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Tribuna:PROCESO DE CONCENTRACIÓN DE LAS CAJAS CATALANAS
Tribuna
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Fusión a reacción

El autor analiza la fusión de las caixas de Pensions y de Barcelona dentro M actual proceso de concentración que viven las cajas de ahorro, y afirma que en el caso catalán se trata más bien de una huida hacia adelante de dos entidades que venían registrando descensos de rentabilidad y que ven comprometido su futuro crecimiento a causa de las medidas fiscales para evitar la ocultación de dinero negro a través de la captación de seguros de prima única.

El sector de cajas de ahorros está en plena ebullición. Si se llevan a cabo todas las operaciones de fusión planteadas, las 77 entidades existentes a finales del pasado año quedarán reducidas a 4.8. Por razones fundamentalmente políticas, los procesos de concentración, hasta la fecha, se han planteado dentro del marco autonómico. La vecindad de las cajas fusionables genera a la vez ventajas e inconvenientes. La proximidad cultural e histórica, así como el hecho de compartir un mismo idioma, suavizarán las múltiples fricciones internas, mientras que la cuenta de explotación conjunta se beneficiará de una disminución de la competencia en los territorios de mayor implantación. Los inconvenientes repercutirán tanto sobre los clientes, que sufrirán una reducción en la oferta de entidades bancarias, como sobre la propia racionalidad financiera de la caja resultante de la fusión, con un negocio peligrosamente concentrado y frecuentes duplicidades en su red de distribución.La mayoría de estas fusiones darán como resultado empresas de tamaño medio, entre 250.000 y 750.000 millones de pesetas de activo total, ocupando posiciones por debajo de las diez mayores entidades bancarias españolas y por detrás de la número 400 en el mercado mundial. Así pues, la posible incidencia de este movimiento sobre el grado de oligopolio de la banca española sería muy reducida.

Sin embargo, la fusión entre la Caja de Pensiones -La Caixa- y la Caja de Ahorros de Barcelona, que dará como resultado la primera entidad bancaria española por recursos ajenos, excede de las dimensiones planteadas en el resto de operaciones, produciendo un notable incremento de la concentración bancaria, tanto a nivel autonómico como nacional.

Existe un intenso debate entre los analistas económicos sobre la propia racionalidad de los procesos de fusión. Como ocurre con casi todos los fenómenos económicos complejos, no existe una respuesta única que valide o rechace el conjunto de estos procesos. Ni siquiera desde un punto de vista estrictamente económico -despreciando razones tan importantes como el poder político y la relevancia social- puede efectuarse una argumentación irrefutable, dada la gran cantidad de matices que presenta la fusión de empresas.

Economías de escala

Entre los factores parcialmente explicativos de las fusiones en el sistema bancario español, figura la obtención de economías de escala. Esto es, la disminución de los costes unitarios al incrementarse el volumen de producción. Una reciente investigación empírica, realizada con la metodología más actual, sobre datos del período 1985-1987, encuentra para las entidades bancarias españolas, y las cajas de ahorros en particular, las mismas características determinadas para la banca internacional en los estudios más recientes: el agotamiento de las economías de escala en tamaños relativamente reducidos.

Tampoco las economías de alcance -ahorro de costes como consecuencia de la producción conjunta de varios outputs- aparecen como relevantes entre las cajas españolas. Por el contrario, se observa un incremento en los costes como resultado de un excesivo grado de diversificación en la producción de estas entidades, probable consecuencia de su acelerada introducción, durante la última década, en actividades tradicionalmente ajenas a las cajas de ahorros.

Así pues, la consecución de una mayor eficiencia productiva no figura entre las razones que justifican la fusión entre La Caixa y la Caja de Barcelona. La explicación hay que buscarla en la reacción ante las dificultades por las que atraviesan ambas entidades, más que en los hipotéticos beneficios de la fusión.

