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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La nueva Polonia

"SIENTO MAREO ante la magnitud de los cambios que se han puesto en marcha", declaró uno de los participantes en la mesa redonda entre Solidaridad y el Gobierno polaco. No es para menos. En diciembre de 1981, Lech Walesa y miles de militantes de Solidaridad eran encarcelados. Hoy sigue al frente del país el mismo general Jaruzelski que llevó a cabo aquella represión y el Gobierno continúa en manos del partido comunista. Todo parece igual, pero todo está cambiando. Jaruzelski ha recibido a Walesa en una entrevista cuyo valor simbólico ambos han subrayado. Los presos de ayer son los dirigentes de una organización legalizada que se dispone a publicar periódicos y a participar en las elecciones parlamentarias de junio.Es tal el temor del Gobierno a los resultados electorales que una de las demandas a Solidaridad fue la de que se adoptase una fórmula bizantina por la que la oposición sólo podrá obtener el 35% de los escaños en el Congreso de los Diputados, si bien el Senado será elegido libremente. Solidaridad aceptó esa extraña limitación por considerar necesario propiciar una transición gradual hacia el pluralismo y, en lo posible, en un clima de tolerancia. En 1993, las elecciones se harán ya sin limitaciones, y cada cual tendrá en el Parlamento la fuerza que le den los votos. Jacek Kuron, uno de los líderes de la oposición, considera muy probable que en los próximos años el amplio conglomerado agrupado en Solidaridad se decante en varios partidos y que ocurra algo semejante en el ámbito gubernamental. En todo caso, Polonia ha empezado a caminar por una vía inexplorada. Lo que ha sido calificado por muchos de "imposible" -elpaso de un régimen comunista a la democracia parlamentaria- empieza a materializarse.

El tránsito democratizador es complejo. La aplicación de los acuerdos de la mesa redonda -que equivalen a una profunda reforma constitucionalchocará con las resistencias de los dogmáticos, que mantienen fuertes posiciones en el partido y en el aparato del Estado. Pero las dificultades mayores son de índole económica y social. Por mucho que Solidaridad se esfuerce en explicar las exigencias de la reforma económica, es inevitable que exista un gran descontento en un.a población sometida a una gran penuria. Y los enemigos del cambio que ayer acusaban a Solidaridad de causar disturbios ahora explotan el desastre económico para obstaculizar el nuevo curso de los acontecimientos.

A ello hay que añadir las implicaciones internacionales. Occidente está interesado en que salga adelante la experiencia polaca, consciente de las dificultades que conlleva. Ante la grave situación económica, con una deuda de 40.000 millones de dólares, hace falta la ayuda occidental. El propio Walesa, una vez que se ha desbrozado el camino hacia el nuevo sistema político, se esfuerza por convencer de ello a los Gobiernos occidentales. Las respuestas han sido hasta ahora positivas. El presidente Bush ha anunciado una ayuda de unos 1.000 millones de dólares, y Francia -cuyo presidente, Mitterrand, visitará Varsovia en junio- se dispone asimismo a favorecer económicamente el proceso.

Si el cambio polaco se hace con éxito influirá de modo decisivo en la evolución de los otros países del Este y en la propia Unión Soviética. Si se asienta en Polonia un sistema pluralista, con el apoyo de Gorbachov y sin problemas para la URSS en el terreno de la seguridad, indicará de manera elocuente que entramos en una etapa histórica nueva, en la que los factores militares irán perdiendo peso y aumentando las posibilidades de cooperación leal entre el Este y el Oeste.

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