Sorprendente crisis
LA REORGANIZACIÓN ministerial anunciada por Margaret Thatcher el pasado lunes es la más amplia desde, la denominada noche de los cuchillos largos de Harold Macmillan en 1962 -17 cambios se han producido en los distintos niveles del Gobierno (ministros del Gabinete, ministros juniors y subsecretarios)-, pero ha dejado en el aire casi tantas interrogantes como a las que pretendía dar respuesta. De " asombrosa" fue calificada por algunos de los propios afectados.El origen de la crisis de Gobierno -inevitable después de la derrota conservadora en las elecciones europeas- era frenar un desgaste mucho más aparatoso que el que se concede a todo Gobierno en medio de un mandato. La resurrección del Partido Laborista como la única fuerza creíble de la oposición y las tensiones entre la primera ministra y algunos de sus ministros y compañeros de partido en torno a la política del Gobierno sobre Europa han colocado a los conservadores casi 20 puntos por detrás de sus oponentes en las preferencias del electorado.
El nuevo Ejecutivo tendría por misión principal, pues, recuperar la iniciativa política e introducir las correcciones necesarias, sobre todo en política económica, para presentarse a las nuevas elecciones -dentro de dos años- en una situación más favorable. Una inflación que no deja de crecer, la subida de los tipos de interés (de una repercusión popular muy directa en un país donde casi todo el mundo se encuentra amortizando un préstamo hipotecarlo), la oposición mayoritaria a ciertas privatizaciones sin justificación económica real, y un clima de descontento social en aumento, manifestado en las últimas semanas en la multiplicación de huelgas en los servicios públicos, han colocado al thatcherismo triunfante de las dos primeras legislaturas en una situación poco menos que defensiva. Y ni el frente interno (atomización de la oposición) ni el externo (guerra de las Malvinas) podían venir esta vez en su socorro.
De la composición del nuevo Ejecutivo, dos elementos han dejado a la opinión pública más confundida de lo que se encontraba. Se trata de la sustitución de sir Geofrey Howe en el Foreign Office y el mantenimiento como canciller del Exchequer de Nigel Lawson. El primero era uno de los fieles de la primera hora de Thatcher y estaba considerado como eventual sucesor en la jefatura del Gobierno. Se le ha reprochado seriamente su política respecto de Hong Kong, calificada de "blanda", pero ello no parece razón suficiente para desplazarle a una honorífica presidencia de los Comunes y un no menos simbólico cargo de viceprimer ministro. La política exterior del Gabinete -a pesar de la oposición que suscitan en el resto de la CE sus posiciones comunitarias- no era, desde luego, el punto más débil del Gobierno saliente.
Pero casi más sorprendente es el mantenimiento en su puesto de Nigel Lawson. Las diferencias entre la jefa del Gobierno y su ministro de Hacienda eran públicas y habían dificultado en los últimos meses la adopción de decisiones económicas de importancia. Hay quien apuesta que el relevo del canciller del Exchequer se ha dejado para el año que viene. En todo caso, y en ausencia de cualquier explicación por parte de la primera ministra, los casos de Lawson y Howe han dejado cierto halo de confusión sobre el conjunto de la operación.
Entre los ascensos más notables están el del nuevo secretario del Foreign Office, John Major, que ocupaba un puesto de segundo rango como primer secretario del Tesoro, y el de Chris Patten, que estará al frente de la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente, un departamento al que, tras la advertencia de las elecciones europeas (los verdes consiguieron el 15% de los votos), se quiere dar un nuevo impulso. Ambos son considerados como serios aspirantes a suceder algún día a Margaret Thatcher.
En todo caso, el nuevo Gabinete no es considerado por los comentaristas políticos británicos más fuerte que el saliente. Como señalaba el editorialista de The Independent, "Margaret Thatcher ha remodelado su Gabinete más profundamente de lo que se esperaba, pero no ha conseguido sino dejar importantes ministerios en manos inadecuadas".
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