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Bajo el asfalto

Los pasos subterráneos para peatones del centro de Madrid: crónica del absurdo

Exhiben su fealdad a los mismos pies de la Cibeles y de Colón. Su vecindario de ebrios, mendigos y cantantes de la calle desde el corazón de la ciudad. Sucios, malolientes, oscuros... Entre los 53 pasos subterráneos para peatones que atraviesan Madrid, los del centro presentan un aspecto peculiarmente lamentable. La Compañía Metropolitano, la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento y las juntas de distrito se reparten las competencias de mantenimiento, aunque con cierta confusión. Esta descoordinación y un gamberrismo atroz quedan detrás del desaguisado.

Colón, Cibeles, accesos al Retiro, Gran Vía, Atocha. Aunque todos estos pasos están dotados con flamantes verjas, instaladas para evitar actos vandálicos e inquilinos ingratos por las noches; nunca se cierran. Gerencia de Urbanismo dice: "Porque no sirve para nada cerrarlas. Las rompen". Así, por lo menos, recogidas, no se estropean. Los comerciantes del pasillo de Colón dan otra razón: el Ayuntamiento no ha encomendado a nadie tan simple tarea.Patricia, que trabaja en el herbolario del subterráneo de Génova a Goya, explica la situación: "Cuando lo abrieron hace 12 años, todo muy bonito. Pero después se creen que esto se cuida solo. Al principio, había una pareja de vigilantes, ahora apenas pasa por aquí la policía. Si queremos cerrar las verjas, lo tenemos que hacer los propios comerciantes. Las escaleras mecánicas nunca funcionan. Esto se llena de mendigos y músicos. Nunca han hecho obras en los últimos siete años. Y para darse cuenta de cómo está la limpieza, basta darse una vuelta por aquí".

Inspecciones

Jesús Jiménez Cañas, adjunto a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento, y Francisco Peñalver, responsable de los pasos subterráneos de este organismo, aseguran que hay inspecciones y actuaciones continuas. "En algunos se han realizado hasta 19 inspecciones en lo que llevamos de año". Patricia matiza: "Inspecciones sí hay muchas. En noviembre, por ejemplo, nos preguntaron por la situación del paso, y nos prometieron un arreglo. Hasta ahora".Los subterráneos de Cibeles y Gran Vía, a la altura de Red de San Luis, son los preferidos por los indigentes sin cama caliente. Cuando bajan las temperaturas, suben los inquilinos; pero aún por estas fechas los transeúntes pueden encontrarse con montones de mantas, debajo de las cuales se adivinan cuerpos.

Quienes atienden el kiosco de prensa de los bajos de Colón tampoco son muy benévolos con su hábitat de trabajo: "Cuando vengo a abrir por las mañana", dice uno de los propietarios, "me suele acompañar mi primo, porque aquí duerme mucha gente rara y da respeto. En invierno, hacen hogueras y todo. Ya me he acostumbrado al olor a meados, a que el paso se inunde cuando llueve y a las carreras de los carteristas".

Ni los barrios más elitistas se libran del crujir y rechinar de dientes. El alumbrado de los accesos subterráneos al Parque del Retiro sufre constantes agresiones, por muy protegido que esté. En el situado bajo el cruce de O'Donnell con Menéndez Pelayo, concebido como un suntuoso hall, con columnas y relieves en las paredes, alumbran menos de la décima parte de las lámparas instaladas. La tendencia es que cualquier adorno sea sustituido por pintadas.Las que ahora están de moda hablan de: "¡Viva la República!", "Felipe González. Tu madre no abortó", "El Acid es una mariconada", "Radio WC, ¡legalización ya!".

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Otro es el caso de la Galería comercial de Sevilla, bajo la plaza de Canalejas, donde están abiertas 20 tiendas. El aspecto descuidado que ofrece lo achacan los comerciantes al desinterés de ACSA (Aparcamientos y Concesiones, S. A.), la empresa que explota la galería y el aparcamiento subterráneo desde hace 26 años y por 24 más. Andrés Vara, presidente de la Galería Sevilla, repasa los males: "Si al principio había 150 puntos de luz, ahora queda una tercera parte. No hay escaleras mecánicas en todos lo accesos. De seguridad, cero. Quieren echarnos para alquilar los locales como oficinas". Reconoce que el paso no es mal negocio para los comerciantes y que los alquileres son muy bajos en muchos casos, desde seis mil pesetas mensuales.

Los Sótanos de la Gran Vía, situados en el cruce de esta calle con San Bernardo, galerías de renombre construidas en 1951 por los hermanos Otamendi, ofrecen un marco de visita obligada. Escalinatas, balaustradas, rotondas y techumbres -orgullosas en su tiempo; decadentes, despintadas y desconchadas ahora-, albergan escaparates vacíos de tiendas cerradas. El maniquí desnudo de una niña mira a un ventilador entre espejos, estanterías y cortinas de polvo. Una tienda con recuerdos de España vende toritos y flamencas.

Parafernalia 'heavy'

Junto al sobrio comercio de filatelia, la paraferrialia heavy de camisetas con calaveras. Arrinconando a los encajes y puntillas de El Tirón, extienden su imperio los pujantes negocios de Discoplay y Madrid-Comics.Fulgencio Rubio, administrador de Incoresa, sociedad que explota Los Sótanos, no se encuentra nada cómodo hablando de la galería. Asegura que todos los locales están alquilados, aunque es evidente que muchos de ellos están inactivos. Y lo reconoce: "Vamos a trancas y barrancas, claro que esto necesita un arreglo general; pero con los alquileres que se pagan, 8.000 pesetas al mes incluso, y sin ayuda pública no podemos hacer nada".

Según la Policía Municipal y la Jefatura Superior del Cuerpo Nacional de Policía, aunque todos los días ha de intervenir algún agente en estos pasos, "hay que desmitificar su inseguridad". "Las actuaciones más habituales se producen para recoger mendigos, que nunca quieren irse, frente a músicos pedigüeños y carteristas". También es corta la explicación de los motivos que evitan males mayores: Ofrecen una imagen tan tétrica en cuanto empieza a anochecer, que pocas son las personas que se aventuran a meterse bajo el asfalto para cruzar una calle. Prefieren esquivar los automóviles.

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