'Big bang' a la española
LA REFORMA de la bolsa española, que entró finalmente en vigor ayer, sábado, persigue desde luego unos objetivos más modestos que los acometidos por el mercado británico hace ya casi dos años, pero este big bang a la española, sin embargo, no deja de tener una importacia similar al del Reino Unido en el proceso de modernización del sistema financiero nacional. Algo, por otra parte, demandado por la necesidad de introducir elementos de competitividad en un mercado cada vez más dinámico.La reforma de los mercados de valores españoles se pone en marcha con una finalidad bastante clara: la de convertirlos en un instrumento más transparente y adaptado al entorno internacional. La criticada ley de reforma del mercado de valores era una especie de pelota a seguir que casi todos dieron por perdida. La Comisión, Nacional del Mercado de Valores (CNMV), encargada de desarrollar una ley abierta, comenzó su labor con un entorno en contra, pero con un carácter dialogante que pronto dio sus frutos y empujó a todas las instituciones financieras -incluidas las juntas sindicales- a participar en el proyecto. El resultado ha sido una estructura normativa que apenas ha tocado la dinámica del mercado, pero que ha sentado las bases de un juego fácilmente controlable. La reciente actuación de la CNMV en el caso Drexell no ha podido ser más oportuna, pues ha demostrado un alto grado de control ya en los momentos preliminares de la reforma, es decir, cuando los miembros del mercado todavía no estaban sujetos a la rígida normativa contable recientemente desarrollada.
Las normas del juego están cambiando, y por esto la CNMV espera que casos como el de Drexell sean atípicos, aunque reconoce que serán numerosas las investigaciones rutinarias, muy sencillas gracias al registro de operaciones que todas las sociedades y agencias de valores y bolsa deberán llevar a partir de este momento.
La imagen de transparencia que la nueva bolsa quiere dar está encontrando, sin embargo, algunas resistencias notables entre los especuladores, materializadas en el rechazo al nuevo sistema de contratación de valores a través de ordenador. Lo que para unos es transparente, para otros es totalmente opaco, pues la condición de iguales les impide controlar el juego y sacar provecho de él. Los pequeños inversores participarán a partir de ahora en un régimen de relativa igualdad, pues, si bien tendrán acceso a la información y asesoramiento en las mismas condiciones que los inversores con más recursos, tendrán que hacer frente a unos costes proporcionalmente más elevados.
La reforma no ha hecho más que empezar, y en los próximos meses seguirá avanzando mediante nuevos desarrollos normativos que la CNMV está estudiando. La incorporación de los valores bancarios al sistema de contratación asistida por ordenador, en igualdad con el resto de los valores, se producirá a principios del año próximo, con lo que para entonces habrá desaparecido un agravio comparativo que han venido padeciendo la mayoría de las sociedades.
El éxito de la reforma se medirá cuando el mercado de valores asuma la función de fuente de financiación de las empresas, algo que ahora apenas funciona. Jugar en bolsa puede ser una expresión que caiga en desuso si se consigue acabar con el uso de la información privilegiada, por primera vez castigada mediante ley en este país. La especulación seguirá existiendo, pero dejará más espacios libres para la inversión honesta, lo que beneficiará, al mismo tiempo, a las empresas y a aquellos ciudadanos que decidan asumir un riesgo colocando su dinero en un mercado serio y transparente.
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