Juan Pablo II advierte a los anglicanos contra la ordenación de las mujeres sacerdotes
La comunión anglicana, a la que pertenece la Iglesia de Inglaterra, se muestra cada vez más propensa a aceptar en su seno a mujeres sacerdotes y obispos, según los términos de un infórme eclesial presentado recientemente. El anuncio coincide con la publicación de una carta del Papa al primado de la Iglesia de Inglaterra en la que le manifiesta que estas medidas ponen en peligro el proceso de acercamiento a la Iglesia católica.
Juan Pablo II dice al arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, que "la ordenación de mujeres como sacerdotes en algunas provincias de la cornunión anglicana (...) parece (...) bloquear el camino hacia el mutuo reconocimiento de los ministerios". La misiva, escrita en tono dialogante, es la respuesta a la que Runcie le remitiera el año pasado explicándole las decisiones de la Conferencia de Lambeth, especie de cónclave de la fe anglicana. Varias iglesias afectas a esta fe consagran a mujeres como sacerdotes y, el pasado mes de febrero, la Iglesia episcopal norteamericana consagró a Barbara Harris como obispo.
La propia Iglesia de Inglaterra está inmersa en un proceso de discusión sobre ordenación de mujeres sacerdotes, algo que se espera aprobar en 1991.
Firme oposición
El Papa dice que "la Iglesia católica, como la ortodoxa y las antiguas iglesias orientales, se opone firmemente a esta evolución", y pide que se dé máxima consideración a este sentimiento "para impedir una seria erosión del grado de comunión entre nosotros".Los primados de la Iglesia anglicana, reunidos en Chipre, aprobaron la pasada semana un documento que apunta a una creciente asunción de la presencia de mujeres sacerdotes y obispos, lo que no sólo contraria a la Iglesia católica, sino que disgusta a los elementos más tradicionalistas del anglicanismo. El documento pide comprensión para con los puntos de vista de la otra parte y recomienda medidas para evitar choques.
La Iglesia de Inglaterra ha intentado quitar hierro a la advertencia papal, y el mismo Runcie, que en septiembre visitará a Juan Pablo II, ha dicho que la misiva "es la base para que amigos que buscan los mismos fines hablen claro".
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