Cristo no condenó a los homosexuales

Escribo respondl endo a C. T. Knott, que en una carta anterior del 26 de abril afirmaba que la homosexualidad es pecado, haciéndolo -lo más grave- en nombre de Dios.Soy sacerdote católico, y, por supuesto, no creo que la homose-

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xualidad sea en sí una conducta pecaminosa. Jesucristo nunca condenó a los homosexuales (tenía cosas y conductas que le preocupaban más y a las que sí condenó: intolerancia, hipocresía, etcétera). Cuando habló de amor, hablé de amor al prójimo; nunca dijo que el prójimo tuviera que ser hombre o mujer, ni de qué forma, manera o postura había que amarle.

Tampoco creo en la condenación, mucho menos la eterna, para ninguna persona por pecadora que ésta sea. Creo que a Dios le puede el amor (Él es su más ferviente defensor), y por eso ama y perdona incluso al enemigo.

De igual manera que no existe regla que controle el amor de Dios para con los hombres, tampoco existe regla que controle el amor de un hombre por otro, o de una mujer por otra.

Le recuerdo lo de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras"; o lo de San Juan de la Cruz: "Al final de nuestra vida seremos juzgados en el amor"; y le recuerdo que hay mucho Jomeini que dice hablar en nombre de Dios; pero utilizar el nombre de Dios en vano, eso sí que es pecado, señor Knot-