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El triángulo de Ias Británicas

18 barcos se han hundido en el mar de Irlanda, por donde circulan submarinos norteamericanos, británicos y soviéticos

Los pescadores que faenan en las aguas poco profundas del mar de Irlanda, el brazo de agua que separa la isla Esmeralda de Gran Bretaña, afilan la cansada mirada en derredor suyo. La mar está ahora calma, pero no sería la primera vez que una ola de misterioso origen aparece de súbito para engullir a un inerme pesquero. Así fueron destruidos el Inspire y el Boy Shaun, dos marisqueros, aunque otras veces los barcos se han volatilizado sin dejar rastro, como le ocurrió el mes pasado al Tijl Uilenspelgel. El enigma parece estar más relacionado con los submarinos de las superpotencias que con un embrujo celta.

La noche del pasado domingo, día 5, el belga Tijl Uilenspelgel tenía echadas las redes en un mar de Irlanda en relativa calma, pocas millas al este de la isla de Man. El barco estaba en contacto por radio con otros nueve pesqueros de la misma bandera hasta que, de repente, no se pudo establecer conexión. Cuando los otros barcos llegaron a la zona sólo pudieron avistar algunos objetos flotando. Se recuperó el cadáver de uno de los tripulantes, pero las subsiguientes labores de rescate no dieron mayor resultado. El pesquero belga es el decimoctavo barco que se hunde en la misma zona y sus cuatro marineros elevan a 38 el número de ahogados en tan extrañas circunstancias.La desaparición de este barco de 30 metros de eslora y 145 toneladas se produjo en cuestión de segundos, sin darle tiempo a lanzar un SOS. Marineros y aseguradores discuten sobre las causas y miran de reojo a un Ministerio de Defensa que pone cara de póquer.

Escora fatal

Existe la posibilidad de que el barco, que pescaba con la red echada a babor o estribor -una arriesgada modalidad que pone en peligro la estabilidad del buque, frente a la más convencional de arrojar la red por la popa-, hubiese tenido un problema y se hubiese escorado tan repentina como fatalmente.También se especula, con menor énfasis, con la posibilidad de que las redes se hubiesen enganchado con algún objeto y el barco se viera arrastrado hacia el fondo. Pero a los implicados en el caso les ha llamado más la atención la pista del submarino norteamericano que dejó su base escocesa en Holy Loch el viernes 3 y volvió a ella el lunes 6, si bien el Ministerio de Defensa británico niega la implicación de submarinos de la OTAN en el siniestro.

George Foulkes, portavoz de Exteriores laborista y cabeza de una campaña parlamentaria para hacer luz sobre los percances de que han sido víctimas tantos barcos, pesqueros y de recreo, en el mar de Illanda, cree que el hundimiento del Tijl Uilenspelgel "cuadra a la perfección con los otros incidentes" de buques arrastrados durante horas por submarinos enganchados a sus redes, o golpeados y hundidos, o destrozados por una poderosa ola. "El problema con que nos encontramos al tratar de descubrir por qué desapareció repentinamente este barco es el impresentable secretismo del Ministerio de Defensa".

Las parcas explicaciones militares no convencen y ya ha habido una ocasión -la del enganche de las redes y hundimiento del Sheralga por el submarino Porpoise, en 1982- en que Defensa se plegó a la indemnización después de la inicial negativa a reconocer responsabilidades. El Conqueror, el submarino que hundiera al destructor argentino General Belgrano en la guerra de las Malvinas, tambien echó a pique el pasado verano al yate Dalriada, con el que chocó frente a las costas de Irlanda del Norte.

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Los incidentes en esas aguas son continuos y casi siempre se ha podido comprobar la intervención de submarinos, salvo cuando ha habido víctimas mortales. El 20 de febrero de 1985 el pesquero escocés Mhari L se hundió con toda su tripulación cerca de la isla de Man en circunstancias parecidas a las del Tijl Uilenspelgel. Un submarino británico averiado entró en la base de Faslane al día siguiente y Defensa atribuyó el hundimiento a que el barco había liado sus redes con un cable submarino. Los deudos, insatisfechos con esta explicación del ministerio de Defensa, siguen exigiendo que el incidente sea investigado en serio.

Los pesqueros británicos, irlandeses, belgas y de otros países comunitarios -aunque no españoles, porque no frecuentan el mar de Irlanda- tienen la fatalidad de faenar en un área en que lenguados, centollos y langostinos comparten aguas con submarinos norteamericanos y británicos de propulsión nuclear y misiles atómicos cuyas bases se encuentran en el estuario del Clyde: Holy Loch y Faslane, no lejos de Glasgow. Faslane acoge a los cuatro sumergibles dotados con misiles estratégicos Polaris con que cuenta la Roya] Navy, y ello es razón suficiente para que haya otros soviéticos merodeando en las mismas aguas en un continuo juego del ratón y el gato.

Ejercicio de diversión

Cada mes, unos 15 submarinos de la URSS pasan junto a las costas británicas, ocasión que aprovechan para echar un vistazo al Clyde. Fuentes oficiales británicas sostienen que nunca hasta la fecha han podido ver los soviéticos un Polaris y, si es cierto, se debe a un complejo ejercicio de diversión que implica también el uso de sumergibles de señuelo y de otros que controlan a los frustrados espías.Ello crea una concentración de submarinos en la zona de la que muy bien pudieran haber sido víctimas algunos de los pesqueros y yates siniestrados, en especial los que han tenido problemas en el angosto Canal del Norte, el estrecho que separa el Ulster de Escocia, por el que los Polaris salen a las aguas abiertas del océano Atlántico.

El Ministerio de Defensa dice que trata de evitar al máximo los accidentes y que sus submarinos viajan por superficie en la medida de lo posible, tal y como se lo ha pedido la Organización de Productores de Pescado de Irlanda del Norte, pero no hace mayores concesiones.

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