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La pirámide de Pei se convierte en la entrada de un museo que atrae la atención del público

El presidente François Mitterrand inaugura la primera fase de las obras del Gran Louvre

Las puertas del Gran Louvre se abrieron ayer, después de que el presidente de la República, François Mitterrand, inaugurase la primera fase de las obras. A continuación, el público pudo entrar a visitar las nuevas instalaciones, diseñadas por el arquitecto chino-norteamericano leoh Ming Pei. Bajo la pirámide de acero y cristal, entrada principal a partir de ahora del museo, el nuevo vestibulo simboliza la idea central del Louvre renovado: la organización y la atención al público. Todo está hecho para olvidar aquel antiguo museo en el que, como decía Pei, nunca se sabía dónde estaban los lavabos.

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120.000 millones de pesetas

La primera fase del Gran Louvre, que será a finales de siglo el mayor museo del mundo, significa una aportación de 16.000 metros cuadrados de extensión la mayoría en el sótano de la Cour Napoleón, en cuyo centro se encuentra la pirámide. Nuevos equipamientos para la acogida del público, apertura de salas, recuperación de espacios y el descubrimiento del Louvre medieval constituyen las principales innovaciones de la bodega del museo, concebido por Pei como un navío.

Una escalera de caracol lleva desde la pirámide al vestíbulo, construido en hormigón color crema encofrado con madera de pino de Oregón. En el centro, las azafatas acogen a los visitantes, que pueden sacar sus entradas en máquinas automáticas que admiten tarjetas de crédito.

En las paredes, 15 pantalla de vídeo informan de lo que se puede hacer en cualquier momento. Porque el nuevo Louvre que recibe tres millones de personas al año frente a los siete millones del Centro Pompidou, quiere recuperar al público perdido con una concepción moderna del museo. Un auditorio de 420 plazas albergará diariamente conciertos, programas audiovisuales, conferencias y coloquios.

Reencuentro

El vestíbulo contiene también la librería de arte - 10.000 títulos, 4.000 en lenguas extranjeras-, las tiendas de venta de reproducciones y fotografías, una mediateca y dos restaurantes que abrirán el verano próximo, además de estafeta de correos y espacios dedicados a los organismos relacionados con el Louvre y con los demás museos de París.

Como una expresión de lo que el ministro de Cultura, Jack Lang, califica de "reencuentro del arte y la historia", dos salas, preparadas por Richard Peduzzi, resumen los 800 años del Louvre, la primera desde la Edad Media hasta el siglo XVIII y la segunda desde el siglo XIX hasta la reforma de Pei. Una de las grandes novedades es precisamente el Louvre medieval, descubierto en 1977, durante las excavaciones en las obras de la Cour Carrée.

Sobre un sendero de madera, y aspirando el penetrante olor de lo antiguo, el público puede rodear la fortaleza, construida por Felipe Augusto entre 1190 y 1202 para proteger la ciudad de París, con la torre central (el donjon), que sirvió de prisión antes de guardar, el tesoro real.

El castillo fue transformado siglo y medio después en palacio por Carlos V. Es como un museo dentro del museo, que estaba ahí y sólo ha necesitado ser descubierto en el mismo lugar donde se construyó. En la sala San Luis se exponen los objetos encontrados en las excavaciones, desde el casco de Carlos VI hasta las cerámicas de la época. Justo encima se reabre, tras cinco años de cierre, la sala de las Cariátides, donde se presentan las réplicas romanas de las obras helenísticas.

Un nuevo espacio de 1.200 metros cuadrados -cuatro veces mayor que el actual, en el pabellón Flore- está destinado a las exposiciones temporales, entre 12 y 15 por año. La primera, que se abrirá el 5 de abril, será un homenaje a los 2.700 donantes de obras con que cuenta el Louvre.

Tres ejes

Estas exposiciones, según el director Michel Laclotte, se orga nizarán en tomo a tres ejes: la historia del museo, las colecciones y la relación entre el Louvre y los artistas modernos y contemporáneos.

Doce salas en el segundo piso de la Cour Carrée están reservadas a la pintura francesa -desde los primitivos hasta el siglo VXII-, y en el antiguo vestíbulo se han recuperado la sala Manege, dedicada a mostrar el lazo entre la escultura antigua y moderna, y la galería Daru, repleta de esculturas greco-romanas, que ofrece una nueva visión de la Victoria de Samotracia, inamovible en su tradicional emplazamiento, al igual que otras dos joyas del Louvre: la Venus de Milo y la Gioconda.

Esta fase de la reforma ha permitido exponer algunas de las miles de piezas almacenadas. El Louvre posee 350.000 obras, de las que ahora se exponen sólo 23.000. Los nuevos trabajos permitirán mostrar 5.000 más en 1993 y se calcula que el 80% habrá cambiado de sitio en 1995.

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