Impuesto religioso
Si se tienen en cuenta las buenas migas que la Iglesia oficial mantiene con el Gobierno de la Generalitat, de modo que da pie a que pueda hablarse de un oculto, tal vez inconsciente, pero real, nacional-catolicismo, no puede causar extrañeza alguna el buen consejo del conseller de Bienestar Social a los católicos catalanes. Según él, es preferible ofrecer el impuesto religioso a la Iglesia antes que al Estado. La razón -bueno, en realidad es un sofisma propagandístico- del señor Comas es que este dinero destinado a la Administración central "no redunda en beneficio de Cataluña" (EL PAÍS, 30 de marzo de 1980).A los católicos catalanes, una exhortación piadosa así les hace mucha falta, ya que en Cataluña sólo el 24% de los contribuyentes ha declarado en favor de la Iglesia, mientras que en el resto del Estado el promedio ha sido del 35%. La declaración de Comas es un botón de muestra de la estrecha unión obispos-Generalitat.-
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