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CAMBIOS EN EL ESTE

Hungría ya tiene un símbolo

El sepelio hoy del ex líder reformista lmre Nagy entierra también el 'socialismo real'

A las 12.30 de hoy sonarán las campanas de todas las iglesias de Hungría mientras son enterrados seis féretros en Budapest. Nunca en su larga historia el pueblo húngaro ha dado a nadie un homenaje como el que otorgará hoy a los hombres que inhuma en el cementerio Central. El 16 de junio de 1989 ha sido declarado el día más importante de la historia húngara desde el levantamiento de 1956. Éste estará en la mente de todos.

Hungría celebra un funeral por unos líderes de su independencia nacional tantas veces frustrada, pero también el funeral del proyecto político del socialismo monopartidista y totalitario, "del despotismo asiático", como decían hace días miembros del partido que aún se dice comunista.Se espera más de medio millón de personas. Algunos hablan de un millón, la décima parte de la población de este país que está asombrando al mundo como vanguardia de las reformas del socialismo.

Con los seis féretros, Hungría entierra una época de su historia en la que una ideología impuesta secuestró la verdad, reprímió, torturó y ejecutó a muchos de sus mejores ciudadanos. En uno de los féretros estarán los restos de Imre Nagy, el que fuera primer ministro durante el levantamiento popular de 1956; en otro, los de Pal Maleter, su ministro de Defensa. Les acompañan en la tumba de honor en una perdida esquina del cementerio Miklos Nimes, Joszef Szilagy y Geza Losonzy, este último muerto, no ejecutado, por las heridas que le infligieron sus torturadores. El sexto ataúd estará vacío, en homenaje a todas aquellas víctimas -miles posiblemente, nadie sabe cuantas- que murieron durante los enfrentamientos con los carros de combate invasores soviéticos o en la implacable represión subsiguiente.

Fosa común

Han pasado exactamente 31 años desde aquel 16 de junio en que fuera ejecutado en la cárcel de la calle Kozma, muy cercana al cementerio, lmre Nagy. Horas después era enterrado, de madrugada, en una fosa común, con Maleter y otras víctimas, en la parcela 301 del cementerio. Sus últimos meses de vida, su muerte y el tratamiento posterior son toda una historia de la iniquidad humana. Enterrado entre restos de animales del zoológico y despojos de hospitales de Budapest, su lugar de reposo fue durante décadas un misterio celosamente guardado por las autoridades impuestas por el invasor.

Cuando suenen hoy las campanas y las muchedumbres llegadas de todo el país homenajeen a Nagy, estará presente la cúpula del Gobierno. La televisión retransmitirá en directo la ceremonia. Húngaros del exilio habrán acudido en vuelos charter desde todos los continentes. El 16 de junio de 1989 ha sido declarado día de luto nacional.

Faltará Karoly Grosz, el jefe del partido, cuyos días en la dirección del país parecen ya contados. Grosz fue quien puso en marcha la avalancha de reformas que ahora le arrastra hacia la significancia política. En mayo de 1988 sucedió a Janos Kadar en la dirección del partido.

Kadar, hoy un anciano enfermo de 77 años, fue el dirigente impuesto por la URSS en 1956. Su actitud de entonces hacia Nagy nunca ha sido explicada por el único que podría hacerlo, Kadar. Durante muchos años la culpa de Kadar se vio relativizada en ojos de muchos húngaros por sus esfuerzos y éxitos por darles un mínimo de independcia y libertad, que no gozaban los ciudadanos de otros países bajo el mismo sistema. Nagy, que había se refugiado en la embaja yugoslava en 1956, recibió garantía de seguridad firmada por Kadar. En realidad fue secuestradp nada más salir por agentes soviéticos, trasladado a una prisión en Rumanía y después al tribunal popular que le condenó a muerte.

Las reformas húngaras han llegado ya a un estado de desarrollo en el que la veracidad histórica es tan imprescindible como inevitable. Esto lo logró hace unos meses Inre Poszgay al recalificar como levantamiento popular, lo que durante tres décadas se denominó falazmente contrarrevolución.

En este difícil camino, el acto de hoy es la mayor manifestació jamás habida en Hungría en defensa de su honor, su historia y veracidad. Es el paso más grande que ha dado hacia la constitución de un Estado democrático libre y soberano.

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