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El destronado 'rey de los bonos-basura'

Michael Milken, supermillonario en el banquillo por sus astronómicos fraudes financieros,

Francisco G. Basterra

Con excepción de los sultanes de Brunei o los jeques de los emiratos, ganar como salario 550 millones de dólares al año sólo es posible en Estados Unidos y en el Wall Street de finales de los años ochenta, barridos por la fiebre de la codicia y la especulación financiera. Esta fabulosa cantidad, que multiplica por 10 los salarios combinados de los presidentes de la ITT, la IBM y la Chrysler, la obtuvo en 1987 el rey del bono-basura, el financiero más poderoso de esta época de excesos, Michael Milken, un hombre de 42 años con cara de niño que ha visto amenazada su carrera tras ser procesado por fraude financiero.

Milken, cuyas rentas de trabajo anuales, ha recordado The Wall Street Journal citando al Libro Guinness de récords, sólo fueron superadas por Al Capone, "y era trabajador por cuenta propia", es el último de los grandes "dueños del universo" en caer empapelado por los fiscales, que, amparados con la legislación antimafia, han declarado el fin de la impunidad para los delincuentes financieros. Un gran jurado de Manhattan ha procesado a Milken bajo 98,cargus de fraude financiero que pueden acarrearle 30 años de cárcel.Pero además, en este baile de cientos de millones de dólares, la ley permitirá al Gobierno federal, sí es declarado culpable, como también ocurrió en el caso de Al Capone, confiscarle a Milken activos y bienes por valor de 1.200 millones de dólares e imponerle multas por otros 3.200 millones. El Estado tiene derecho, según establece la ley de Organizaciones Corruptas y de Fraude Organizado (RICO), a embargar todos los beneficios de los delitos que pruebe que ha cometido, más sus salarios y todas las participaciones en empresas ilegales.

Y los fiscales han hecho público, para solaz y envidia de los contribuyentes de a pie, que a finales de este mes deberán presentar sus declaraciones de renta en EE UU, que el empleado Milken obtuvo, en 1987, salarios más comisiones, unos ingresos de 550 millones de dolares. Más de 1,5 millones al día, más de 107.000 dólares a la hora y más de lo que ganó, en sus buenos años, el primer Rockefeller.

Un genio destructor

Pagados por su empresa, la banca de intermediación financiera Drexel Burnham Lambert, por los servicios prestados a este mago de las finanzas, que se calcula que obtuvo, él solito, más del 60% de los ingresos de 4.000 millones de dólares de la compañía en 1986. Aun así, Milken recibió más que los beneficios de su empresa, que ganó, después de impuestos, 522 millones de dólares ese año.

La opinión está dividida sobre Milken. Para algunos, sus amigos y decenas de empresarios y ejecutivos que se enriquecieron gracias a sus imaginativos e innovadores manejos, es un genio, un filántropo. 85 de sus clientes han pagado un anuncio a toda página en los principales periódicos del país para defender a Milken y agradecerle lo que ha hecho por ellos. Y hablan de que será un juicio político, una nueva caza de brujas maccartista. Para otros, Michael "estaba destruyendo con sus bonos-basura el sistema financiero del país".

La extraordinaria saga de Milken ha provocado un debate sobre el significado del irresistible triunfo y posterior caída de este máximo representante del sueño americano. Para el Nobel de Economía Paul Samuelson, el caso es "una extravagancia del capitalismo del laissez-faire". David Rockeféller se pregunta si no hay algo desequilibrado en la forma en la que opera nuestro sistema finariciero". Y el profesor John Kenneth Galbraith afirma que Milken "ha elevado a nuevas cotas el proceso de aberración financiera".

Milken, que vive modestamente para el dinero que tiene ("tengo un solo coche -un Mercedes-, una mujer, una casa -comprada a Clark Gable- y un gato"), ha puesto'patas arriba al mundo empresarial norteame ricano. Con los llamados junks bonds, bonos u obligaciones basura, un nuevo tipo de deuda de alto riesgo, pero también de alto interés, ha suministrado capital a empresas de tipo medio y pequeño que no podían acudir a los métodos tradicionales de financiación.

