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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mayor fragmentación

LA COMPARACIÓN entre los resultados del sondeo publicado ayer por este periódico -que fue realizado a mitad de campaña- y los del realizado en vísperas de la apertura de la misma -publicado el pasado día 28- indica que si bien aumenta el número de personas que se dicen dispuestas a acudir a votar, disminuye (y aproximadamente en la misma proporción) el de quienes tienen decidido a qué candidatura prestar su apoyo. Dicho de otra forma: la campaña parece haber sensibilizado a una parte del electorado indeciso sobre la conveniencia genérica de participar en los comicios, pero, simultáneamente, esa misma campaña ha aumentado las dudas de los votantes sobre el color de su papeleta. La experiencia indica que en aquellas elecciones percibidas como no muy trascendentales -lo que ocurre manifiestamente con éstas-, una parte sustancial de los electores que dudan entre dos o más opciones suelen decidirse finalmente por la abstención. Así, de la combinación de los dos datos citados parece deducirse que seguramente la participación no superará en mucho el 50% del censo.Ello sería determinante en 14 distribución de escaños, ya que una abstención elevada favorece proporcionalmente más a los pequeños partidos que a las principales formaciones nacionales, nutridas en buena medida por un voto inercial o de aluvión. Por lo mismo, una elevada abstención perjudicaría más al partido mayoritario, el PSOE, que a cualquier otro, y de ahí seguramente la voluntad manifiesta de polarización izquierda-derecha que caracteriza sus mensajes. De otro lado, es precisamente el voto socialista el que parece más en el aire: el 24% de sus anteriores votantes duda todavía si repepetir el voto o desplazarlo hacia IU (14%) o el CDS (10%). Con todo ello, la encuesta pronostica que los socialistas perderían algo menos del 10% de los votos y en torno al 15% de los escaños. De ese retroceso no se beneficiaría especialmente ninguno de los dos principales partidos de la oposición, PP y CDS, aunque ambos mejorarían ligeramente sus porcentajes de 1987. Izquierda Unida sí captaría una parte del anterior voto socialista, pero su ascenso se ve limitado por ese 18% de antiguos votantes que ahora duda entre la coalición de Anguita y el partido de Felipe González. Con todo, IU es la fuerza que muestra una más neta tendencia al ascenso.

En conjunto, el mapa político dibujado por el sondeo se caracteriza por una mayor fragmentación del sistema de partidos: hasta cinco fuerzas más que las siete actuales podrían obtener escaño en el Parlamento Europeo. Ello produciría un panorama más próximo al existente tras las elecciones de 1977 y 1979 que al configurado desde el triunfo socialista de 1982. De hecho, el porcentaje que ahora se atribuye al PSOE es apenas supenor al 35% obtenido por UCD en 1979, cuando los centristas se quedaron ocho escaños por debajo de la mayoría absoluta. De otro lado, llama la atención el enorme desfase entre el número de electores que desearían que el PSOE fuera el triunfador y el de quienes efectivamente están dispuestos a votar a los candidatos de ese partido. Una lectura posible de ese dato sería la de que una amplia mayoría del electorado se identificaría con la siguiente definición de su opción: el partido de los que desearían que el PSOE lo hiciera bien. Pero el desfase reseñado indica que casi la mitad de quienes simpatizan genéricamente con los socialistas piensan que éstos lo están haciendo mal o, en todo caso, peor de lo esperado.

De la consideración detallada de las parejas de dudas planteadas a los electores indecisos se deduce una tendencia general hacia la concentración de las preferencias en el espacio de centro-izquierda. Así, el número de electores anteriores de AP que ahora dudan entre el PP y el CDS es el doble que los de este último partido que expresan idéntica duda. Y lo mismo ocurre entre el CDS y el PSOE: los centristas tentados por la opción socialista doblan a los socialistas tentados por el CDS. El mismo fenómeno, aunque en menor proporción, se produce entre IU y PSOE. Por otra parte, apenas se producen trasvases directos entre fuerzas claramente diferenciadas en el terreno ideológico. El elector descontento se refugia en la abstención -o eventualmente en los pequeños partidos: regionalistas, nacionalistas, verdes, etcétera- antes de dar el salto a otra de las opciones de ámbito nacional.

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