Fusión caliente
Parece que esta vez el encuentro de Stanley Clarke y George Duke ha servido para que se pusieran completamente brillantes, sabios y económicos. La brillante sabiduría permite la economía de acudir a solo dos miembros de apoyo, un baterista de tralla constante y buena, y un teclista de servicios auxiliares. Luego están ellos dos, el teclista de permanente multiplicación y el bajista inverosímil, que tocan tanto que pueden bajar al foso y liberar una mano para saludar a la afición que aplaude y baila. "Es que esto que tocan lo pueden tocar con una sola mano", podría comentar un bienintencionado a medias; pero luego tocan con las dos y a lo largo del concierto demuestran que tocan lo que quieren.Duke y Clarke se ponen brillantes y adoptan vis escénica de estrellas del rock - y dan rock para parar un tren-, y dan pasitos y saltos y tocan una barbaridad. Clarke, el gran guitarrista del bajo eléctrico, el rítmico de su instrumento, pasmo de la afición, puede pulverizar feldespato entre sus dedos y en un momento dado entra en Good bye pork pie hat, el homenaje de Mingus a Lester Young.
Stanley Clarke y George Duke
Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 15 de julio.
En otro y en bastantes momentos más, Duke extrae de la diversidad de los teclados el antiguo lamento, reivindicación de funky desde el canto de la iglesia. Así, y desde dentro de la absoluta resolución profesional, Duke y Clarke pueden proponer más allá de un magnífico concierto de rock, un espectáculo en el que junto a los protagonismos pop de las estrellas se da una música de fusión en la que resuenan las antiguas voces de la gran música negra, y no precisamente cuando ellos se ponen a cantar, que lo hacen más que medianamente, sino cuando en sus instrumentos deslumbran por la desnuda precisión.
En el actual estado de la producción musical, Stanley Clarke y George Duke no son sólo muy reconocidos instrumentistas sino también muy solventes diseñadores de productos. Saben mucho y esta vez la sabiduría sirvió para lograr la fusión en caliente, esa que a muchos nos sigue dejando frios.
Babelia
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