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La verbena de EL PAÍS

5.000 personas de todos los sectores sociales baiIaron hasta el alba en la sede madrileña del periódico

Ni la amenaza de la tormenta veraniega que cayó sobre Madrid desde el atardecer, y que no nos dejó hasta bien entrada la noche, ni la llegada del amanecer pudieron parar los ánimos de diversión de las más de 5.000 personas que acudieron desde la medianoche del pasado viernes a la ya tradicional verbena con la que EL PAÍS brinda cada año por estas fechas veraniegas con todos sus amigos.Gente de todos los sectores de la vida española, desde la literatura hasta la política, el cine o los deportes, se reunieron en plena calle de Miguel Yuste para bailar, cantar y beber en los ambientes más variados: hubo salsa, entre otros ritmos, con La Sonora Latina; hubo sevillanas y otros aires andaluces con los Marismeños, y hubo marcha aún más moderna con la Orquesta Alcatraz. Dos escenarios y la atmósfera tradicional de una verbena -banderas de papel, churros- sirvieron de marco para la fiesta, que se abrió, como es habitual, con el chupinazo lanzado justo a la medianoche por el presidente de PRISA, Jesús de Polanco.

14.000 vasos

Fue una verbena en toda regla. Para que haya una idea cabal de su dimensión, unos cuantos datos: se sirvieron 400 tortillas, 7.000 bocadillos, 1.000 litros de cerveza y se usaron 14.000 vasos de plástico y 1.400 kilos de hielo. Ángel Casas, que actualmente dirige el programa de radio El sermón en la SER, y que ha contribuido con su presencia en la radotelevisión española a hacer que éste sea un país más distendido, lo explicaba en medio del jolgorio en el que participaba: "Una verbena es una fiesta que se celebra en la calle, que se apodera de ella y que la cambia para bien. Y esto es una verbena". Antonio Gala, que llegó con su bastón y sin sus perros: "Para hacer una verbena hay que tener a mano tres cosas: estado de ánimo, música y vino fino. Aquí hay de todo; así que tengamos verbena, porque, como ha ocurrido esta noche, después de la tempestad ha de venir la calma". Manuel Eléxpuru, un prestigioso publicitario: "Pues a mí fiesta siempre me suena a coche". José Ignacio Wert, de Demoscopia, la empresa que hace las encuestas de este diario: ¿Y quieres que te hable ahora de la fiesta? La fiesta hay que vivirla, no hablar de ella". Chonín Valdés, la responsable de la oficina de la Comunidad Europea en España: "Aquí sabemos muy bien hacer la fiesta, y a la vista está: a esta verbena no le falta de nada". Fernando G. Delgado, escritor: "La fiesta es organización. Y encontrarse con gente. Y aquí estamos". Salvador Clotas, secretario de Cultura del PSOE: "La capacidad que tiene este país para hacer fiesta es indescriptible". Jean Baudrillard, acaso el pensador francés más conocido en Europa en este momento, también vino a la fiesta, junto al profesor Jorge Lozano. El autor de Cool memories no quería hablar de la fiesta: "Quiero vivirla".

Sobre el aire de la fiesta tenía su opinión particular un hombre que se ha acogido recientemente a unas vacaciones inesperadas: el ex alcalde Juan Barranco, que llegó a la fiesta con el pelo mojado por una lluvia que no respeta a ex alcaldes: "¿Qué es la fiesta? Pues el paréntesis; cuanto más largo, mejor. ¿Mi paréntesis? Pues muy bien, no echo de menos nada; tengo más tiempo para estar con los amigos, y aunque hay trabajo, me relajo más".

Agustín Rodríguez Sahagún, el nuevo alcalde, vino un poco después de Barranco. "Claro que tengo tiempo para la fiesta; además, ahora hay que saborearla mejor, como hago en este caso, porque, como todo es más apresurado, hay que quedarse con más cosas y apoderarse de ellas más lentamente".

Divertirse

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Con los políticos -también estuvieron, entre la multitud que acudió a la verbena de EL PAÍS, los ministros Múgica y Aranzadi, el teniente de alcalde madrileño José María Álvarez del Manzano, el senador socialista, periodista también, Juan G. Bedoya- se juntaron los actores, los escritores y los artistas del escenario. Uno de los primeros en llegar, más flaco y con aspecto de niño ruin, Juan Diego. "¿Divertirse? ¿Qué es divertirse? Divertirse es darse la vuelta, carajo". Y se dio la vuelta para saludar a un compañero de rodajes, Juan Echanove, que disfrutaba en la tormentosa noche de la verbena del mismo tono de chico ruin. Echanove, que tiene bien puesto el aire de la juerga, como Massiel, que también estuvo por allí, tiene esta definición de la fiesta: "La fiesta es no tener nada que hacer; ha de ser por la noche, tiene que estar llena de tías, debe haber buen whisky y tiene que hacer calor. Así que en esta verbena tenemos de todo".

En medio de la marabunta, recibiendo a los invitados de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, el consejero-delegado de PRISA; el director del periódico, Joaquín Estefanía, y, con la estatura que le ha hecho legendario en las reuniones multitudinarias, porque se le ve desde todas partes, Javier Pradera, nuevo consejero delegado adjunto.

Por allí pasearon y bailaron los escritores de la última hornada como Javier Marías, Luis Antonio de Villena, Vicente Molina Foix o Juan José Millás; personajes de la vida que se ve por la tele como Manuel Campo Vidal, Ángeles Caso, Pablo Lizcano o Paco Lobatón; históricos de esta casa como Augusto Delkáder, ex director adjunto, que hoy dirige la cadena convencional de la SER, o como Juan Cueto, martillo de las herejías de la tele, o el pintor José Luis Verdes, que en este periódico ilustró el famoso proceso del 23-F; abogados como Fernando de Salas, Francisco Navarrete o Gerardo Viada, o editores como el presidente de su gremio, Federico Ibáñez, Gustavo Domínguez o Luis Suñén. Y humoristas como el equipo del periódico en pleno, con Máximo, Peridis y Gallego y Rey. Y Pilar Miró, con un guión debajo del brazo. Numerosos consejeros del diario y un gran número de publicitarios estuvieron, en fin, entre esos 5.000 asistentes.

Cuando la salsa se hizo omnipresente, ya habían sonado las cuatro de la mañana. Se diría que al final, pasadas las seis, la gente no cedió por agotamiento, sino porque tenía la certeza de que el año que viene, más.

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