El fiscal acusa de insultar a la policía a dos mujeres que fueron detenidas por besarse en la boca
El magistrado Juan José López Ortega, titular del Juzgado de Instrucción número 24 de Madrid, dejó ayer visto para sentencia el juicio contra tres jóvenes, acusados por el fiscal de insultos, amenazas y malos tratos a policías nacionales. Los hechos enjuiciados se iniciaron cuando dos de los tres procesados, mujeres, se besaron en la boca ante un policía nacional, que detuvo a los tres jóvenes, ayudado de otros policías. Aparte de la denuncia de los policías, que se vio ayer, está pendiente de juicio la denuncia de los jóvenes contra los policías, a quienes acusan de malos tratos, detención ilegal durante dos días y otros delitos.
La vista se celebró con la sala repleta de público, en su mayor parte perteneciente a movimientos feministas. El fiscal rebajó las iniciales calificaciones por delitos de insultos y amenazas y limitó definitivamente su acusación a faltas de desacato, amenazas leves y malos tratos de palabra, por los que solicitó multas de 6.000 pesetas para cada procesado. Los abogados Fernando de Salas y José Ramón García Baladía mantuvieron sus peticiones de absolución.La versión del fiscal fue que en la noche del 24 de octubre de 1986 Julio Jerez Esteso, María Eugenia Serrano -familiarmente Arantxa- y Esther Otassolo, cuando pasaban ante el antiguo edificio de la Dirección General de la Policía, sito en la madrileña Puerta del Sol, profirieron insultos contra dos policías nacionales, por lo que fueron detenidos, así como que posteriormente en la casa de socorro a la que fueron conducidos insultaron igualmente al ATS que les atendió. Los abogados negaron esta versión y vincularon la actuación policial al beso en la boca de Arantxa y Esther, que originó la detención y posteriores malos tratos policiales. Recordaron el testimonio del policía José Antonio Cano Pellús, según el cual ante el beso de las dos chicas, su compañero "les llamó la atención y se insolentaron con él".
Cariño
A preguntas del fiscal y de las defensas, los tres acusados relataron que Jesús y Arantxa -ambos profesionales sanitarios- habían quedado para ir de compras y posteriormente se encontraron con Esther, quien hacía mucho tiempo que no veía a Arantxa, por lo que ambas mujeres se alegraron de encontrarse y expresaron esta alegría con manifestaciones de cariño. Afirmaron que ellas dos delante, y Jesús un poco más atrás, bajaban por la calle de Carretas para dirigirse a una sala de fiestas donde actuaban unos conocidos de Esther cuando un policía nacional llamó la atención de las mujeres, les pidió el carné de identidad y, una vez los tres juntos, con ayuda de otro policía, les detuvo y fueron maltratados.Los tres negaron que dirigieran insulto alguno a los policías, mientras que las mujeres fueron calificadas de "putas" y "guarras" y los tres recibieron golpes. El fiscal preguntó insistentemente si habían llamado a los policías "monos", "ojalá ETA os mate a todos" y "sois unos grandísimos hijos de puta", a lo que Arantxa comentó en una ocasión: "Hijo de puta no lo utilizo nunca como insulto, por mis convicciones feministas". Coincidieron en que se limitaron a preguntar a los policías por qué les detenían y en protestar por la detención injustificada.
En cuanto al paso por la Casa de Socorro de Centro, Jesús relató que el ATS Miguel Navarro Góngora -también insultado, según el fiscal- le cogió del cuello y le apretó con fuerza. Las dos mujeres coincidieron en que vieron a Jesús que salía llorando de las dependencias sanitarias. Arantxa explicó que inicialmente, "después de estar secuestrada por los policías, para mí era un alivio ver gente normal, hasta que comprobé que el ATS tampoco lo era". Esther aseguró que no insultó ni escuchó que nadie llamara "fascista" al ATS.
El policía Miguel Ángel Martín situó a los acusados viniendo de la calle de San Jerónimo y su compañero José Antonio Ruiz García les vio bajar por la calle de Carretas. Martín reafirmó que los policías recibieron insultos, se limitaron a pedir la documentación y en ningún caso maltrataron a los jóvenes. Sin embargo, preguntado por el motivo de llevarles a la Casa de Socorro, contestó con ingenuidad: "Por si acaso tenían algún golpe". Afirmó que los detenidos le acompañaron voluntariamente, pero finalmente reconoció que les llevaron "obligados". Martín no supo explicar su anterior declaración según la cual los acusados le insultaron con "ojos desencajados y llenos de odio".
El policía Ruiz García declaró que no empujó con el subfusil a Jesús, aunque reconoció: "se daría él cuando le dije tira palante". El magistrado, que había mostrado su sorpresa cuando los acusados relataron que desde la madrugada en que fueron detenidos hasta después de las 15 horas del día siguiente no se les leyeron sus derechos, preguntó a Ruiz García cuándo se produjo este hecho. El policía dijo que no recordaba y que delante de él nadie informó a los detenidos.
El ATS no apreció lesiones
Especial interés revistió la declaración del ATS, que en su día dijo haber oído a Jesús: "Si no estuviera con las manos atadas, te mato". Navarro afirmó ayer que no recordaba si los procesados iban esposados, pero aseguró que los tres chillaban. Reconoció que elaboró unos partes que fueron firmados por el médico de guardia Raúl Marín Plaza, en los que no se apreciaban lesiones. El letrado Salas recordó que, en cambio, el médico forense sí apreció lesiones.En su informe final, el letrado García Baladía hizo notar lo inverosímil de que tres ciudadanos que van contentos por la calle se pongan a insultar a unos policías armados. Salas, por su parte, afirmó que el hecho de dos mujeres se besaran en la boca "no fue capaz de digerirlo un policía". Pidió una sentencia en la que, junto a la absolución, quede claro que "la policía no puede anteponer sus criterios morales personales". El juez recordó que en este juicio se juzgaba la denuncia policial, a la que la sentencia tendría que circunscribirse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.