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Juan Pablo II pide al hombre que respete la naturaleza

Juan Arias

Juan Pablo II, desde el original marco del Círculo Polar Ártico, lanzó ayer un llamamiento para que el hombre respete la Creación, afirmando al mismo tiempo que la Iglesia católica desea un diálogo sincero con los luteranos, a quienes se atrevió, sin embargo, a encomendar al corazón inmaculado de María, cuya fiesta celebraba precisamente ayer el mundo católico y que los protestantes no reconocen.

El papa Wojtyla, que hoy llegará a Helsinki, capital de Finlandia, pasó toda la jornada de ayer en los fríos del Polo, donde empezó a ganarse la simpatía de la gente gracias a su clásica pastoral de acercamiento y al efecto multiplicador de su imagen lanzada por la televisión, hasta el punto que el diario de la ciudad noruega de Tromsoe La Luz del Norte escribió ayer: "El Papa de la luz nos calienta el frío". En esta tierra lejana y gélida, donde, decían ayer a este corresponsal, no llegan ni los ministros, ha sido apreciado el hecho de que el jefe de los católicos haya llegado hasta ellos.Juan Pablo II en la misa de ayer en Tromsoe, en un cuadro sugestivo al máximo, al borde de una ría, y coronada por las montañas nevadas, iluminadas por un sol que no se había acostado y que había mantenido a la ciudad despierta y alegre toda la noche, se preguntó: "¿Es el hombre un protector concienzudo de la Tierra y de sus criaturas o un explotador brutal? Usando mal el ambiente natural, ¿no amenazará su futuro mismo sobre el planeta?".

El Papa polaco se enardece cuando se siente en medio de los hielos y en las montañas nevadas que le recuerdan su infancia. Y ayer, desde la extremidad del Círculo Polar Ártico, exclamó: "Preguntémonos aquí, en el margen septentrional de Europa; preguntémoslo al continente entero, a todos los continentes y a todas las naciones del planeta: ¿Qué es el hombre? La respuesta la tiene sólo el Evangelio de la cruz y de la resurrección". Y gritó: "Sed hijos de la luz en este país del sol de medianoche".

Después, cuando empezaba a nevar, llegó a Reikiavik, en Islandia, tras tres horas de vuelo donde tuvo lugar en octubre de 1986 el célebre encuentro entre los líderes de URSS, Mijail Gorbachov y de Estados Unidos, Ronald Reagan. En esta tierra de los 200 volcanes, 30 de ellos aún en erupción, y de las 800 fuentes termales que abastecen de agua caliente natural al 80% de las casas, Juan Pablo II afirmó que Islandia "tiene mucho que decir a un mundo que desea ardientemente ser inspirado por la verdad y crear una sociedad de justicia, paz y amor universal".

Bajo un frío glacial el fuerte Papa polaco, enfundado en su abrigo de pura lana virgen, fue recibido a en el aeropuerto por el primer ministro islandés, Steingrimur Hermansson, quien alabó los esfuerzos que el sucesor de Pedro está haciendo a favor de la paz y del diálogo entre los pueblos.

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