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LAS VENTAS

Otra raza de toro

JOAQUIN VIDAL El toro pura raza de lidia es tal como salió ayer en Las Ventas, dogmatizaba desde el tendido la afición veterana y sesuda. Un defecto de la afición madrileña veterana y sesuda es creerse en posesión de la verdad, y en materia bovina, seguramente ignora que el toro pura raza de lídia puede ser también como el que no salió ayer en Las Ventas. La raza pura del toro de lídia depende de dónde salga el toro y de quién lo toree. Por ejemplo, el toro que salió en Valencia el pasado lunes para las figuras, y el de Las Ventas ayer, sólo se parecían en que eran negros noche, tenían cuatro patas y pesaban media tonelada.La cuestión está en determinar cuál es el genuino toro pura rara de lidia; si el de Valencia y tantas plazas, inválido, modorro, con dos plátanos en el testuz, o el de Madrid, fuerte, encastado, cornalón y astifino. Según los taurinos, el primero es el genuíno; según la afición, el se gundo. Un tema para debate Seguramente jamás llegarán a un acuerdo, porque su concepción de la lidia también es radicalmente distinta. Lidia para taurinos, es que el toro se deje pegar pases; para aficionados, en cambio, ha de ser como ayer en Madrid, fundamentada en la emoción del toro proporcionado de lámina, encastado y fuerte.

Lamamié/ Vázquez, Campuzano, Jiménez

Toros de Lamamié de Clairac, con trapío y casta, fuertes, de juego desigual. Curro Vázquez: pinchazo trasero bajo y estocada corta trasera contraria; rebasó en dos minutos el tiempo reglamentario (ovación con pitos); medía estocada baja, rueda de peones y descabello (silencio). Tomás Campuzano: estocada y dos descabellos (aplausos y algunos pitos); bajonazo descarado (protestas). Pepín Jiménez: cuatro pinchazos, estocada, rueda de peones y descabello; la presidencia le perdonó un aviso (silencio); estocada corta trasera atravesada y descabello (silencio). Plaza de Las Ventas, 26 de marzo.

El problema de los torero era atreverse a ejecutar cabal mente las suertes, pues el toro en versión madrileña siempre tiene peligro. El primero imponía con la seriedad de su embestida agresiva, a pesar de lo cual Curro Vázquez le instrumentó bonitas tandas de naturales, las abrochó con el de pecho y dibujó un des lumbrante repertorio de trincherazos, ayudados a dos mano, y pases de la firma, pletóricos le torería.

Campuzano ligó en el segundo buenas tandas de redondos y naturales, algo desvirtidas por los alivios del pico , la suerte descargada. Pepín Jiménez planteó por la izquierda toda la faena al tercero, que por el pitón derecho se colaba. Hubo una emotiva serie de frente, pases sueltos de acentuado clasicismo, y sin embargo a la tarea le faltó ligazón y gusto, cosa rara en don Pepín

Los toros restantes presentaron problemas, como falta de fijeza, corto recorrido, derrotes varios y los espadas se limitaron a tantearles las embestidas. Los picadores castigaron demasiado duro a esos toros, quizá porque los anteriores habían herido dos caballos y se recrecían. Joselito Calderón hizo portunos quites a sus compañeros. Mariscal prendió dos meritísimos pares de banderillas. El primer toro tuvo una hermosa muerte de bravo, yéndose a los medios a buscar pelea en plena agonía, que duró varios minutos. Una enorme ovación premió la bravura de ese toro, fuerte, encastado, cornalón, astifino; pura raza de toro en Madrid, rareza ecológica en otros pagos.

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