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El 'perdon' a Cicippio da un respiro a Washington

Una sensación de alivio se extendió a primeras horas de la tarde de ayer por la capital norteamericana al conocerse la decisión de los secuestradores del rehén norteamericano Joseph Cicippio de congelar su ejecución por tiempo indefinido, aparentemente como consecuencia de las fuertes presiones diplomáticas de Washington sobre los países de la zona, incluido Irán. En un comunicado transmitido por todos los medios de comunicación de Estados Unidos a las 2.30 de la tarde (20.30 hora peninsular española), la Organización de la Justicia Revolucionaria -un grupo terrorista integrado en el Hezbolá (Partido de Dios), de inspiración iraní- anunció la suspensión de la sentencia de muerte de Cicippio, un funcionario de 58 años de la Universidad Americana de Beirut, apenas media hora antes de que se cumpliera el plazo de su ejecución, tras dos aplazamientos previos.

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La organización explicaba su de cisión de aplazar la ejecución de Cicippio, secuestrado en el campus de la universidad de donde era interventor en septiembre de 1986, gracias a la mediación de terceros. Justicia Revolucionaria no aclaraba si el aplazamiento era definitivo o sólo temporal, aunque la interpretación de los expertos apuntaba en la primera dirección. Horas antes del anuncio, el clima de tensión en la Casa Blanca se había acrecentado al conocerse un dramático vídeo facilitado por los terroristas en el que Cicippio, hacía un llamamiento a "todo el pueblo norteamericano para que obligue a Israel a liberar al jeque Obeid". La Casa Blanca no pudo ocultar su satisfacción por la decisión terrorista. El portavoz presidencial, Marlin Fitzwzater, en un comunicado dado a la publicidad pocos minutos despues de cono cerse la noticia, ratificó la decisión de "desarrollo a la vez alentador y esperanzador", aunque se apresuró a aclarar que el mismo no suponía una solució definitiva a la crisis de: los re ienes. Y, significativamente, Fitzwater, expresó la "gratitud" de EE UU "a todos aquellos que han inten tado ayudar" en la evitación de un nuevo derramamiento de sangre.

Aunque la declaración oficial no mencionaba a los países que han contribuido a, suavizar la tensión, círculos diplomáticos de la capital norteamericana no te nían ayer la menor duda de que tres capitales, -Moscú, Damasco y Teherán-, han jugado un papel primordial eja la solución temporal del problerna.

Gestión de Shevardnadze

A este respecto se recordaba ayer en Washington la gestión realizada el martes en la capital iraní por el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Edvard Shevardnadze, que se entrevistó durante su visita a Teherán con el presidente electo, hojatoleslam Rafsanjani, a quién aparentemente transmitió la petición de mediación norteamericana, junto a la condena soviética por el asesinato del teniente coronel William. Higgins. Al mismo tiempo, Estados Unidos había advertido seriamente a Irán, a través de Suiza, de que Washington haría responsable a Teherán de cualquier nuevo derramamiento de sangre que pudiera producirse.

La mediación iraní fue reconocida ayer durante la rueda de prensa diaria del Departamento de Estado, cuya portavoz, Margaret Tutwiler, manifestó textualmente: "Hemos estado en contacto con Irán a través de varios canales y no tenemos nínguna razón para creer que no se estén ocupando seriamente de este asunto". Por su parte, Fitzwater había declarado anteriormente que EE UU tenía la esperanza de que la elección de Rarfsanjani a la presidencia de Irán supusiera "un signo positivo" para las relaciones entre los dos países.

Por su parte, parece que Siria ha ejercido presión sobre algunos grupos extremistas libaneses en un intento de conseguir que los secuestradores de Cicippio no llevaran a cabo su amenaza.

Solución global

Por el momento, se desconoce si el aplazamiento en la ejecución del norteamericano constituye un hecho aislado o, por el contrario, pudiera formar parte de un plan para la solución total del tema de los rehenes mediante un canje masivo. Aunque fuentes oficiales de Washington niegan que tal solución se haya aprobado, ya que de aceptarse echaría por tierra la doctrina oficial de que EE UU no negocia con terroristas, parece que el secretario de Estado, James Baker, está dispuesto a dar por buena la oferta de Israel de canjear al jeque Abdelkarim Obeid por todos los rehenes israelíes y occidentales en manos de los grupos proiraníes. Obeid tiene sobre su cabeza una verdadera espada de Damócles: la posibilidad de que Israel acceda a su extradición a EE UU para ser juzgado en este país por secuestro y asesinato.

En la capital norteamericana no existía ayer la menor duda de que George Bush, incluso a pesar suyo, se hubiera visto obligado a ordenar una intervención militar contra objetivos no especificados, pero muy probablemente iraníes, en caso de que los terroristas hubieran ejecutado a Gippio. Del clima reinante ayer en Washington puede dar idea una resolución aprobada por unanimidad por el Senado momentos antes de conocerse la decísión de Justicia Revolucionaria, en la que la Cámara alta acordaba conceder todo su apoyo a Bush si éste optaba finalmente por una acción militar.

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