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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa y el tinte de izquierda

EN LOS comicios celebrados en la Comunidad Europea (el jueves, en cinco de sus países miembros, y ayer, en los siete restantes) para elegir a 518 diputados al Parlamento Europeo de Estrasburgo -de los cuales, 60 españoles- se dilucidaba una cuestión fundamental: la renovación de una Cámara que, al menos idealmente, debería ser un Parlamento constituyente, con la misión de formalizar, por fin, la Europa unida. Se trataba, por tanto, de comprobar por dónde iban las preferencias de los ciudadanos en torno a su futuro como europeos. Significativamente, en Italia los electores participaban en un referéndum simultáneo en el que debían decidir si apoyaban el establecimiento de un Gobierno europeo con autoridad sobre los de los Estados miembros y si el Parlamento sería soberano en cuestiones de legislación. Es lástima que la prueba no haya sido hecha en los otros países de la CE. Sus resultados habrían sido muy interesantes.Un segundo tema figuraba en el orden del día de estas elecciones: la lectura del termómetro en el interior de cada país de la CE. Tema extracomunitario en apariencia, acabó teniendo, sin embargo, considerable importancia en cada país y engarzándose en la propia temática europea. Los análisis de las consecuencias internas de estos comicios europeos deberán hacerse más despacio. En efecto, si las campañas electorales versaron en su mayoría sobre temas nacionales, los resultados afectan ahora a la composición de una Cámara legislativa que tiene por delante cinco complicados y trascendentales años de mandato. Corresponde a otro análisis diferente el estudio de las elecciones generales o parciales que han tenido lugar simultáneamente en Irlanda, Grecia, Luxemburgo, en dos Iänder alemanes y en el Reino Unido. En este sentido, los comicios europeos han sido importantes, y los partidos nacionales sacarán sus conclusiones para el futuro o para recomposiciones de los mapas políticos; tal vez la prueba más clara se dé en Italia, en donde el resultado europeo (ligero descenso de la Democracia Cristiana y de los comunistas, ligero ascenso de los socialistas y de los verdes) influirá en la recomposición de un Gobierno que en este momento está dimitido.

Los diputados que ahora se incorporarán a Estrasburgo dejan técnicamente de tener nacionalidad específica y se agrupan por colores ideológicos. ¿Ha cambiado la coloración, hasta ahora mayoritariamente conservadora? Ciertamente. Se ha producido un suave giro hacia la izquierda en Europa, aunque las alteraciones no han sido sustanciales, con la excepción del Reino Unido y Grecia, en sentido opuesto. Probablemente la primera consecuencia a deducir de estos comicios europeos sea que la coherencia de los partidos genéricamente considerados como de izquierda está siendo más apreciada por la ciudadanía que la confusa amalgama ideológica de partidos y miniformaciones conservadores. Por tanto, con la ayuda de la victoria socialista española y británica, la mayoría en Estrasburgo se inclinará suavemente hacia la izquierda: las estimaciones de última hora de ayer indicaban que socialistas, comunistas y verdes habían obtenido la mayoría. Dos notas resultan de especial interés: por un lado, la espectacular subida del ecologismo, y por otro, la entrada en el Parlamento de Estrasburgo de los liberales del ministro alemán occidental de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, en evidente reconocimiento de su lucha decidida en favor del desarme nuclear de los últimos meses.

Es evidente, por fin, que la abstención ha favorecido a los pequeños partidos marginales. Pero es igualmente cierto que no puede atribuirse a ella la subida de la extrema derecha. Que los republicanos alemanes hayan obtenido en torno a un 8% de los votos y que los ultras lepenistas hayan alcanzado un 11% puede producir malestar, pero, sobre todo, debe invitar a la reflexión de las fuerzas democráticas europeas, independientemente de su nacionalidad.

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