Semana Santa atea
Los organizadores de las procesiones laicas de l'Hospitalet prevén reunir a 200.000 personas
Los organizadores de las procesiones laicas de l'Hospitalet, una cofradía fundada por quince vecinos que se declaran agnósticos o ateos, prevén que este año se repita el número de asistentes de 1988, cuando 200.000 personas siguieron en la calle la evolución de los pasos durante los tres días en que hay procesiones. Los cofrades han rechazado ofertas de sacerdotes para organizar esta Semana Santa, ya que reivindican las manifestaciones ciudadanas de estos días como un hecho cultural que les permite desfilar frente a las iglesias como ante cualquier edificio. La Semana Santa laica de l'Hospitalet está organizada por la cofradía de Los Quince más Uno, una entidad legal mente constituida hace más de tres años pero que no sometió sus estatutos a la autorización de la Iglesia como sucede cuando se trata de una organización de carácter religioso.
Ninguna de las seis imágenes religiosas que salen a la calle durante el Viernes y el Sabado Santos y el Domingo de Resurrección ha sido bendecida, y permanecen guardadas durante todo el año en un local municipal, a diferencia de las imágenes que recorren la calle por Semana Santa y que se conservan en las iglesias. Más del 80% de los 30.000 habitantes del barrio de Pubilla Casas, por donde discurren los pasos de Semana Santa, son inmigrantes, principalmente de origen andaluz.
Las procesiones se detienen cada año frente al hospital de la Cruz Roja de l'Hospitalet, en señal de ofrenda a los enfermos. Una vez allí, la imagen de Jesús Nazareno articula un movimiento con las manos, en señal de bendición, que provoca escenas de gran emotividad entre el público asistente.
La iglesia, un edificio más
Francisco Segura, presidente de la cofradía Los Quince más Uno, asegura: "Nuestra iglesia es, el hospital y nuestra fe está en los enfermos", y recuerda que algunos años las procesiones han desfilado por delante de la iglesia del barrio "sin ningún problema, como si pasáramos por delante de cualquier otro edificio". de personas que esperan algun día poder ser costaleros. Cada procesión cuenta también con una banda de 35 músicos, un grupo de 25 romanos y la ayuda de 45 personas para las tareas de embellecimiento de los pasos.
La procesión más numerosa es la del Viernes Santo, que se inicia sobre las 10 de la mañana y no concluye hasta las cuatro de la tarde. El Sábado Santo y el Domingo de Resurrección las procesiones se celebran por la tarde y apenas duran unas dos horas. Fuentes de la Guardia Urbana de l'Hospitalet cifraron el pasado año el número de asistentes en los tres días en torno a las 200.000 personas. L'Hospitalet tiene unos 280.000 habitantes.
El presupuesto para los procesiones de esta edición es de 2,5 millones de pesetas, recaudados a lo largo del año con numerosos sorteos de lotería, unas cuotas que abonan los miembros de la cofradía y diversas subvenciones de otras entidades, entre ellas 100.000 pesetas aportadas por el Ayuntamiento de l'Hospitalet.
El alcalde de la ciudad, el socialista Juan I. Pujana, suele acudir a alguna de las procesiones en su calidad de hermano mayor de la cofradía.
Un dibujo, una mesa y cuatro cervezas
P. R. Todo comenzó la Semana Santa de 1978 en el bar K ¡k¡ del barrio de Pubilla Casas, en l'Hospitalet. Una tarde, 15 hombres de tez curtida y acento andaluz contemplaban con añoranza la procesión de Sevilla que se emitía por televisión. Guiados por la melancolía del sur y de forma es,pontánea, los 15 hombres dibujaron en una sábana la imagen de la virgen y la colocaron sobre una mesa del bar con cuatro envases de cerveza, uno en cada extremo, en los que habían ¡introducido sendas velas.
Ni cortos ni perezosos, salieron a la calle con la mesa en hombros y cuál fue su sorpresa al observar que los vecinos se arrodillaban, cantaban saetas y algunos hasta lloraban. Así nació la cofradía de Los Quince, a la que se añadió el Uno en homenaje a los catalanes originarios de I'Hospitalet. A partir de aquel inicio se fue mejorando cada año la calidad de las imágenes y se racaudaron fondos entre los vecinos hasta que se pudieron adquirir las tallas actuales, vendidas a un precio muy bajo por el escultor de Cornellá Martín Rocharte y que representan las escenas de la Pasión. La voluntad de unos cuantos hizo el resto. Un tapicero confeccionó con retales los trajes que lucen los romanos, y un soldador elaboró una corona para la Virgen -idéntica a la que porta la Macarenalde Sevilla- utilizando latas de sardinas.
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