Y, sobre todo, ha alimentado, posibilitando las grandes sumas necesarias, la explosión de megafusiones, adquisiciones y OPAS hostiles que han caracterizado la economía norteamericana en este final de década. También gracias a él, jóvenes ejecutivos que no han cumplido 30 años pueden ganar un millón de dólares al año en Wall Street.

Con los junks bonds, Milken hizó posible, entre muchas otras megaoperaciones, la compra por Frank Lorenzo de Texas Air, y de la Fox Television por el magnate australiano-norteamericano de los medios informativos Rupert Murdoch. Sin el revolucionario instrumento de los bonosbasura y este judío, padre de tres hijos a los que sólo entrega como paga semanal 10 dólares por cabeza, no existirían las Leveraged Buy-out (LBO), traducibles como compras encadenadas. Un sistema para comprar empresas poniendo sólo en metálico el 10% de la operación y el resto en junks bonds y con créditos bancarios contra los activos de la empresa que se adquiere.

La hora de Nueva York

Milken, trabajando desde las 4.30 -siete días a la semana-, desde su despacho de Beverly Hills, en Los Angeles, para compensar la diferencia horaria de tres horas con Nueva York, creó un mercado de 180.000 millones de dólares de bonos-basura, Pero este joven Midas, calificado como "el financiero más importante del siglo" desde J. P. Morgan, el capitalista por excelencia que levantó la US Steel y la American Telephone and Telegraph, utilizaba al parecer, según los fiscales, métodos fraudulen tos aparcando acciones, ocultando así quién era el verdadero propietario, realizando operaciones ficticias y traficando con información confidencial.

Su empresa, DrexeI, a la que Milken convirtió de una modesta compañía en la quinta firma de inversiones e intermediación en bolda de Estados Unidos, le dejó caer el pasado 21 de diciembre, el día que pasará a la historia como el final de la impunidad para los "delitos de cuello blanco". Esa fecha, Drexel prefirió llegar a un acuerdo con las autoridades judiciales y monetarias y pagar 650 millones de dólares de multa para evitar que se le aplicarán las leyes contra la mafia, declarándose culpable de seis de litos de operación fraudulenta.

Pero Drexcl dejó a los pies de los caballos a su empleado de oro, Milken, quien desde ese día se ha limitado a aguardar un procesamiento anunciado. Este gurú financiero ha sido arrastrado al desastre por Ivan Boesky. El tiburón de Wall Street que, al cantar en 1986 y dar nombres, también en un arreglo con la justicia -práctica muy común en EE UU-, abrió las compuertas a la caída de Drexel y a una serie de procesamientos y detenciones -él mismo cumple ahora tres años de cárcel- que han conmocionado a Wall Street. Cuando cayó Boesky, se decía a Milken no le pillarán, es demasiado listo". Ahora dicen que le ha perdido el éxito excesivo. Milken, que se prepara para someterse a lo que será el juicio financiero del siglo, ha afirmado: "En Estados Unidos un procesamiento es el principio del proceso legal, no el final. Me declararé inocente y combatiré todas las acusaciones. Confió en que finalmente seré reivindicado". De momento, ha contratado los servicios de Arthur Liman, que fue el asesor jurídico del Sena'do en las audiencias del Irangate.

Negocios fraudulentos

La acusación cuenta con que el testimonio de Boesky contra su antiguo amigo, con el que se repartió negocios fraudulentos, y de otros profesionales de Drexel. La defensa alegará que Michael no cometió delitoj y que simplemente se trata de errores técnicos. El presidente de la compañía petrolífera Unocal, Fred Hartley, precisa que Milken no ha sido procesado por levantar financiación para adquisiciones de empresas, sino "por hacer algo ilegal. Le han cogido con las manos en la masa".

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