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La amenaza de una huelga ferroviaria se cierne sobre la 'perestroika'

Pilar Bonet

La amenaza de una huelga de ferroviarios, que el Gobierno ha tratado de evitar en negociaciones de última hora, se cierne hoy sobre la perestroika de Míjail Gorbachov y vuelve a poner a prueba la capacidad de convicción y maniobra de la directiva soviética. "La información según la cual se prepara una huelga de ferroviarios tiene una base real", manifestó ayer ante el Soviet Supremo de la URSS (Parlamento), el diputado Alexandr Vasiliev, un maquinista ucranio, que dio cuenta de las conversaciones, el día anterior, con el comité de huelga de su propia empresa (Ferrocarriles del Sur), donde la mayoría de las demandas no había sido satisfecha, según dijo. "Los ferroviarios dieron un ultimátum cuyo plazo expira el uno de agosto", afirmó el diputado. La mayoría de las demandas coinciden con las de los mineros, pero existen otras específicas, entre ellas, según dijo, interrumpir inmediatamente la actividad de las "cooperativas parásitas".

La plantilla de los ferrocarriles soviéticos es de cuatro millones de personas divididas en 32 colectivos. La convocatoria de huelga era desmentida categóricamente por los portavoces sindicales, incluido el presidente del sector ferrroviario, Ivan Jilkievich quien, sin embargo, admitió la difusión de llamamientos a la huelga. Las reivindicaciones de los ferroviarios fueron examinadas, según dijo, en una reunión el 26 y 27 de julio en el Ministerio de Ferrocarriles. Otra reunión está prevista para hoy. El sábado, la Prensa del sector publicó el llamamiento del ministro, Konarev, a todos los empleados.

Los ferroviarios piden un aumento de las tarifas, que ahora son muy bajas y no se diferencian según el tipo de carga a transportar, dijo un portavoz sindical. Sus exigencias son centenares, según manifestaba el viceprimer ministro V. Ginko al periódicoIzvestia, que informaba de llamamientos de huelga en Donetz (Ucrania) y Orsha (Bielorusia). El viceministro atribuyó la convocatoria a miembros de la Unión Democrática (un grupo de oposición informal) llegados desde Moscú.

En Leningrado, el jefe de la dirección de ferrocarriles del distrito de Octubre, A. Zaitsev, informó de que se habían tomado medidas para evitar la huelga, una "verdadera catástrofe" para la región económica del noroeste, según Pravda. La huelga de maquinistas supone el paro de las fábricas y el caos en la vida cotidiana, aseguraba Pravda el sábado, citando el periódico leningradense Okflabrskskaia MagistraL Su director, Valeri Avilov, aseguraba a los corresponsales extranjeros que reinaba la calma y no existían comités de huelga. "La experiencia mundial muestra que las relaciones y el orden en los ferrocarriles deben ser casi militares, pues los ferroviarios tienenen sus manos prácticamente el destino de todo el país", escribía Pravda.

"Esta huelga puede ser como un infarto para la economía, porque paraliza el sistema circulatorio", decía un parlamentario del recién formado grupo opositor interregional, que ayer celebraba su primer mitin en Moscú.

La insatisfacción obrera potencia hoy la rápida cristalización de grupos con vocación de sindicatos libres. Uno de ellos, la Asociación de Sindicatos Socialistas, acaba de obtener estatuto jurídico y quiere organizar formalmente a los miles de simpatizantes, residentes en numerosas ciudades, desde Yaroslav hasta Saratov, pasando por Vílnius o Voronetz, según aseguró a EL PMS Serguel Jramov, uno de sus fundadores. La legalización del sindicato había sido rechazada anteriormente y solo llegó tras las huelgas de los mineros. Los sindicatos oficiales, afirma Jramov, reaccionaron "muy mal".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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