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AFIRMACIÓN NACIONALISTA

Seis siglos de honor serbio

En el día de San Vito, el 28 de junio, de 1389, la mayor batalla jamás librada entre el cristianismo y el islam tuvo lugar en Kosovo, al sur de Serbia. Los victoriosos fueron los turcos islámicos, que se lanzaron a conquistar la mayor parte del sur de Centroeuropa hasta llegar a las puertas de Viena. Los perdedores de Kosovo fueron los serbios, cuyo imperio medieval está ahora hundido y absorbido por Yugoslavia.Durante cinco siglos, bajo la dominación turca, los serbios jamás olvidaron la batalla de Kosovo Polje, el campo de pájaros negros. Los poetas la cantaron, los pintores y escultores recordaron sus aspectos de valor y tragedia, los sacerdotes oraron por los caídos. Cuando los serbios recuperaron Kosovo de los turcos, en 1912, su ejército se arrodilló y besó este suelo sagrado.

Ahora, en el sexto centenario del día más importante en su historia, los serbios acuden desde todo el mundo no sólo para honrar a sus héroes muertos, sino para reafirmar sus demandas sobre este sitio sagrado ante los militantes islámicos, que una vez más quieren el triunfo en Kosovo. Los albaneses, que florecieron bajo el dominio turco y se extendieron hacia el territorio serbio, son ahora una gran mayoría en Kosovo. Muchos desean unificarse con Albania.

Defensores de Europa

Los militantes serbios, bajo su líder comunista Slobodan Milosevic, se ven a sí mismos como defensores no sólo de su nación, sino de la herencia cristiana de Europa. "En Kosovo, hace 600 años, comenzó a librarse la batalla por Europa", afirmaba uno de los periódicos de Belgrado dominados por Milosevic.

En Occidente no debiera considerarse lo que ocurre en Serbia sólo como política balcánica. Los periódicos serbios sobreestiman el peligro del fundamentalismo musulmán hablando de muyahidin y de yihad (guerra santa) en Kosovo. Pero en la era del coronel Gaddafi, del ayatolá Jomeini, del atentado de Lockerbie (el estallido de un avión de la Pan Am sobre la localidad escocesa de ese nombre), de los shiíes de Beirut oeste y del caso Rushdie, no se debe tomar a la ligera la amenaza del islamismo militante.

Los serbios tienen la pasión de la historia. Un joven serbio, Gavrilo Princip, asesinó al archiduque austriaco Francisco Fernando en Sarajevo el día de San Vito, el 28 de junio, de 1914. Un alzamiento antigermano en Belgrado, en marzo de 1941, obligó a Hitler a posponer tres meses su invasión a Rusia, y su ejército terminó el año atascado en la nieve en las afueras de Moscú y Leningrado.

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Desde la muerte de Tito, en 1980, sus retratos han sido retirados gradualmente de los lugares públicos, salvo en Kosovo, donde los albaneses lo recuerdan como un amigo. Hoy, en Belgrado, el rostro que te observa desde la sala del espera del aeropuerto hasta las paredes de los restaurantes es el de Milosevic, que ha dedicado su vida política a luchar contra la toma de Kosovo por los albaneses.

©The Independent

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