La estrategia seguida por La Caixa y la Caja de Barcelona en los últimos años se ha caracterizado por un intenso crecimiento, alcanzando el segundo y octavo puestos, respectivamente, en el ranking de entidades bancarias por recursos ajenos. Gran parte de este incremento se basa en un solo producto: los seguros de prima única, responsables de más del 60% del crecimiento de La Caixa y la Caja de Barcelona, desde su lanzamiento en 1985 y 1986 hasta diciembre de 1988. Esta evolución espectacular se ha producido aun con la limitación de las operaciones de prima única al ámbito de la comunidad autónoma catalana, a pesar del acuerdo, en marzo de 1988, para limitar al 8% el crecimiento de los recursos captados mediante las mismas, y pese a la ralentización sufrida desde el requerimiento de información sobre sus titulares, por parte de la Oficina Nacional de Inspección, en octubre pasado. El reciente fallo de la Audiencia Nacional, obligando a La Caixa a facilitar la información solicitada por Hacienda, ha puesto en peligro no sólo la continuidad de esta expansión, sino incluso el mantenimiento de los niveles actuales de recursos.

La velocidad del avance experimentado se ha dejado sentir sobre sus ratios de solvencia, que han caído por debajo del 5%, a pesar de haber recurrido ambas entidades a la financiación subordinada hasta el límite del 30% sobre los recursos propios.

Menor rentabilidad

Tras las pérdidas sufridas en 1986 por las dos empresas, la Caja de Barcelona ha visto disminuir nuevamente su rentabilidad el pasado año, teniendo incluso dificultades para cubrir la dotación a los fondos de pensiones de sus empleados. Esta debilidad estructural aparece justo en el momento en que se produce la liberalización de la expansión territorial de las cajas. Los ambiciosos planes de implantación en el ámbito nacional de las cajas catalanas requieren un considerable excedente de fondos propios, del que ambas instituciones carecen en la actualidad.

Por si esto fuera poco, las recientes medidas de política monetaria y fiscal aprobadas por el Gobierno suponen el golpe de gracia a los seguros de prima única. Estas operaciones, como todas aquellas que no reúnan los requisitos en cuanto a plazo y cobertura de riesgos exigidos a las operaciones de seguros, se consideran como depósitos desde el día 8 de julio, estando sujetas a coeficientes y retenciones. La aplicación de esta norma al volumen actual de primas únicas de La Caixa produciría pérdidas evaluadas en más de 20.000 millones de pesetas, derivadas del diferencial existente entre los tipos de interés libres y los de las inversiones obligatorias.

La solución adoptada, al menos a corto plazo, es la huida hacia adelante. Con la fusión se pretende, en primer lugar, posponer -que no solucionar- los problemas del futuro inmediato.

Al amparo de la Ley 76/1980 sobre régimen fiscal de las fusiones de empresas, y con el precedente constituido por la aplicación que efectuó el Ministerio de Economía y Hacienda con el máximo de exención -99% de la cuota del impuesto sobre sociedades- sobre las plusvalías generadas en la fusión Bilbao-Vizcaya, las grandes cajas catalanas cuentan con la revalorización de sus elementos patrimoniales para incrementar los fondos propios de la nueva entidad, aunque sólo sea en términos contables.

No deja de ser paradójico que Hacienda se vea forzada a facilitar la huida hacia adelante de dos entidades que han basado su crecimiento en activos con pretendida opacidad fiscal, y que no hubiera sido necesaria de haberse seguido estrategias más ortodoxas en la gestión. Como paradójico es también que sea el Gobierno del partido socialista quien tenga que dar luz verde a las exenciones fiscales, cuando su postura durante la crisis bancaria que azotó este país antes de 1982 clamaba contra la financiación de errores privados con dinero público. Y en este juego de las paradojas, rozando los límites de lo grotesco, uno no puede sustraerse a la idea de que un modelo de esta nueva solvencia podría haber sido la fenecida Rumasa, de haber entrado en el carrusel de fusiones, plusvalías y exenciones.

Fernando L. Delgado Fernández es profesor asociado de Economía Aplicada. Universidad Complutense de Madrid.

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