Un coloquio con Agnes Heller y Jorge Semprún refleja la idea cambiante de Europa
La pensadora húngara Agnes Heller partió de lo que le dijo una mujer italiana que los italianos desean -"ser europeos"- para proponer que la idea de Europa está en permanente transformación. Por lo demás, en esta misma idea abundaron en las múltiples interpretaciones propuestas ayer en el coloquio sobre Goethe y la cultura como identidad europea, que se desarrolla en Madrid desde el lunes, organizado por Mapfre Vida.
El ministro de Cultura, Jorge Semprún, que en una de sus últimas novelas utiliza los coloquios de Goethe con Eckermann como contrapunto a la meditación sobre la barbarie nazi, se definió sobre todo como intelectual antes que como ministro. Sobre la identidad europea partió de sendos textos de 1935 de Husserl y de Heidegger. Husserl indica que la identidad europea se funda en una racionalidad heredada de Grecia, y por eso es universal. Para Heidegger, Europa, más que una herencia griega, es una voluntad fundada en el destino y en la sangre. Igualmente, Europa se encuentra contrapuesta a Estados Unidos y la URSS y está amenazada por los dos peligros principales: una técnica desenfrenada y una visión masificada del mundo. Semprún consideró que Europa no es sólo una herencia griega sino universal, y su identidad se puede mantener siempre y cuando se conserven las identidades que la conforman.El filósofo José Luis L. Aranguren hizo un exordio sobre qué es la identidad y propuso que en lo que se refiere a Europa la identidad es fundamentalmente la cultura.
La pensadora Agnes Heller centró su intervención en la contribución de Goethe a la conformación de los mitos que también conforman Europa. Así explicó que de Goethe y de su creación del poeta Tasso parte el mito del poeta libre y con derecho a la locura. Tasso quiere liberarse asimismo como un genio; este genio está loco por definición y tiene derecho a estarlo. La libertad y la locura es hacer cualquier cosa sin obligación. Igualmente, el poeta tiene derecho a hacer sufrir más que nadie porque él sufre más que nadie y lo describe mejor que nadie. Propuso como símbolo artístico de la contemporaneidad a Andy Warhol.
El húngaro Ferenç Fehér, profesor de Sociología junto con su esposa Agnes Heller en la New School of Social Research de Nueva York, propuso que si bien Goethe fue un enemigo del romanticismo, se comportó de una forma romántica, sobre todo al extender a la política el concepto de genio (véase su encuentro con Napoleón, a quien saludó: "He aquí a un hombre").
Jos Groben, profesor de Literatura alemana, quiso agradecer a Goethe el que no se pueda utilizar su obra como coartada para defender otras ideologías.
Para el catedrático de Filosofía Jacobo Muñoz "Goethe no es un acontecimiento alemán sino europeo. Sin embargo, los ideales goethianos que se reflejan en la novela de aprendizaje Wilhelm Meister indican que el tiempo de Goethe no tiene nada que ver con el nuestro, pues éste es el tiempo de Tom Wolfe".
El editor José María Castellet indicó que el movimiento antifranquista encontró fuerzas para resistir la dictadura en la permanente visita a la cultura europea, de la que Goethe es un paradigma.
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