Ruiz Gallardón anuncia que si desbanca a Leguina privatizará servicios públicos
Cantos laudatorios a la iniciativa privada salpicaron ayer el monótono discurso con el que el portavoz del Partido Popular, Alberto Ruiz Gallardón, cerró el primer capítulo de la moción de censura contra Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid. Ruiz Gallardón, que lanzó una última y desesperada petición al diputado Nicolás Piñeiro para que vote mañana a favor de la moción de censura, anunció la privatización de servicios públicos, el recorte de los gastos corrientes e incluso las subvenciones a promotores particulares de viviendas, si llega a la presidencia. Populares y centristas también anunciaron una férrea oposición al Gabinete de Leguina y la creación de una comisión para investigar la supuesta compra de votos en la Asamblea de Madrid.
"Estamos caminando indefectiblemente hacia el post-socialismo", auguró a bombo y platillo Ruiz Gallardón en el folio 67 de un discurso que no se salió del guión. 90 largos minutos consumidos en un programa alternativo de gobierno cuajado de "cortinas de humo socialistas" y de llamadas constantes a "la iniciativa privada".El candidato propuesto por el PP y por el CDS para ocupar el sillón de Joaquín Leguina enumeró uno a uno los objetivos de su hipotético Gobierno y sólo al final se despachó con críticas a un Consejo de Gobierno surgido de una maniobra indigna, forzando el veredicto de las urnas".
Pero el hielo de una moción de censura perdida de antemano -como admitieron con resignación los proponentes- lo tuvieron que romper precisamente los centristas a eso de las once de la mañana.
"Vaya usted al oculista"
El presidente regional del CDS, Gerado Harguindey, fue subiendo poco a poco el tono de su intervención y se cebó con aspavientos en el presidente autónomo: "Vaya usted al oculista, señor Leguina, porque padece de daltonismo político".
"La mitad de la Asamblea censura al señor Leguina y su Gobierno. Y ni tan siquiera tiene la otra mitad a su favor. ¿Se puede sostener este gobierno?". Harguindey vaticinó una férrea oposición al Ejecutivo regional en lo que queda de legislatura y lanzó ayer la primera piedra: la creación de un comisión parlamentaria que investigue los "oscuros sucesos" que rodearon la supuesta compra de votos en la Asamblea de Madrid.
La respuesta socialista vino de la mano de uno de los hombres de confianza de Leguina, el consejero de Presidencia, Agapito Ramos.
El sarcasmo fue la nota dominante en la intevención de Ramos, que se quitó de encima al CDS -"ustedes son unos mandaos"-, y dirigió su dedo acusador a Ruiz Gallardón: "Usted es el culpable de que haya fugas en su grupo y del deterioro de esta Cámara. Sólo haría lo que dejáramos por terminar los socialistas". Y dio la puntilla con un guiño al CDS, parafraseando al papa Inocencio: "Qué sean lo que son, y si no son lo que son, qué no sean".
Gerardo Harguindey salió al quite calificando a Ramos de equilibrista y sobrero, y pidió que fuera el propio Joaquín Leguina quien entrara en faena.
"De sobrero a sobrero...", respondió Agapito Ramos. Y puso la pelota sobre el tejado centrista: "El único discurso que nos interesa es el que haga pasado mañana [por mañana] el portavoz de su grupo, Fernando Castedo".
Ramos y Haguindey, que caldearon la sesión de ayer antes del monocorde discurso del candidato, se abrazaron en los pasillos de la Asamblea para restar acritud a sus recíprocas invectivas.
Acabar con los monopolios
"Ruptura de los actuales monopolios", "estudios para la privatización de determinados sectores", "posibilidad de subsidiación" de los promotores de viviendas... El discurso de Ruiz Gallardón, incluso cuando aterrizó en el problema de la droga y en el fomento del deporte, fue ayer un abanico abierto a la iniciativa privada.
Para equilibrar la la balanza, el candidato popular propuso un recorte del gasto público y una importante reducción de altos cargos y consejerías. Su intervención fue más bien un lamento cuando abordó los temas calientes de la Educación y la Sanidad: "No hay competencias".
Tras su extensa intervención, Ruiz Gallardón comprimió su mensaje en tres palabras: "Ética, eficacia y austeridad". Y se despidió echando mano al refranero: "Traición bajo amistad es doble maldad". Nicolás Piñeiro no se dio por aludido.
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