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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Asistencia psiquiátrica

Agradezco profundamente la carta del doctor Carlos Corral publicada en EL PAÍS el 29 de abril del año en curso.Soy hermana de un enfermo que según el certificado psiquiátrico último, de fecha 13 de febrero de 1989, indica que padece: "Esquizofrenia inyectada, con conductas desordenadas, tendencias exhibicionistas y alcoholismo crónico". También se encuentra afectado de una oligofrenia con un CI de 68 en el Terman.

Mi hermano ha convivido siempre con mis padres a excepción de algunos internamientos en manicomios (por cierto, la mayoría de ellos indeseables). Cuando ha estado internado fue por delitos más o menos graves, la mayor parte graves. Tiene 44 años. Mi padre ya falleció, a Dios gracias, pues los últimos años de su vejez fueron de amargura infernal. Mi madre tiene 78 años y está entregada en cuerpo y alma a su hijo enfermo. Económicamente débil, la casa de mis padres se ha convertido en un minimanicomio horroroso.

La Administración ha dicho: "Es necesario que los manicomios se, vacíen. Estos enfermos deben integrarse con su familia y con la sociedad". ¡Qué bien suena, que humano parece! Yo, como testigo de excepción -aunque no vivo en la casa paterna desde hace muchos años sí vivo el problema profundamente, ya que trato de ayudar a mi madre e incluso a mi hermano-, clamo, pero no sé a quién.

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Ya que estas personas han nacido con estas enfermedades tan graves, ya que nuestros tributos fiscales son tan elevados, no dejen a estos enfermos a merced de sus familiares, ya que es imposible la convivencia. Acójanlos en un sitio digno.

El veredicto final que nos han dado los profesionales del pabellón psiquiátrico del hospital de Lérida (que funciona bien, pero se trata sólo de pequeñas estancias) es que cuando fallezca mi madre lo internarán, lo sedarán y una vez tranquilo lo enviarán a casa o a la calle y su futuro será el de un vagabundo ebrio, cometiendo disparates, y que quizá muera en algún andén de una estación. Eso por ser culpable de haber nacido con una tara en la psiquis y no tener ni asistencia en la Seguridad Social. Gracias, doctor Corral, por dar fe de una situación grave, muy grave.

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