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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coyuntura a la baja

LOS RESULTADOS del índice de precios al consumo alejan definitivamente la verosimilitud de las pretensiones iniciales del Gobierno de obtener este año una tasa de crecimiento de los precios del 3%. En el planteamiento inicial de este objetivo existía una dosis excesiva de voluntarismo, tanto menos aceptable cuanto que de la definición de este objetivo depende la fijación de las rentas de muchos cientos de miles de españoles. Es cierto que para obtener la moderación de los precios se precisa de la colaboración, o cuando menos de la comprensión, de los agentes económicos. Pero para que ésta se produzca es preciso que los objetivos propuestos sean verosímiles, algo que en este caso particular brillaba por su ausencia. Los datos de los primeros meses del año han venido a confirmar esta impresión inicial y colocan a los responsables de la política económica en una posición difícil frente a una opinión pública que se ha vuelto progresivamente desconfiada.Tras el resultado de marzo es muy dificil que puedan producirse mejoras en la tasa de inflación interanual en los próximos meses, ya que en abril del pasado año los precios descendieron y en mayo permanecieron estancados. Habrá, pues, que acostumbrarse a vivir durante unos meses con una tasa de inflación superior al 6% antes de que en la segunda parte del año las cosas puedan mejorar.

Pero lo ocurrido con los precios no es el único elemento inquietante. Los resultados de la balanza comercial del primer trimestre muestran un rápido deterioro del déficit comercial que, de prolongarse, llevaría a un déficit en la balanza por cuenta corriente superior al ya muy elevado previsto por las autoridades. Puede argumentarse que los resultados del mes de marzo contienen una componente estacional ligada al calendario de la reducción arancelaria, pero los resultados de enero y febrero tampoco han sido demasiado satisfactorios, por lo que es posible que estemos ante un deterioro mayor que el previsto. A ello hay que añadir lo sucedido en el sector de los servicios: en los tres primeros meses, los ingresos por turismo han sido inferiores a los de 1988. Si estas tendencias persisten a lo largo de todo el año, será preciso corregir los problemas del sector exterior antes de lo que hasta ahora se pensaba.

En el análisis de esta coyuntura es preciso tener en cuenta la conjunción de dos factores importantes: la fortaleza de la demanda interna y la apreciación de la peseta frente a las monedas comunitarias. Se trata de una situación que recuerda a la de Estados Unidos al comienzo del mandato del presidente Reagan. Sin embargo, las lecciones de la experiencia norteamericana aconsejan no demorar excesivamente el ajuste, y si hay algo que conviene preservar al máximo es la continuación del proceso inversor, que es el que en definitiva garantiza la creación de puestos de trabajo.

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En este contexto, la política económica parece dudar sobre la dirección que conviene elegir. La política presupuestaria atraviesa por momentos difíciles, no sólo porque la sentencia del Tribunal Constitucional ha trastocado el calendario de ingresos de las Administraciones Públicas, sino también porque los resultados del primer trimestre distan bastante de ser satisfactorios, especialmente en la vertiente del gasto. Tampoco lo es la manera en que se está financiando el déficit público, pues el Tesoro está apelando excesivamente al Banco de España.

Todas estas circunstancias confieren un peligroso protagonismo a la política monetaria, cuyas repercusiones a corto plazo sobre la peseta complican la corrección del déficit exterior y, a medio plazo, pueden frenar el aumento de las inversiones. La evolución económica del primer trimestre de 1989 ha echado por tierra algunos de los presupuestos en los que se basaba la política económica para este año, lo cual debería llevar a la redefinición de algunos aspectos de la misma.

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