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La dimisión de Jim Wright conmociona al Partido Demócrata de Estados Unidos

Como un perro herido, el Partido Demócrata norteamericano trataba ayer de restañar sus cicatrices tras la conmoción sufrida por la dimisión de dos de sus máximos dirigentes parlamentarios, entre ellos el todopoderoso speaker (presidente) de la Cámara de Representantes y segundo en la línea de sucesión a la presidencia, el tejano Jim Wright.

Después de un año de investigación sobre 69 posibles violaciones de las normas éticas del Congreso, Wright anunció el miércoles por la noche en un emotivo y tenso discurso de una hora de duración su dimisión del puesto legislativo más importante del país, en el que había sucedido hacía dos años y medio al legendario Eugene Tip ONeill, así como la renuncia del escaño por la circunscripción de Fort Worth (Tejas) que había representado durante los últimos 34 años. La dimisión de Wright se produjo cuatro días después de que el portavoz demócrata en la Cámara, Tony Coelho, tercero en la jerarquía del Partido, anunciara la suya antes de que el Comité de Ética emprendiera una investigación sobre la compra de bonos basura (bonos de alto riesgo) por valor de 100.000 dólares (unos 12 millones de pesetas) con un préstamo de 50.000 dólares de un empresario amigo.La incógnita ahora es saber si los demócratas optarán por desenterrar el hacha de guerra contra los republicanos y les pasarán la factura de las dimisiones de Wright y Coelho dando comienzo a una caza de brujas entre políticos vulnerables. En su punto de mira está en primer lugar el líder de la minoría republicana en la Cámara, Newt Gingrich, iniciador de la campaña contra Wright hace un año. El clima que se respira en la Cámara tras las dimisiones demócratas fue reflejado con una frase gráfica el miércoles por el diputado de Tejas Jack Brook, cuando dijo que "un viento maléfico que recuerda a la Inquisición española está soplando en los pasillos del Congreso."

Wright hizo en su discurso de despedida un llamamiento a los dos partidos para que no corriera más sangre y para que cesaran las denuncias. "Que los republicanos no se cobren más piezas a causa de John Tower [el secretario de Defensa nombrado por el presidente George Bush cuyo nombramiento fue rechazado por el Senado] y que los demócratas no utilicen mi caso para causar nuevas víctimas," vino a decir el speaker saliente.

Es muy posible que las vendettas interpartidistas terminen aquí porque la sensación que se respira en ambos partidos es que si la guerra sucia continúa terminará sufriendo la institución parlamentaria.

Como escribía ayer el diario norteamericano Wall Street Journal, los demócratas esperan que la elección de un nuevo speaker el próximo martes supondrá "el arco iris que se divisa al final de una tormenta". El arco iris esperado es el actual líder de la mayoría demócrata de la Cámara, el diputado del estado de Washington, Thomas Foley, cuya elección como speaker se da por descontada. Foley, un político de 60 años, 120 kilos de peso y cerca de dos metros de estatura, es uno de los políticos más experimentados y respetados de la Cámara de Representantes. Junto a él será casi seguramente elegido como líder de la mayoría el diputado de Missouri de 48 años, Richard Gephart, que fracasó en su intento el año pasado de conseguir la designación de su partido en las presidenciales que llevaron, a Bush a la Casa Blanca.

Gephart se ha comprometido con su grupo parlamentario a no presentarse a las presidenciales en el 92 si consigue la designación como líder de la mayoría demócrata en la Cámara. Foley y Gephart serán los encargados de calmar las aguas ahora turbulentas y tratar de aprovechar la abrumadora mayoría de su partido en las dos Cámaras del Congreso para dar la batalla legislativa a la Administración Bush. Como consecuencia de los últimos acontecimientos, la actividad en el Congreso ha sido nula en las últimas semanas a pesar de la magnitud de los problemas que los congresistas tienen que hacer frente, entre ellos los déficit presupuestario y comercial.

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