado por el riesgo de "restablecer el capitalismo" que por las revueltas populares.

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