Fernando Morán: "Este país necesita un giro a la izquierda"
La derecha no debe explotar la cuestión terrorista, según el candidato para las elecciones europeas
Fernando Morán no ha visto cumplidos sus deseos de volver a casa, y a sus 62 años, la dirección del PSOE le ha situado de nuevo a la cabeza de la candidatura al Parlamento Europeo. Las proyecciones del CIS -efectuadas a partir de encuestas sobre intención de voto real- sitúan al PSOE entre el 38% y el 43% de los sufragios, hipótesis que ha sido establecida cuando aún se observan altos porcentajes de indeterminación en el electorado. Morán piensa aprovechar la campaña para aclarar cuestiones como la siguiente: "El problema de España en Europa no es la falta de concentración bancaria, sino el déficit de enseñanza y de protección social".
Pregunta. ¿Cree que las condiciones preelectorales son peores que las de 1987 o se exagera cuando se habla del deterioro socialista?
Respuesta. Es difícil contestar. Aquí hay una vivencia europea muy fuerte, y este pueblo, que es muy inteligente, se da cuenta de que la etapa que se inaugura en Europa es importante. Pero también es difícil saber cuál es el desgaste del PSOE y del Gobierno: se han producido reacciones de descontentos fragmentados, pero desde el 14-D ha habido mucha reflexión en el país sobre: la función del Gobierno, de los sindicatos y la conveniencia de la concertación social. Mi impresión es que el resultado electoral será bastante bueno.
P. ¿Qué tipo de campaña piensa desarrollar?
R. Las campañas están planificadas por el partido socialista y no por el cabeza de lista. Pero yo trataré de clarificar cuál es el horizonte europeo en los próximos años y las diferencias de concepción entre la izquierda y la derecha, y transmitir el mensaje de que la socialdemocracia es absolutamente necesaria. El reformismo económico y social está llamado a ser esencial.
P. ¿Pero qué credibilidad tienen los propósitos electorales en relación con las prácticas de los Gobiernos?
R. Lo que pasa es que los manifiestos electorales son como un horizonte y los Gobiernos están muchas veces prendidos en el día a día. Pero la lectura general que hacen los partidos socialistas europeos es ésa, y desde luego es apliciable a España.
P. ¿Cómo piensa vender la idea de que con Europa caminamos hacia una situación mejor?
R. Es que yo no diría que caminamos hacia una situación mejor, sino hacia una fase más decisiva. No es para mañana la flexibilidad entre el Este y el Oeste, pero sí está en las cartas, como dicen los anglosajones, lo cual abre posibilidades y crea problemas. Al mismo tiempo hay que afrontar el reto de la construcción del mercado interior, que si no se corrige con medidas políticas va a producir crisis internas, reacciones proteccionistas e incluso xenofobias.
Diferencias con Europa
P. ¿Existe alguna diferencia seria entre el mensaje socialista y el de los conservadores?
R. Hay diferencias serias, pero no trágicas, porque existe un consenso entre derecha e izquierda sobre la construcción de Europa. Pero la mitificación del mercado y la petición de desregulación total pueden conducir a una gran lucha social, repito que fragmentada, porque los proletariados europeos nunca van a tener la cohesión y la simplicidad que tuvieron en los años treinta, mientras que una postura socialista o socialdemócrata, aceptando el juego del mercado, permite corregir desequilibrios. El mercado interior abandonado a sí mismo puede desarmar al ciudadano frente a las transnacionales y los grupos de presión.
P. ¿Qué opina de su principal adversario, Marcelino Oreja, ahora asociado a Fraga?
R. Conozco a Oreja hace muchos años. Es un gran trabajador, un buen profesional y un hombre de vocación política. Fraga también es un hombre vocacionalmente político, que interpreta su vida como servicio al Estado.
P. Como siga usted así, va a ser difícil desmentir la voluntad de coalición con la derecha.
R. No. Yo me adelanto a decir que veo enormemente difícil una coalición con el Partido Popular. Este país tiene una fuerte tradición conservadora, y es bueno que eso tenga referencia política; pero también creo que este país necesita pasar por un reformismo social importante, porque, volviendo a Europa, nuestro índice de cobertura social, de seguridad social y de enseñanza es muy, muy inferior al europeo. La diferencia es enorme. Nuestra dificultad en Europa no viene tanto de la falta de concentración bancaria como de diferencias de educación, por ejemplo, que se van a manifestar en el mercado de trabajo profesional. Este país necesita más socialismo v más socialdemocracia durante bastante tiempo porque tiene un gran retraso en la acción social.
P. Es decir, ¿hace falta un giro a la izquierda?
R. El país necesita un giro a la izquierda, sin duda. El Gobierno está dando en parte ese giro, como muestran los recientes decretos sociales, que algo suponen, y tiene que seguir dando un giro en esa dirección.
P. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿merecía la pena toda la gran polémica en torno a la Alianza Atlántica?
R. Ésa es una pregunta que yo también me he hecho. Desde 1982, cuando se constituyó el Gobierno socialista, fui partidario de no precipitar la cuestión de la OTAN. Yo fui partidario de que España permaneciera dentro del sistema y de aplazar la decisión, porque 1983 fue el año del despliegue de los cohetes de alcance intermedio y cualquier decisión en aquellos momentos de tensión habría sido muy negativa. A mi modo de ver, la decisión sobre la OTAN se precipitó antes de tiempo. Pero no hay que olvidar la presión que hacía la oposición y gran parte de los medios de información.
Nadie podía prever que la segunda Administración de Reagan iba a ser aperturista ni los cambios en la Unión Soviética. Aunque también puedo decir, y alguna cosa he escrito sobre eso, que en 1983 yo le pregunté a Gromiko, en plena tensión, si habla perspectivas de cambio en la Unión Soviética, y me contestó: "Mire usted, hay generaciones enteras que lo piden y el cambio es inevitable", aunque también acusó a los norteamericanos de hacerlo diricil.
"ETA está perdiendo"
P. ¿Se puede considerar consolidada la democracia española mientras el problema terrorista no esté resuelto?
R. Los modos españoles de lucha contra el terrorismo son en el fondo más civilizados que los de otros países, y corresponden a la cultura española de la restauración democrática, con el respeto religioso a los derechos humanos, cosa que en países de democracia tan antigua como la del Reino Unido, por ejemplo, no tiene la misma consideración, porque actúan de manera mucho más radical respecto al Ejército Republicano Irlandés (IRA). Véase, por ejemplo, el incidente de Gibraltar.
Lo que ocurre es que el terrorismo no ha afectado decisivamente a la solidez de la democracia española; al contrario, está cohesionando a los partidos políticos. El terrorismo está aislado de sus bases políticas y sociológicas, luego, políticamente, ETA está perdiendo.
P. ¿Apoya usted la vía negociadora intentada por el Gobierno?
R. Yo encuentro que el Gobierno actúa con gran equilibrio, con gran oficio en estas conversaciones y con una sangre fría notable, porque lo fácil es la descalificación de ese juego absurdo, semántico, que se traen los terroristas.
P. ¿Le preocupa el desmarque de Fraga respecto de las conversaciones de Argel?
R. No creo que caiga en la tentación de explotar políticamente una situación muy dificil para el país. Sería poco consecuente con la calidad que yo le atribuyo.
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