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CAOS EN LOS TRANSPORTES

La huelga de 28 técnicos suspende o retrasa 500 vuelos

El paro de 28 técnicos de mantenimiento de los sistemas de control del aeropuerto de Barajas y la amenaza de la organización terrorista ETA contra las vías férreas Madrid-Barcelona y Madrid-Burgos alteraron ayer los planes de desplazamiento de miles de usuarios de los transportes públicos. A ello se sumaron las graves deficiencias registradas en los equipos de control aéreo, anomalías que "no se descarta que hayan sido provocadas", según el director general de Aviación Civil, Carlos Martín Plasencia. Unos 500 vuelos nacionales e internacionales fueron suspendidos o atrasados a lo largo de la jornada de ayer en toda España. Entre las doce de la mañana y la una de la tarde, el aeropuerto de Madrid-Barajas llegó a estar cerrado al tráfico.

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De "verdadero casos" calificó ayer un controlador del Centro de Paracuellos -desde el que se dirige el tráfico de los aviones que sobrevuelan las tres cuartas partes de España- la situación creada durante la mañana de ayer. En el centro son "habituales" pequeños fallos en el ordenador central (llamado Intermad), pero no en los sistemas de comunicaciones orales del centro con los aviones o con los ocho sectores que controla.Sin embargo, poco más tarde de las siete de la mañana de ayer comenzaron a registrarse graves anomalías en ese sistema de comunicaciones. "Funcionaba a ratos. Estabas hablando con un avión y se cortaba la comunicación. Y así no se podía trabajar con seguridad", explicaba el controlador. Por ese motivo, a las 7.30 horas comenzó a restringirse el número de vuelos.

A las diez quedaron subsanadas las anomalías, pero sólo dos horas más tarde se reprodujeron. Fue entonces cuando la Dirección General de Aviación Civil ordenó el cierre del aeropuerto de Barajas. A la una de la tarde, el sistema volvió a funcionar, pero las restricciones continuaron siendo muy fuertes, de modo que sólo se permitía operar a un avión cada 20 minutos y en cada sector aéreo -"y con mucha precaución"-, con lo que en la zona afectada (toda la Península, salvo el sector de Sevilla y el de Barcelona) sólo podía volar un máximo de nueve aviones, cuando lo habitual es un movimiento de más de 80 a la hora. Para las doce y media del mediodía, sólo Iberia ya había cancelado un total de 52 vuelos, en su mayoría nacionales.

"La jornada va a ser un desastre", comentaba un portavoz de la compañía. El día anterior, la misma empresa ya había cancelado 11 vuelos entre Madrid y Barcelona.

Durante la tarde, el ritmo de autorizaciones de vuelo no fue superior a "dos o tres aviones a la hora en cada sector", según Aviación Civil. La comañía Iberia señaló ayer que hasta las seis de la tarde se habían cancelado 170 vuelos, de los 470 programados. Las mismas fuentes señalaron que el tráfico global de Barajas oscila entre los 450 y los 580 vuelos.

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Seguridad aérea

A partir de las 19.30 el ritmo era de un vuelo cada 10 minutos. Hasta las 17.30, sólo fueron autorizadas 25 de las 430 operaciones previstas en Barajas. Las principales consecuencias se advirtieron en el aeropuerto madrileflo, que registra mayor número de movimientos en España -unas 16 llegadas a la hora, como medía anual-, pero también afectó gravemente a todos los aeropuertos, nacionales y ex tranjeros, desde los que debían partir aviones con destino en la Península. Sólo pudieron llegar a su destino las aeronaves que, no partiendo de aeropuertos afectados, tenían como destino final Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca o Canarias, que son los sectores no controlados desde Paracuellos del Jarama.

El director general Martín Plasencia afirmó que, pese a la gravedad de lo ocurrido, "los problemas no han afectado en ningún momento a la seguridad aérea", tesis que no era compartida en su totalidad en el Centro de Control de Paracuellos.

A la hora de hacer una evaluación política de lo ocurrido, Presidencia remitió a Transportes, pero un portavoz de este departamento declinó hacer comentarios.

La confusión y un malestar profundo predominaban ayer entre los miles de viajeros que abarrotaban las dependencias de Barajas y que no acababan de entender lo que estaba pasando, informa Andrés Manzano. Colas interminables de viajeros se agolpaban ante las oficinas de sus compañías correspondientes, intentando averiguar sí había alguna posibilidad de continuar viaje de alguna forma.

A las 17.10, los altavoces advierten: Vuelo con destino a Miami, cancelado. Poco después: vuelo 872 con destino a Barcelona, continúa retrasado.

En un rincón, todos los componentes del equipo ciclista patrocinado por Ryalcao esperan resignados a que llegue el autobús que debe conducirlos a Santiago de Compostela. José Olmos Castro, delegado del equipo, califica, suavemente, de lamentable lo ocurrido con sus muchachos: "Veníamos de Colombia, para participar en la vuelta ciclista a España, que empieza el lunes, y estuvieron a punto de desviarnos al aeropuerto de París. Menos mal que al final pudimos aterrizar aquí, pero ahora nos esperan diez horas de viaje en autobús".

En la sala de espera de Internacional, un grupo de pasajeros ha formado un corro y bailan por sevillanas, ante el regocijo resígnado de otro grupo de japoneses. A las preguntas del periodistas, uno de los bailarines responde: "Mire, mucha alegría, pero esto es una mierda".

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