China se mueve
Es SIGNIFICATIVO el hecho de que después de haber reivindicado la figura de Hu Yaobang -el secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) destituido en 1977 por su línea reformista-, las gigantescas manifestaciones estudiantiles en Pekín y en otras ciudades busquen su fuente de inspiración en el 70ºaniversario del 4 de mayo de 1919, cuando los estudiantes se concentraron en la plaza de Tiananmen para protestar contra unos gobernantes "traidores" que se disponían a firmar el Tratado. de Versalles. La protesta estudiantil impulsó un amplio movimiento nacional que propició cambios en el Gobierno y la negativa de China a firmar el mencionado tratado porque contenía cláusulas contrarias a la dignidad nacional. Fue el despertar de una conciencia patriótica y democrática que marcó el ulterior desarrollo político y cultural del país.En las tres últimas semanas Pekín ha sido el escenario de las manifestaciones de masas más gigantescas -excluyendo las organizadas por el poder- desde la victoria comunista de 1949. Se trata de un hecho político de primera magnitud ante el cual el Gobierno no ha adoptado, hasta ahora, una actitud clara, salvo la de evitar cualquier tipo de dificultades de orden público ante la inminente visita de Gorbachov, prevista para el 15 de mayo. Pero ello no resuelve el problema de fondo. Las actuales manifestaciones son un retrato en negativo de las movilizaciones juveniles en torno a Mao, con el Libro rojo, durante la revolución cultural. En las de entonces, obediencia ciega a un jefe dueño de la verdad, dogmas cuasi-religiosos coreados por masas gregarias, aplastamiento del individuo. En las de hoy, miles de personas que exigen un diálogo con elGobierno, votan para decidir cuándo deben manifestarse, exigen democracia y prensa libre.
Desde hace 10 años, la dirección china, encabezada por Deng Xiaoping, ha desplegado una crítica cada vez más radical de la etapa de Mao y de la revolución cultural. Esta dirección ha propugnado una reforma encaminada hacia la democracia y la apertura al mundo occidental. China fue el primer país comunista -cuando aún Breznev dominaba en la URSS- que habló de un socialismo democrático, si bien esa reforma tendió progresivamente al ámbito de lo económico y marginó, una vez destituido Hu Yaobang, en 1977 -después de una, oleada de manifestaciones universitarias-, sus aspectos políticos.
Hoy resurge la misma demanda: la necesidad de acometer una reforma política en sentido democrático. Hasta ahora el Gobierno no se ha decidido a un diálogo serio con los estudiantes, lo que refleja la existencia de serias discrepancias en la cumbre del Estado y del partido. Un nuevo factor complica el panorama: el desgaste del prestigio de Deng Xiaoping, hasta ahora indiscutido pese a su ancianidad, lo que le ha permitido arbitrar el conflicto entre reformistas y conservadores. Los estudiantes consideran que Deng inspiró los comentarios del órgano del partido, Diario del Pueblo, escritos al más viejo estilo panfletario y de escolástica marxista, achacando las protestas a oscuras manipulaciones. En todo caso, Deng, con sus 85 años, no podrá aplazar mucho su jubilación, lo que agudizará las tensiones en torno a la sucesión. En este marco hay que situar el significativo discurso que acaba de pronunciar Zhao Ziyang, secretario general del PCCh, adoptando una actitud abierta ante las críticas y demandas estudiantiles y propugnando que sean debatidas de forma democrática. Es, sin duda, la mejor apuesta para salir de la actual confusión.
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