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UN ARISTÓCRATA DE LA ESCENA

Un héroe romántico

Los teatros de Londres apagaron anoche durante una hora las luces de sus fachadas en señal de luto.Laurence Evans, agente y amigo de Olivier durante medio siglo, dio la noticia a primera hora de la tarde. Olivier había muerto "pacíficamente, mientras dormía", rodeado de familiares y amigos, en su residencia de Steyning, a un tiro de piedra de la costa del sur de Inglaterra. "A mi juicio fue el más grande actor de su generación", añadió Evans. "No se volverá a ver nada parecido".

Larry, como le llamaban sus amigos, sucumbió con tranquilidad al paso de los años y de las enfermedades, que en los últimos años habían incluido cáncer de próstata, neumonía, pleuresía y apendicitis. "Cuando uno se encuentra en medio de una enfermedad idiota, se debería reaccionar instintivamente", decía hace algún tiempo, después de que se le diagnosticara el cáncer. "Yo me dije a mí mismo: Te voy a vencer, cabrón, y creo que lo he conseguido". Visitó el quirófano por última vez el pasado mes de abril, para someterse a una operación de cadera.

A partir de ese momento, la llama de su vida comenzó a perder vigor de forma paulatina aunque al poco tiempo hizo acopio de energía para defender la causa del teatro, en la salvación de los restos de The Rose, el único recinto hasta ahora descubierto en que estrenara Shakespeare y en cuya campaña de rescate participó con un mensaje.

Era la última manifestación de lo que había sido su entrega a las tablas. "Es más que estar dominado por el escenario o ser ambicioso..., es una especie de sentimiento religioso hacia el trabajo de uno", dijo en 1982 para explicar su ensimismamiento perfeccionista con el arte dramático.

Laurence Kerr Olivier ya mostró su talento natural para la interpretación cuando a los 10 años representara el papel de Bruto. A los 17, el hijo menor de un pastor anglicano consiguió tina beca para estudiar arte dramático en Londres, tiempos de los que aún le recuerda la también achacosa actriz Peggy Ashcroft: "Podría decirse que era un poquito basto. Tenía el pelo de cepillo y era extremadamente vigoroso".

El personal y los actores del Teatro Nacional estaban muy afectados por su muerte. "Las banderas ondean a media asta y hemos apagado las luces del exterior", dijo un portavoz del centro, cuyo panél de la fachada vio sustituido el anuncio de la programación en los tres teatros por la leyenda "Lord Olivier, 1907-1989". Las representaciones no se suspendieron "porque eso hubiese sido lo último que él hubiese querido".

Los actores del Teatro Nacional hicieron anoche discursos fúnebres desde el proscenio. "Vamos a apagar las luces de nuestros teatros desde las nueve a las diez de la noche como homenaje a la desaparición de una institución nacional", anunció Louis Benjamín, propietario de 12 locales en la teatrolandia londinense. "Los responsables de los diferentes teatros tomarán sus propias medidas para marcar su desaparición".

Rex Harrison recordó a Olivier con pocas palabras: "Era un gran amigo, con un gran sentido del humor".

Mark Amory escribe en The Independent: "Cualquiera que tiene con el público y la crítica un éxito de escala tan espectacular, y por tan largo periodo ha de poseer ciertas cualidades: Ambición, carisma, fuerza de voluntad. Olivier las poseía y también la audacia como aliada de todas ellas, lo que le convertía siempre en algo inesperado. La calidad y variedad de su talento no tiene discusión porque triunfó en todas las actividades posibles: gran actor sakesperiano, estrella de cine, cómico, y brillante director de películas (Enrique V) y obras de teatro (El tio Vanya), fue el último actor-productor, y el primer director del Teatro Nacional, un héroe romántico cuya feminidad fue bien remarcada, rey de los escenarios británicos, y si el título tuviera algún significado: el más grande actor del mundo".

Jean Simmons quién interpretara el personaje de Ofelia con Olivier en el Hamlet con el ganaron el Oscar en 1948, contestó -con la voz rota- cuando pretendieron conocer su opinión sobre el actor: "Querido, lo siento. No puedo hablar". Y colgó.

La reina Isabel ha rendido homenaje a la memoria del actor. Su mensaje concluye: "La muerte de Olivier ha enlutado a Gran Bretaña y al mundo, él llevó el arte britanico a su cima".

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