Culpables, todos

A la fresca voz de la juventud china, promesa de futuro progresista que reclama la libertad y la democracia, ha respondido el fosilizado, inoperante e intransigente aparato de los burócratas instalados con el fuego de las armas, que probablemente fueron facilitadas por países desarrollados, progresistas, democráticos y defensores de los derechos humanos.El hecho es condenable, como también lo es el cinismo de los dirigentes, progresistas o no, demócratas o no, que hicieron y siguen haciendo su letal negocio de armamento y que ahora se rasgan las vestiduras y hacen manifestaciones contra la brutal matanza.

Este deplorable hecho, que sólo es una espeluznante muestra de lo que viene sucediendo en muchos países del mundo, está propiciado por el egoísmo de los Gobiernos de países desarrollados, que para enriquecerse entrampan a aquéllos con sus exportaciones productoras de muerte y destrucción.

Quisiera lanzar al aire mi respetuoso homenaje a los honorables y valientes jóvenes chinos luchadores de la libertad y manifestar mi ardiente deseo de que su vida no les haya sido arrebatada en vano.

Que su generoso gesto sea semilla que fructifique al mil por uno para que acalle el tronar de las armas de sus dirigentes corruptos y asesinos, haga reflexionar a sus sicarios, ruborice a los dirigentes que cínicamente se escandalizan hoy por las consecuencias de las armas que ellos mismos autorizaron vender y que para todos los hombres sirva de revulsivo para no callar nunca más ante la injusticia que provoca la proliferación de las armas, que en ningún caso se justifican para garantizar la paz, sino para todo lo contrario: la muerte y la destrucción.-