Brindis al Parlamento Europeo
ENVIADO ESPECIALEstán varios diputados del Parlamento Europeo pidiendo que se supriman los picadores en las corridas de toros, y nosotros ni caso, con nuestros buenos argumentos acerca de su necesidad en la lidia. Los diputados del Parlamento Europeo no acaban de creemos, y menos mal si no se asoman por esta Maestranza, porque si se asoman van a pensar que salen los picadores a mala idea. Y más ayer. Ayer aparecieron dos espontáneos en el redondel y les hicieron un a los diputados y al Parlamento Europeo todo, demostrando que a ciertos toros se les puede torear largo y ceñido sin necesidad alguna de picadores.
El toro de los espontáneos había sido devuelto al corral por inválido y el mismo camino debieron seguir todos. La corrida entera, muy terciada, muy cómoda, padecía invalidez perniciosa y los picadores tenían que meter puya con tiento, ng fueran a dejar los animalitos para el arrastre. Aún así, algunos quedaron prácticamente para el arrastre, como el tercero y el quinto, y al resto se le doblaban las patitas.
Gonzalez / Robles, Campuzano, Mendes
Cinco toros de Gónzalez-Sánchez Dalp, terciados, inválidos, nobles, y 6º sobrero de Peralta, con trapío, manso. Julio Robles: estocada baja perdiendo la muleta (oreja) estocada (oreja) salió a hombros. Tomás Cmpuzano estocada corta tendida y dos descabellos (silencio) estocada caída y descabello; la presidencia le perdonó un aviso (ovación y salida al tercio) Víctor Medes bajonazo (palmas); tres pinchazos y estocada corta (palmas) Plaza de la Maestranza, 13 de abril. Octava corrida de feria.
Un diestro veterano avezado a más árduas empresas, Julio Robles al aparato, pudo andar con esos infelices a gorrazos, y seguramente lo habría hecho así en cualquier parte -que don Julio es muy suyo- pero tenía con la Maestranza una deuda artística pendiente y se propuso saldarla. La verdad es que la saldó en un plis-plás. En cuanto tiró de las embestidas, embarcó con temple, vació limpio, ya estaba la Maestranza entregada. Don Julio toreó hondo, gustoso y relajado. Don Julio cuajó dos faenas hermosísimas, que paladearon con auténtico delite los buenos aficionados sevillanos. Y cuando se echó la muleta a la izquierda, transmutó el natural en filigrana. Esa interpretación artística del toreo la hace don Julio con toros químicamente puros, y le esculpen en bronce, para colocar la estatua a un tiro de piedra de donde van a erigir la del faraón.
El arte y la naturalidad. Así toreó Julio Robles. Tomás Campuzana toreó sin arte ni naturalidad y fuera de cacho al segundo inválido, pero asumió la lección de don Julio y al quinto ya le aplicó suave temple en varias tandas de excelentes naturales. Hasta que se cayó el toro. Dos veces se cayó, cuan largo era, y le costaba incorporarse, al pobre. Esas caídas -comentaba la afición- deslucieron y restaron mérito a la interesante labor de Campuzano. Seguramente. Aunque la corrida entera estaba en entredicho desde muy atrás, desde que saltó a la arena el que abrió plaza.
Víctor Mendes banderilleó espectacular, con un par por los terrenos de dentro y un quiebro de buena factura, y en los últimos, tercios prácticamente quedó inédito, pues su primer torillo era incapaz de seguir la muleta y el sobrero sacó genio, luego desarrolló sentido y le pegó tres coladas, tres, muy serias. Víctor Mendes consintió, aguantó, libró serena" mente las tarascadas, y se acreditó torero pundonoroso y valiente.
Cuando ordenaron la devolución del sexto al corral, los cabestros ya en el ruedo, se, tiraron dos espontáneos, que se cedieron educadamente turno para darle derechazos y naturales al tullido proscrito, como quien lava. "¡Ahí está la prueba!" habrían gritado entonces los eurodiputados, de estar presentes, señalando lo fácil que es dar derechazos y naturales a un toro que no ha sido picado por nadie. Claro que, poco antes, habrían podido ver también lo bella que puede ser la suerte de picar si quien la ejecuta es torero cabal.
El torero cabal se llama Francisco Martín, natural de la Algaba. Francisco Martín transmitía al caballo su torería, citaba levantado de la silla y poniendo en alto la garrocha, hacía de frente la suerte, tiraba la vara al morrillo para detener al toro, que Regaba de muy largo y con muchos pies.
Puso la plaza en pie, le tocaron la música, saludó castoreño en mano, y ese saludo era a su vez un brindis a los eurodiputados, que una suerte de varas así, ni se la imaginan. Si hubiera lógica en este mundo, ese algabeño torero tendría escaño en el Parlamento Europeo, donde podría explicar cómo es y cómo se hace, naturalmente vara en ristre y tocado de castoreño.
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