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González prevé dificultades para lograr un acuerdo en la la 'cumbre' europea de Madrid

La cumbre europea de Madrid será un encuentro difícil entre la concepción restrictiva británica y la mayoritaria de los doce, que quieren un avance decisivo en la construcción europea. Felipe González, que presidirá la cumbre, se entrevistó ayer con la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, y prevé dificultades para lograr un acuerdo. González no excluye decisiones por mayoría, en contra de la tradición, aunque él buscará salidas no conflictivas.

González y Thatcher pasaron revista a la agenda de la cumbre de Madrid de los próximos días 26 y 27. El presidente español percibe la existencia de un ritmo satisfactorio en la marcha hacia la consecución del mercado único, pero ve un camino erizado de obstáculos en lo relativo a la cuestión monetaria y a la Carta Social de los trabajadores. González nota que, para Thatcher, la asunción del Acta única "es un paso suficientemente largo como para permitirse otros, mientras que para otros países es un paso mínimo que debe ir acompañado de una unión monetaria y otros tratados", posición en la que está España.En este marco de discrepancias básicas, la conversación con Thatcher fue "directa y constructiva en los temas fundamentales", según González. "No excluyo que haya algún acuerdo sobre lo que debemos hacer con la unión monetaria y ni siquiera excluyo, aunque soy pesimista, un acuerdo sobre la Carta Social".

Reticencias británicas

La primera ministra británica es muy reticente ante estas dos cuestiones. Da continuas largas a la integración de la libra en el Sistema Monetario Europeo -paso previo hacia otras em presas europeas que le repugnan- y ve la Carta Social como una maniobra socialista para introducirse por la puerta falsa en el Reino Unido. "Nadie discute conceptualmente la unión monetaria", señaló González. "Lo difícil es conectar la primera fase" del plan Delors, que no requiere modificaciones del Tratado de Roma, que contempla la total eliminación de controles de cambio en Francia e Italia para julio de 1990 y la eventual integración de la libra, "con las fases segunda y tercera", que implican coordinación de políticas fiscales, la revisión del Tratado de Roma y la creación de un banco central europeo, entre otras medidas.

Thatcher sigue sin mostrarse dispuesta a ceder y va a plantear problemas a González. "Para mí es muy importante un entendimiento y garantizar que el proceso de unión se hace sin grandes conflictos", dice el presidente español, cuya "voluntad es contar con un consenso que permita estar al Reino Unido en todas las decisiones".

Ante las previsibles disensiones, que han llevado a algunos a pensar que habrá que seguir adelante sin contar con el Reino Unido, González hizo una doble advertencia: "Nadie debe trabajar con la intención expresa de dejar descolgado a algún país y nadie debe creerse con derecho de veto". "Mi talante será el de ir por la unanimidad y evitar la adopción de decisiones por mayoría, algo que no se excluye".

Las mismas dificultades existen sobre la Carta Social, para la que ya parece haberse encontrado alguna fórmula que resuelva el estancamiento. "Más que una declaración política es posible que se haga una vinculación jurídica" a las diversas legislaciones de los doce. "Existe la posibilidad de que todos avancemos en la unión monetaria y en la dimensión social europea", comentó González.

Por otra parte, la República de Irlanda apoyará las tesis españolas en la cumbre comunitaria de Madrid. Felipe González encontró ayer tarde en Dublín -última estación de su recorrido europeo- a un primer ministro, Charles Haughey, "bastante convergente", por lo que, según el propio dirigente español, la aproximación de posturas será "relativamente fácil", a pesar de que el dirigente irlandés se encontraba más preocupado por los problemas internos de su país, cuatro días después de unas elecciones generales en las que no ha logrado la mayoría absoluta, que por los problemas estrictamente comunitarios, informa Camilo Valdecantos.

El encuentro duró unos tres cuartos de hora, y aunque inicialmente se advirtió de la posibilidad de un contacto de 60 minutos, el presidente González aseguró, en su comparecencia ante la Prensa, que "hay Gobiernos con los que es fácil llegar antes a posturas aproximadas". Al mismo tiempo, recalcó que "el tiempo útil" de discusión de problemas en Londres no había sido muy diferente al de Dublín.

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